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Carrera presidencial en EEUU


En la campaña presidencial norteamericana los grandes grupos económicos se disputan su lugar para usufructuar los recursos arrebatados por medio de la explotación y de la guerra.

“La gente había comprado hipotecas que no podía pagar, ni siquiera entender. Bancos que hicieron grandes apuestas y se entregaron grandes bonificaciones con dinero ajeno. (...) [Se] Hundió la economía en una crisis que dejó a millones de personas sin trabajo y nos cargó con más deuda, dejando que los ciudadanos comunes se hagan cargo de la cuenta.”
El panorama desolador no lo hizo un crítico, sino el mismo Barack Obama, dejando en claro que la crisis económica global y el golpe que ha significado para los sectores más postergados de EEUU es el marco en el que se desarrolla, ahora, la nueva carrera presidencial. Esto cuando ha surgido, por primera vez en mucho tiempo, un nuevo movimiento de protesta en rechazo de los grandes grupos económicos y de las políticas estatales antipopulares que les son afines. En ese marco, en la disputa para las elecciones del próximo 6 de noviembre, todos los precandidatos tratan de echar las culpas de la crisis sobre sus contrincantes demócratas o conservadores. Pasan por alto, eso sí, que todos ellos se respaldan sobre los grandes grupos de capitalistas, garantes de sus propias campañas y cuyos intereses representan.
Mientras Barack Obama, seguro candidato de su partido (quien será nominado formalmente en la convención demócrata de Charlotte, el 6 de septiembre) ya inició su campaña con un discurso de una hora y cuarto en cadena nacional; los conservadores están en franca disputa para llegar a la convención nacional de agosto en Tampa, donde se designará oficialmente a su candidato. Distintas elecciones (en Iowa, Nuevo Hampshire, Carolina del Sur y finalmente Florida) señalan a Mitt Romney, como el candidato con más chances, quien contó con un importante aval del “voto latino” anticubano.
Más que los candidatos, los protagonistas de la campaña son los grandes grupos de capitalistas, conocidos como Super Pacs, que los sostienen y disputan entre sí. La situación se volvió más evidente luego de que en 2010 un dictamen del Tribunal Supremo permitió contribuciones ilimitadas a las campañas electorales por parte de corporaciones y sindicatos, autorizando, además, a que los donantes mantengan el anonimato. Ya el año pasado, el principal grupo que apoya a Obama, el PAC Priorities USA, reunió al menos 4,2 millones de dólares. Pero este año, al salir a la luz los detalles de la disputa interna que hincaron los conservadores, las cifras pasaron a multiplicarse. Ahora se sabe, por ejemplo, que el principal grupo que apoya a Mitt Romney, Restore Our Future (Restauren nuestro Futuro), reunió 30 millones de dólares el año pasado y todavía tiene unos 24 millones más. De hecho, sólo en estas pocas semanas de campaña para los candidatos republicanos, los Super Pacs han informado sobre gastos de 40 millones de dólares.
La disputa y el lugar que ocuparán en el próximo gobierno de la máxima potencia capitalista, es un asunto serio para los grandes grupos económicos. Por eso, están embarcados en una tenaz disputa por el reparto de los negocios que dirige el imperialismo para manejar a gran escala la explotación y la guerra.

El G-20 y la crisis mundial


Los gobiernos de los países más poderosos del mundo, incluyendo a las potencias del G7 (Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Japón y Canadá) junto al BRICS (China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica) y otros países de Europa y del resto del mundo, se encontraron en Francia para tratar de enfrentar la crisis económica que está sacudiendo al planeta. Prácticamente todos reconocen que la crisis es muy profunda y nadie sabe hasta dónde puede llegar. El caso de Grecia es el más evidente y explosivo, pero es expresión, a su vez, de una crisis que muchas de las economías más importantes del mundo están sintiendo.

El corazón de la crisis
La principal potencia del planeta, EEUU, se halla hundida en un conflicto político importante a causa de la crisis. Las tensiones entre demócratas y republicanos se refieren a cómo enfrentar la crisis que ha llevado a que EEUU alcance un endeudamiento de casi el 100% de su PBI y a que la desocupación se mantenga en índice del 9% oficialmente, mientras el desarrollo industrial está prácticamente estancado. Por eso discuten el nivel de emisión de dólares, de nuevo endeudamiento y particularmente del ajuste, para intentar sortear la depresión (1).
Europa se encuentra aún más expuesta y allí Grecia está en el centro de la crisis. Ante la quiebra de la economía helena, el gobierno socialdemócrata, en coincidencia con la línea de la Unión Europea y el FMI, viene llevando adelante medidas de ajuste, recargando el costo de la crisis sobre los trabajadores y el pueblo, lo que ha abierto un importante proceso de lucha que cuenta con numerosas y combativas movilizaciones y la realización de varios paros generales. Las dificultades para poder meter el ajuste, llevaron a que, en los primeros días de noviembre, el primer mandatario, Giorgios Papandreu debiera evaluar la posibilidad de llamar a un plebiscito, como única forma imaginable de avanzar aún más con el ajuste sin acrecentar una presión popular que amenaza con tirar al gobierno. La iniciativa fue combatida rápidamente por los máximos jefes de la Unión Europea, que le advirtieron al gobierno griego que sería excluidos de la zona euro, así como de la Unión Europea, si rechazaba el plan definido el 27 de octubre, en donde se aceptaba la posibilidad de hacer una reducción de la deuda griega a cambio de que el estado realice un fuerte ajuste contra el pueblo trabajador. En este marco internacional, y asediado por presiones internas, el gobierno de Grecia dio marcha atrás con el plebiscito y busca ahora cómo sobrevivir políticamente, mientras ya se habla de su posible dimisión.

Unidad capitalista
Junto a tantos otros países europeos golpeados por la crisis (como España, Irlanda, Portugal, o Hungría), el caso más dramático y al que pretende adelantarse la reunión del G20, es el de la crisis en Italia, cuya economía es la tercera más importante de la zona euro y que es el cuarto prestatario del mundo. Italia tiene hoy una deuda de 1,9 billones de dólares que representa el 120% de su PBI y multiplica por cinco la deuda de Grecia. En esta dinámica de ajuste fiscal, que vienen sosteniendo los gobiernos para tratar de contener la crisis, el gobierno de Berlusconi ya impulsó un drástico ajuste de 70.000 millones de euros. Pero la crisis no ha cedido, y el G20 tomó como punto prioritario avanzar con un agudo ajuste regido por el FMI, con la expectativa de poder evitar la extensión de la crisis a nivel mundial. La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que en las reuniones de Cannes “Nos hemos puesto explícitamente de acuerdo hoy sobre el hecho de que el FMI y la Comisión Europea deberían presentar sus informes cada trimestre” sobre el cumplimiento de Italia en la aplicación de las reformas fiscales, una vez más, contra el pueblo trabajador.
La reunión busca ampliar incluso las medidas de contención hacia otros posibles centros de la crisis que ya se presienten. Así, se autorizó a que el FMI otorgue créditos a corto plazo a países “en riesgo de contagio” por la crisis financiera, tomando préstamos de hasta el 500% de su participación en el FMI, lo que implicaría, por ejemplo, que Italia podría recibir 45.000 millones de euros y España hasta 23.000 millones. A su vez, en Europa, tratan de poner a punto un Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF) para paliar urgencias. La gravedad de la crisis llevó a una intervención importante de algunos miembros del BRICS y particularmente de China, que podría aportar unos 100.000 millones de dólares al FEEF.

Una crisis “en serio" del capitalismo
La decepción de tantos presidentes tras la cumbre del G-20 fue elocuente. Por más que las más grandes potencias, que son el centro de la economía mundial, traten de ponerse de acuerdo e inventar medidas, nadie puede garantizar que podrán sortear la crisis y evitar que se profundice mucho más.
Nadie puede adelantarse seriamente, más que buscando paliativos, porque el problema es estructural. La recurrencia de las crisis en el capitalismo y su tendencia al agravamiento, está signado por la propia dinámica de la explotación capitalista y su desarrollo anárquico. Los intentos por frenar momentos de crisis anteriores y la propia dinámica de la competencia moderna, han ampliado estrepitosamente un sector financiero que nadie puede controlar ni predecir seriamente en que momento se desplomará, poniendo en evidencia la crisis ya existente en la economía real.
En este marco, en que muchos importantes economistas y probados defensores del capitalismo repiten que la gravedad de la actual crisis puede ser comparable a la de 1930, la ilusión de Cristina Fernández de conformar un “capitalismo en serio” en base a medidas keynesianas, no ha despertado más que risas irónicas. Mucho más cuando el parcial avance de la crisis en Brasil y las suspensiones de trabajadores en plantas automotrices de nuestro país, ya están dando la voz de alerta sobre el posible desarrollo de la crisis, que, al igual que en el mundo entero, los capitalistas locales y su gobierno buscarán descargar sobre las espaldas de los trabajadores.

NOTA:
1) Ver, “La crisis económica en Europa y en EEUU”, ER Nº71

La crisis económica en Europa y en EEUU

La crisis mundial, que sigue manifestándose en Europa, está señalando también su importancia en EEUU, donde la magnitud de la deuda y el debate sobre como encarar el ajuste del gasto público está dando lugar a importantes tensiones políticas.



El desarrollo de la crisis en el centro de Europa no ha parado. Durante todo el mes pasado asistimos a las negociaciones de los países más importantes de la región para evaluar un paquete de rescate a Grecia, cuya economía se haya colapsada. En ese marco, las reticencias para el millonario desembolso que finamente se realizó, llegaron a plantear discusiones, incluso, sobre la permanencia o no de la moneda única europea, el euro. Al interior de Grecia, las condiciones impuestas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional incluyen, como ya dijéramos, “un recorte del gasto público estatal de más de 28.000 millones de euros, lo que implica despidos y recortes sociales, junto a un aumento de la recaudación que pretende sostenerse por medio del aumento de impuestos y por una millonaria privatización que planea alcanzar los 50.000 millones de euros”(1). Esto en un país que ya cuenta con un 15% de desocupación.

Pero el escenario es mucho más amplio. Tiempo antes Irlanda cayó en un pozo similar al griego y hoy se plantea una recuperación por la misma receta fondomonetarista: recibió un préstamo de 85.000 millones de euros a condición de llevar adelante un agudo ajuste con recorte social. Estrategias similares se llevan adelante en otros países en donde tratan de evitar que se profundice su caída, como en Portugal, que ya entró en una aguda crisis, o Hungría, que hace tres años se orientaba en el mismo camino de Grecia. El caso italiano es significativo porque su economía estancada es la tercera de la región, y para sostener el pago de una deuda que asciende al 119% de su PBI ha impulsado un drástico ajuste de 70.000 millones de euros.

En todas estas economías que se estancan o desmoronan se repite el abultado endeudamiento y la salida por la vía del ajuste, y se manifiesta como uno de los fenómenos sociales más graves y evidentes, la enorme extensión de la desocupación. El caso más notorio es el español, donde la crisis ha llevado a una desocupación que supera el 20% de la población económicamente activa (casi cinco millones de personas).

Como lo expresan las movilizaciones en distintos países europeos y con distintas modalidades, desde Gran Bretaña hasta España, y con el ejemplo central de las huelgas generales y los combates callejeros en Grecia, la crisis económica abre el campo para una gran agitación social. Y en este marco, también, de crisis económica y movilizaciones, más de un gobierno se encuentra empantanado, como sucede en cierta medida con el italiano Berlusconi, y mucho más abiertamente con el gobierno del PSOE en España, donde Rodríguez Zapatero se vio obligado a convocar a elecciones adelantadas.

El mismo combo de enorme endeudamiento y gran tasa de desocupación está marcando también en EEUU, el peso de la crisis y las consecuencias políticas del caso. La magnitud del endeudamiento norteamericano ha llevado (una vez más) a que los préstamos para pagar vencimientos de deuda no alcancen para saldar esos vencimientos, lo que hizo que el gobierno promueva la ampliación del límite legal de la suma que el país puede pedir en préstamos. La discusión entre demócratas y republicanos sobre las vías del ajuste (que ambos defienden) ha llevado a una importante tensión política por la desaprobación de los proyectos presentados.

En este marco se multiplicaron las versiones sobre un posible default (cesación de pagos) y una consecuente recesión norteamericana, e incluso, “el FMI advirtió que peligra el dólar como moneda de reserva mundial”(2). Aunque es improbable que el próximo 2 de agosto, último día para la resolución de esta situación, el gobierno de EEUU no haya resulto una estrategia para evitar el default (imponiendo el proyecto demócrata por decreto, por ejemplo), lo cierto es que mientras tanto se difundió que el Departamento del Tesoro prepara una lista de aquellos a quienes pagará en la eventualidad de que EEUU entre en cesación de pagos y la Reserva Federal elabora una guía de instituciones financieras sobre cómo operar en ese caso. El ajuste seguro que se perfila, promete agravar una situación delicada, en donde hay más de 14 millones de desocupados (algo más del 9%), que golpeará a los sectores más desprotegidos, por ejemplo, en el caso del ya limitado sistema de salud. Pero además, en la salida al posible default y las formas de aplicación del ajuste, el presidente Barack Obama se juega en gran medida sus posibilidades para una reelección el año próximo, algo que está muy presente en la actual disputa política entre demócratas y republicanos en el congreso norteamericano.

Que los países más desarrollados en el mundo, como EEUU y Europa, estén amenazados por una crisis que nadie sabe hasta donde puede llegar, no es fruto de la casualidad, sino de la misma dinámica del capitalismo y su despiadada lógica de acumulación sin otro norte que la expansión de la ganancia. Una producción sin ningún tipo de planificación, sin límites y muchas veces sin necesidad, basada en la pura expectativa de lucro privado de cada capitalista, es la base sobre la cual se desarrolla también la especulación financiera que acaba en impactantes corridas bancarias con su derrumbe. La salida que impulsan los capitalistas y sus gobiernos ante su propio producto, las crisis, consiste en avanzar sobre las conquistas obreras y populares, profundizando las tendencias de ajuste económico, ampliando el desempleo, reduciendo los salarios, achicando las áreas estatales de salud y educación y privatizando los bienes públicos.

A pesar de que el discurso kirchnerista oficial, señala la supuesta fortaleza latinoamericana frente a la crisis que hoy está centrada en Europa, la realidad es que se trata de una realidad coyuntural, beneficiada por el circunstancial alto precio de los bienes que exporta nuestra región, que son principalmente bienes primarios, debido al atraso relativo de nuestras economías. Aunque el kirchnersimo y buena parte de los gobiernos de la región propagandizan la posibilidad de un supuesto capitalismo “distinto”, “humanizado”, “andino”, “del siglo XXI” o como quieran llamarle, lo cierto es que la dinámica de la explotación y la competencia es tan salvaje e imprevisible como la de sus hermanos mayores, y con ello las posibilidades de ser golpeados por nuevas crisis. Hoy mismo, algunos de los principales socios comerciales del país como China y Brasil están mirando con preocupación la situación puesto que parte de sus reservas las tienen en bonos del tesoro norteamericano.

Por supuesto, eso no quiere decir, como plantean algunos dirigentes de izquierda, que la crisis se está imponiendo en la Argentina, corroyendo gravemente a instituciones y gobiernos; y mucho menos que eso abra situaciones revolucionarias. Pero que nuestro país no esté hoy en el centro de la crisis (como si lo ha estado en 2001 y 2002, dónde se aplicó un brutal ajuste sobre el pueblo trabajador conducido por Duhalde y, posteriormente, Kirchner o dos años atrás cuando se avanzó con despidos y suspensiones generalizadas con la crisis como escusa) es, como decíamos, por factores puramente coyunturales, ya que la propia lógica de su “modelo de país” capitalista y dependiente es la que lleva a ese destino.

Y si ahora, con un crecimiento del que hablan maravillas, dejan sólo migajas para los trabajadores mientras se embolsan millones los empresarios y sus representantes, es claro que en situaciones de crisis, como ya lo hemos vivido, descargan los costos de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.

Por eso es que no hay otra alternativa para la clase trabajadora que desarrollar la organización y la lucha hasta acabar con este sistema de injusticias, cuya lógica siempre lleva al beneficio de la burguesía y la penuria del pueblo trabajador.




NOTAS:

1) “Ajuste y resistencia en Grecia”, ER N°70, julio de 2011

2) Clarín, 29/07/11

La gira de Obama

El presidente norteamericano dedicó cinco días de su agenda a visitar Brasil, Chile y El Salvador. En la primera escala, todos los ex presidentes vivos de Brasil, José Sarney, Fernando Collor, Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso acompañaron a la actual presidenta, Dilma Rousseff, en la cena protocolar. Obama habrá extrañado a quien su antecesor llamó “su mejor amigo”, Lula Da Silva, que anunció que no asistiría “para no quitar protagonismo a Dilma”. Además de la cooperación militar contra el “narcoterrorismo”, el tema de fondo de las conversaciones fueron el petróleo brasileño y el comercio internacional (ya que Brasil es el país que más bienes y servicios importa de EEUU).

En Chile, Obama fue recibido por un exultante Sebastián Piñera, que se esforzó en mostrar lo bien que funciona el Tratado de Libre Comercio de 2004, que incrementó en un 300% las importaciones de bienes y servicios yanquis. En Santiago, Obama firmó un acuerdo para la construcción de una central de energía nuclear y recibió un documento de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el cual el organismo regional se refiere a EEUU como “el principal socio comercial individual para América Latina y el Caribe”, y en función de ello le solicita más inversión, más tratados de libre comercio y el “lanzamiento de una nueva era de cooperación económica y comercial”, según dijo su secretaria ejecutiva.

La tercera escala fue El Salvador, donde Obama prometió “una sociedad en toda América Central para fomentar el comercio y el crecimiento económico, combatir el tráfico de drogas y generar oportunidades a fin de que la gente encuentre trabajo en sus países y no sienta que tiene que emigrar al norte para buscar el sustento de sus familias”. Es que El Salvador tiene uno de los mayores índices de emigración en América Central, particularmente hacia EEUU, con casi 3 millones de inmigrantes de ese origen, que anualmente envían a su país remesas por unos 3.500 millones de dólares. El endurecimiento de la represión a los inmigrantes y la política de deportación yanqui sólo preocupan al gobierno salvadoreño porque pueden afectar significativamente su economía.

En los tres países visitados, el énfasis norteamericano estuvo puesto en la apertura de mercados para los productos estadounidenses, y en la cooperación militar frente a las “amenazas de seguridad”, tal como las definen en Washington.

El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, quien asumió con el amplio apoyo de los países del ALBA al FMLN, se mostró emocionado por la atención prestada por Obama a la región y señaló: “El tema de seguridad ha sido un punto clave en la reunión que hemos sostenido”. Como prueba de ello, el principal anuncio fue la creación de un nuevo fondo de 200 millones de dólares para financiar la reforma de los organismos de seguridad de Centroamérica.

Mientras Obama, que ordenó el bombardeo a Libia desde Río, ponía en línea a los gobernantes de su patio trasero y actualizaba su agenda de negocios y subordinación militar, miles de manifestantes realizaban marchas y concentraciones en los países que visitó, protestando contra el imperio.

EEUU no logra derrotar a la resistencia en Irak y Afganistán

Cada día es más claro que EEUU no va a ganar esta guerra. Pasan los meses de ocupación y se multiplican las noticias sobre las bajas norteamericanas y de sus aliados de la OTAN y sobre la contundencia de las acciones de la resistencia, al ritmo que crecen los millonarios y deficitarios gastos militares norteamericanos y las denuncias a lo largo del mundo contra los crímenes de guerra cometidos por los ocupantes imperialistas.

Al cerrar el mes de julio, los medios titulaban “Otros seis soldados mueren en el peor mes de EEUU en Afganistán”, informando que las 60 bajas de junio, considerado hasta entonces como el mes más mortífero, habían sido superadas ahora por 66 nuevos soldados yanquis muertos en Afganistán, a lo que deben sumarse los militares muertos de los demás países ocupantes. Consecuencia inmediata de esta situación es el retiro de uno de los estados invasores, el holandés.
Y hay que hacer notar que este nuevo fracaso de EEUU y sus aliados para poder sostener una ocupación efectiva se da luego de su empantanamiento en Irak. En total, EEUU tiene comprometidos a unos 250.000 soldados en estos dos países, y cuenta, además, con el acompañamiento de tropas de otros países de la OTAN y de las fuerzas represivas locales. Aun así, no ha logrado el control efectivo en el transcurso de estos 9 años.
El presidente norteamericano Barack Obama subió al gobierno despotricando contra su antecesor Bush y planteando la necesidad de revisar la política guerrerista, lo que causó expectativas en quienes aún tenían la ilusión de que republicanos y demócratas tuvieran algún tipo de diferencias en sus formas de representar a la gran burguesía yanqui. Sin embargo, lo único que hizo Obama, ante el evidente empantanamiento militar, fue hablar (y sólo hablar) de una paulatina retirada de las tropas de Irak, pero tratando de sostener su poder e imagen por medio del recrudecimiento de la ocupación en Afganistán. Desde entonces, el fiasco ha sido doble.
En primer lugar, en Irak. Allí EEUU nunca tomó la decisión definitiva de retirarse. En cambio fue estirando la ocupación con la expectativa de poder imponerse efectivamente, con el apoyo de las FFAA locales, cosa que no sucedió. Ante el fracaso fue anunciando muchas veces su “retirada”, sin hacerla nunca efectiva, porque, además de perderse jugosos recursos petroleros, quiere evitar que se ponga en evidencia que los planes imperialistas de EEUU pueden ser derrotados con la resistencia popular, lo que implica un magnífico ejemplo para los pueblos del mundo. Por ello, EEUU ha hecho lo imposible por lograr, en todo caso, una “retirada ordenada”, cosa inviable, porque cuando se vayan lo harán por no haber podido doblegar a la resistencia. Ahora, en un nuevo capítulo de esta novela, Obama dijo que la “misión de combate” concluirá a fin de este mes de agosto y que las tropas se irán el año próximo, pero la decisión definitiva aún no está tomada.
Por otro lado, en Afganistán, EEUU pone cada vez más tropas y recursos (el senado acaba de sumar otros 33.000 millones de dólares) pero lo único que cosecha son muertos y escándalos.
En este marco, la publicación en los grandes medios de comunicación de más de 92.000 documentos clasificados de la guerra en Afganistán por el portal WikiLeaks(1), da aún más elementos para que crezca la crítica interna e internacional ante las atrocidades de la ocupación imperialista. Estos documentos evidencian, además, que las expectativas sobre un triunfo militar norteamericano deben dejarse de lado ante una resistencia que cuenta con un amplio apoyo popular, que ha asestado grandes golpes a los atacantes y cuyos medios técnicos, aunque son claramente inferiores a los norteamericanos, permiten la reiteración de acciones (como el derribamiento de helicópteros) que hasta ahora eran negadas por EEUU.
De hecho (y mientras la resistencia iraquí realiza acciones diarias), en el mes de mayo los combatientes afganos atacaron centros militares de gran importancia, como la principal base norteamericana ubicada en Bagram y la principal base de la OTAN en Kandahar y, al mes siguiente, atacaron el aeropuerto de Jalalabad. Con incursiones de este tipo, la resistencia ha logrado el repliegue de la ocupación, alcanzando el control de gran parte del territorio afgano (varios medios hablan del 80% del país).
En ambos países, la respuesta desesperada de las tropas de ocupación consiste en represalias masivas con asesinatos de civiles. Sólo en el último mes de julio, en Irak fueron asesinados unos 400, mientras en Afganistán se cuentan unos 1.074 en el primer semestre del año. Esta situación suele derivar en más apoyo popular a la resistencia y más denuncias contra EEUU por sus crímenes de guerra.
De este modo, EEUU y la OTAN, están embarcados en una guerra que difícilmente puedan ganar pero a la que no quieren renunciar. Si tras el 2001, EEUU decidió la ocupación fue porque buscaba dar salida a su ya evidente crisis por medio de la guerra, impulsando su propia industria bélica de alta tecnología y apropiándose de los valiosos recursos petroleros que existen en la zona de Irak. La misma extensión de la guerra es, en gran medida, un fracaso de su iniciativa, pues no ha podido apropiarse ni poner a producir el área en su beneficio y, contrariamente, mientras la industria militar y de reconstrucción hace grandes negocios, el gasto militar pone serias restricciones al estado nacional.
Además de salvar su economía, EEUU pretendía consolidar por medio de la guerra su hegemonía política a nivel mundial, ratificándose como una superpotencia capaz de cualquier cosa. También en ese sentido la guerra no está funcionando porque en cierto modo lo que el resto del mundo está viendo es cómo EEUU no puede con la resistencia popular. A esto hay que agregar el problema político interno. Si bien es cierto que la prepotencia imperialista cuenta con la anuencia de una parte importante de la población norteamericana, también lo es el hecho de que esa posición cómoda puede ponerse en crisis cuando la sangre se ve en casa, con la reproducción de imágenes de la guerra y la evidencia de un creciente número de soldados muertos, sin que los prometidos beneficios de la guerra se hagan tangibles. Este cambio sobre la percepción de la guerra, que se dio, por ejemplo, con la guerra de Vietnam, es el que temen muchos políticos guerreristas con la difusión de los informes de WikiLeaks.
De todas formas, hay que tener presente que, ante la desesperación por sostener su lugar de superpotencia y de salvar su economía en crisis, EEUU puede seguir recurriendo a la guerra. Así, como ante el fracaso en Irak la iniciativa de Obama fue profundizar la guerra en Afganistán, también ahora, ante el nerviosismo que provoca el empantanamiento en Afganistán, podemos ver cómo se plantea la posibilidad de nuevas incursiones guerreristas, por ejemplo contra Irán, con el apoyo de su protegido Israel.
En todo caso, la clave siempre sigue estando en la resistencia que sostienen los pueblos contra el ataque del imperialismo.

NOTAS:
1) El sitio web wikileaks.org dirigido por Julian Assange, publicó 92.000 documentos clasificados sobre la ocupación de Estados Unidos en Afganistán y garantizó su difusión por medios como el New York Times de EEUU, The Guardian de Inglaterra y Der Spiegel de Alemania. En su mayoría son informes redactados por soldados que están en Afganistán y en donde se evidencian los métodos de la guerra y sus dificultades para vencer a la resistencia.

Festejos en la embajada yanqui

La embajada de Estados Unidos convocó a empresarios y políticos locales para la celebración del día de su independencia. Entre los concurrentes estuvieron referentes de los principales partidos patronales como Macri, Alfonsín, Patricia Bullrich, de Narvaéz y el vicepresidente kirchnerista del Banco Central, Miguel Pesce, que se mezclaron con otros empresarios presentes, como Jaime Campos y Adrián Werthein. Luego del discurso que les dio la embajadora Vilma Martínez, se reprodujo un video con un mensaje de Hillary Clinton, en el cual la responsable de la masacre de los pueblos de Irak, Afganistán, Haití y Colombia, entre otros tantos, hacía referencia a su “compromiso por el avance de los derechos humanos” en el mundo. Mientras tanto, empresarios y políticos locales, aprovecharon la ocasión para intercambiar opiniones sobre el panorama político y el desarrollo de sus negocios.
En pocas palabras, como sucede todos los años, la conmemoración del 4 de julio fue una buena oportunidad para que los lamebotas locales reafirmaran su admiración y su subordinación al gobierno yanqui.

Los yanquis entrenan a las fuerzas represivas de Argentina

Con ejercicios militares conjuntos, cursos de contraterrorismo, entrenamiento para cuerpos de elite, clases de inteligencia y logística y un sinfín de programas similares, EEUU se asegura de entrenar a su gusto y necesidad a las fuerzas armadas y de seguridad de nuestro país, igual que hacen con el resto de sus lamebotas.


No es novedad que militares argentinos participan, cada año, de ejercicios conjuntos con las tropas de EEUU. Lo hacen con esas mismas tropas, expertas en combatir las luchas populares, que hoy masacran a los pueblos de Irak, Afganistán o Colombia. En marzo, por ejemplo, se desarrolló, en la costa argentina, el “Gringo-Gaucho”, nombre propuesto por Argentina para ese segmento del más amplio ejercicio “Southern Seas 2010” , que dura todo un año. El portaaviones USS Carl Vinson, el crucero USS Bunker Hill, destructores y helicópteros, llegaron a nuestros puertos después de similares operativos en Brasil y Uruguay. Mientras la flota estaba en Bahía Blanca, fue visitada por autoridades nacionales que escoltaron a la virreina de turno, la embajadora Vilma Socorro Martínez.

En noviembre de 2009, el comandante del Comando Sur inauguró, en República Dominicana, la Primera Conferencia para Líderes Marítimos Senior, diseñada para “asegurar [a EEUU] la seguridad marítima en la región”. Junto a otros diez países americanos(1), participaron oficiales de la marina argentina.

El mismo mes, en Antofagasta, Chile, culminó la versión 2009 del Salitre, que ocupa a las fuerzas aéreas de Chile, Argentina, Brasil, Francia y EEUU bajo un único comando. Un ejercicio definido por sus directores como “monumental”, porque, al permitir un entrenamiento común, se genera, también, una “cultura común”, como afirmó el sargento mayor Jeff Swab, del contingente yanqui.

En septiembre de 2009, se realizó el Fuerzas Aliadas Panamax, un ejercicio de contraterrorismo que, desde 2003, reúne centenares de efectivos de mar, tierra y aire de América y Europa con el objetivo de asegurar el canal de Panamá ante un posible ataque(2).

El ejercicio naval SPS 2009 (Southern Partnership Station 2009) duró tres meses. Entre junio y agosto de 2009, el buque de guerra USS Oak Hill realizó una operación naval multinacional con fuerzas de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, haciendo escalas en Montevideo, Puerto Belgrano y otros puertos de los países participantes.

El año pasado, el ejercicio Unitas, el más antiguo del mundo, cumplió 50 años, y por eso se denominó la campaña como “Gold”. Esta vez comenzó en Florida, con la intervención, además de la armada yanqui, de fuerzas de 11 países(3). Participaron 25 naves, 4 submarinos, más de 50 aviones, 650 marines y 6.500 marineros, que se entrenaron en ejercicios de tiro, guerra submarina, operaciones de abordaje, defensa aérea, misiones anfibias, técnicas electrónicas y especiales.

Sin olvidar que, además de estos ejercicios de claro corte bélico, están los denominados “humanitarios” como los Medrete (prestaciones médicas), los PKO, de “mantenimiento de la paz”, o los Fahum (Fuerzas Aliadas Humanitarias), hay muchos otros dirigidos a las fuerzas de seguridad e integrantes del poder judicial. Una muestra clara de que la fuerza coercitiva del estado se apoya además de en soldados, marinos o aviadores, en policías, gendarmes y jueces.

El principal ejercicio anual de contraterrorismo es el Fuerzas Comando. Su última versión, en junio, fue en Brasil. Participaron unos pocos militares y centenares de policías de cuerpos de elite y funcionarios civiles de 22 naciones(4).

Cada país (también Argentina) participa con equipos de operaciones especiales. En nuestro caso, el GEOF de la federal; el GEO, Halcón, TOE, ETER, GES, etc. de las policías provinciales; los Albatros de prefectura, los Alacranes de gendarmería y el GEI del servicio penitenciario.

En una versión actualizada de lo que fue la Escuela de las Américas para los militares de los ‘60 y ‘70, un millar de efectivos de las fuerzas de seguridad argentinas reciben entrenamiento en EEUU al año. Desde 2004, el país fue incluido en el programa de becas de contraterrorismo (Regional Counterterrorism Fellowship Program, CTFP), que financia cursos para grupos de elite de la policía, prefectura y gendarmería. De acuerdo a un informe aprobado por el congreso norteamericano, en 2009 un total de 939 integrantes de las fuerzas de seguridad argentinas participaron de estos entrenamientos en territorio estadounidense, a un costo total de u$s1.434.782. La cantidad se duplicó desde 2006, en que no llegaba a 500 becados.

Hay, también, cursos dirigidos al manejo de “situaciones de crisis”, “tomas de rehenes” o similares para miembros del poder judicial y el ministerio público, cuyos diplomas son después expuestos con orgullo en sus despachos. Pero no sólo EEUU se encarga de entrenar a policías y gendarmes extranjeros. También “terceriza”, por ejemplo, con el estado de Israel, que ofrece similares cursos, que, de paso, sirven para propagandizar su producción industrial bélica.

Bajo la pantalla de la “cooperación” y con la excusa de la “defensa de la seguridad continental”, entendida como sinónimo de la propia, EEUU impuso en pocos años un nuevo esquema de política represiva en el continente, que los gobiernos proimperialistas de los países dependientes se apresuraron a adoptar. En Argentina, todas las fuerzas de seguridad, con un fuerte impulso a los grupos de choque, se han unificado bajo un comando político único, la secretaría de Seguridad, creada por el menemismo en el ámbito del ministerio del Interior, y que el kirchnerismo, mostrando claramente cuáles son las tres patas de la mesa, trasladó al ministerio de Justicia, Seguridad y DDHH.

El entrenamiento conjunto, esa “cultura común”, es la preparación necesaria para que todos los uniformados latinoamericanos estén en condiciones de actuar de una sola manera, y con un mismo fin: enfrentar a los pueblos que se levanten contra la miseria y las injusticias del capitalismo.

...
NOTAS:

1) Antigua, Bahamas, Belice, Brasil, Colombia, República Dominicana, Guyana, Paraguay, Perú y Uruguay.

2) Argentina, Belice, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Holanda, Nicaragua, Panama, Paraguay, Perú, EEUU y Uruguay.

3) Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Alemania, México, Perú y Uruguay.

4) Argentina, Barbados, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad Tobago, Uruguay y EEUU

OCUPACIÓN Y RESISTENCIA EN AFGANISTÁN

Profundizando la política de George Bush, el presidente Barack Obama ha desarrollado la ofensiva guerrerista norteamericana. La ocupación de Irak, la incursión en Yemén, el apoyo a Israel en su ataque al pueblo palestino, la expansión en América Latina con el uso de las bases en Colombia y el desembarco en Haití, son algunos de los ejes más importantes de su expansión militar. Además, recientemente encabezó la ofensiva militar más contundente que se vio en Afganistán desde su ocupación en 2001 por las tropas de EEUU y la OTAN. Sin embargo, también ahí sigue sin poder derrotar a la resistencia.

Inmediatamente después de su asunción, en el mismo momento en que encandilaba al progresismo hablando del “retiro de las tropas de Irak”, el “primer presidente negro” de EEUU había decidido el envío de 21.000 soldados más a Afganistán. Con ello la ocupación norteamericana alcanzaba unos 70.000 efectivos militares que deben ser multiplicados al sumar las tropas de otros 36 países de la OTAN y del ejército afgano que está bajo el mando directo de EEUU. Para hacer aún más espectacular el despliegue militar, el recientemente nombrado “premio Nobel de la paz” ordenó que se sumen 30.000 nuevos soldados, con lo que se llevará a 100.000 el número de efectivos norteamericanos en tierra afgana. También está previsto el aumento de tropas de la OTAN por el aporte principal de Inglaterra y otros países europeos(1).
De esta forma, tras casi 9 años de su desembarco, EEUU y sus socios de la OTAN siguen extendiendo la ocupación.
Según la revista TomDispatch, en Afganistán ya se han establecido 700 bases. El coronel Wayne Shanks, portavoz de la Fuerza de Ayuda de Seguridad Internacional (ISAF) confirmó que casi 400 de esas bases son norteamericanas. Algunas de esas son “megabases”, como la base aérea de Bagram, donde hay decenas de miles de soldados de distintas nacionalidades incluyendo 20.000 de EEUU, o la de Kandahar, donde hay 9.000 soldados de la OTAN y se proyecta que albergue a un total de 35.000 con la llegada de nuevos contingentes(2). Además está en curso la construcción de, al menos, 12 nuevas bases(3).
Este despliegue requiere, claro, de un gigantesco gasto militar. Por eso el senado norteamericano acaba de aprobar un nuevo presupuesto de 636.000 millones de dólares para sostener sus guerras y Obama ya solicitó su ampliación para el año próximo a 708.000 millones.

Operación “juntos”
El pasado 12 de febrero los invasores iniciaron una gigantesca ofensiva en la provincia de Helmand y su ciudad principal, Marjal, donde viven 80.000 personas que se extienden a 125.000 en el distrito que rodea la ciudad; una zona que estaba controlada por la resistencia(4).
El operativo fue ampliamente difundido con anterioridad para evitar una lucha mano a mano y contó con la participación de 15.000 soldados. Aunque las fuerzas invasoras admitieron que la resistencia fue mínima y que el grueso de los combatientes habían escapado de la zona, tardaron dos días en controlan las ciudades más grandes de la provincia porque en su recorrido se topaban con bombas caseras, minas, trampas con granadas y francotiradores.
Según EEUU, la incursión militar bautizada Moshtarak (“juntos”) es parte de una “nueva estrategia”. Su objetivo es que las fuerzas de ocupación extranjera se establezcan en forma permanente junto a militares afganos en la zona. Es algo que EEUU no ha podido resolver en forma estable en ningún sitio, como lo ejemplifica el sostenimiento de la resistencia en Irak. Por eso su slogan es “Limpiar, mantener y construir”, pues como lo admite el general Nick Carter, comandante de la OTAN en Afganistán, “la primera fase no es la importante, sino la segunda, la de mantener”. Al respecto el embajador norteamericano en Afganistán, Karl Eikenberry aseguró que desde el gobierno afgano “no tienen ningún interés en que Estados Unidos se retire, en cambio están muy felices de vernos invirtiendo cada vez más”.
Cuando EEUU anunció hace algunas semanas su “nueva estrategia” planteaba cínicamente que estaba destinada a la “protección de la población civil”. Sin embargo, aunque no siempre salga a la luz, las detenciones, torturas y asesinatos a la gente del pueblo son moneda corriente en Afganistán, del mismo modo que en otros sitios ocupados por EEUU. En este caso, además, con la envergadura de la operación, la continuidad en la matanza de civiles por parte de las tropas de ocupación se difundió rápidamente. Apenas iniciados los movimientos de esta operación, unos misiles disparados por la OTAN mataron a 12 personas en una casa de los cuales 6 eran niños. “El presidente Karzai está profundamente triste por la muerte de doce civiles al caer un cohete en una casa durante la operación militar” y “ha ordenado una investigación” decía un comunicado de la presidencia. Desde entonces las cifras se fueron ampliando vertiginosamente, a veces admitidas por la OTAN, en otros casos denunciadas por hospitales u organismos internacionales: peatones asesinados, casas bombardeadas, heridos que murieron porque los marines no autorizaron su retiro... la masacre sigue siendo la regla.
Empantanados
El 1 de mayo de 2003, el Secretario de Defensa D. Rumsfeld declaró: “han terminado los principales combates en Afganistán”. Siete años después, EEUU ha debido multiplicar sus tropas, sus bases y su gasto militar pero sin poder frenar a la resistencia ni conseguir el control de la zona.
Hasta ahora, la resistencia mantuvo el control en una buena parte del país, contando, además, con un importante apoyo entre la población. La actual ofensiva, aunque ha querido ser mostrada como determinante, no desarticula a la resistencia. De hecho, como lo admitió el embajador norteamericano, las bases más importantes de la resistencia afgana no están en Afganistán, sino del otro lado de la frontera con Pakistán.
Mientras tanto, en Afganistán, ya van cerca de 100 soldados extranjeros muertos en lo que va del año y alrededor de 1.700 desde el comienzo de la invasión, de los cuales más de 1.000 son norteamericanos. Al igual que sucede en otros sitios de ocupación como en Irak, los EEUU junto a sus aliados de la OTAN golpean con su inmenso aparto militar, pero inmediatamente la resistencia se reorganiza haciendo engorrosa la permanencia de las fuerzas de ocupación.

1) La intervención militar en Afganistán es eje central de la política europea. Prueba de ello es la reciente crisis política que sacudió a Holanda cuando parte de la coalición de gobierno, el Partido Laborista, fue obligada a renunciar por no seguir apoyando la invasión, dejando vacantes algunos ministerios.
2) Según el periodista Nick Turse la cifra total de bases estadounidenses en el extranjero supera largamente las 1.000. De ellas un número importante, incluidas las 400 de Afganistán no han sido declaradas oficialmente por el Pentágono.
3) La construcción de bases es un gran negocio para las empresas norteamericanas que se hacen cargo de la tarea. Según el Coronel Wilson “En la actualidad, tenemos en marcha trabajos en Afganistán por valor de 3.000 millones de dólares” “y para el verano, probablemente, cuando el polvo de todo el incremento se pose, tendremos entre 1.300 millones y 1.400 millones de dólares de esa cantidad en el Sur”. Ya entre 2002 y 2008, el Cuerpo de Ingenieros gastó más de 4.500 millones de dólares en proyectos de construcción en Afganistán, la mayoría dedicados a construcción de bases.
4) Además de su importancia militar por ser una zona dominada por la resistencia, Marjal es un lugar central para el cultivo de amapolas de opio: la ciudad es considerada eje de la red de contrabando de opio en el sur afgano.

Ahora, EEUU va por Yemen

Apenas una tonalidad superficial diferencia a Barack Obama de sus predecesores en la presidencia de EEUU. Cada uno de sus actos y anuncios ratifica que, sea el presidente negro y demócrata, o blanco y republicano, la política de EEUU es la misma de siempre.

“No descansaremos hasta dar con todos los implicados, con los que han puesto en peligro vidas inocentes, vengan de donde vengan, de Afganistán, de Somalia, de Yemen, de cualquier sitio”, prometió el presidente norteamericano en su primera declaración pública después de que un nigeriano, acusado de atentar contra un avión en pleno vuelo, confesara sus aparentes vínculos con Al Qaeda. La secretaria de estado, Hillary Clinton, dijo que la situación en Yemen es una “amenaza para la estabilidad regional y global”. La embajada de EEUU fue cerrada, y el gobierno difundió un alerta a los viajeros, desaconsejando toda visita al país ya incorporado al “eje del mal”, a la par de Sudán, Irán, Cuba, Siria, Nigeria y Paquistán.
En lugar del peligro de inexistentes “armas químicas” usado por Bush con Irak, la avanzada yanqui sobre el país más pobre de Medio Oriente usa la excusa de los vínculos con Yemen del nigeriano, que parece haber confesado hasta lo que no le preguntaron. Y coincidió con un gran aumento de los fondos para financiar operaciones contra bases fantasmas de Al-Qaeda en la zona y el aporte de 67 millones de dólares, más del doble de lo recibido en 2009, para “ayuda antiterrorista” al sumiso gobierno yemenita, que éste destina a reprimir movimientos insurgentes locales que lo denuncian como títere de los yanquis.
Yemen está en la estratégica ruta a los principales yacimientos de petróleo, además de poseer reservas sin explotar en cantidades exorbitantes. Ello, sin dudas, explica el interés norteamericano en controlar la región mucho mejor que los vínculos incomprobados de los movimientos locales con el ubicuo Ben Laden.
Más de lo mismo en la escalada bélica del presidente Barack Obama, que acaba de anunciar un presupuesto de u$s548.900 millones para gastos de guerra en el próximo año fiscal, el envío de 30.000 soldados que se sumarán a los 70.000 que ya hay en Afganistán y una nueva estrategia de defensa de misiles balísticos, llamada Phased Adaptive Approach.
Ni rastros de la “sinceridad” y “buena voluntad” que algunos esperaban de Obama, que cumple a pies juntillas lo que se espera del presidente del imperio.

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Haití: Se abre una nueva fase de la ocupación militar

Haití es tierra arrasada. Ocupado militarmente por el ejército norteamericano y los cascos azules, devastado por el terremoto que mató a 250.000 personas, y marcado por una historia de intervención militar y dependencia político económica, el pueblo de Haití sobrevive en las peores condiciones de miseria y desesperación.

Haití es el país más pobre del continente. Ha sido sometido por los más poderosos países de Europa y EEUU al atraso y la dependencia económica. En junio pasado la deuda externa contraída principalmente con el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) llegaba a los 1.884 millones de dólares. Eso por ahora, que aún no se ha iniciado el gigantesco negocio de la reconstrucción, sobre el que ya disputan las potencias imperialistas.
La miseria afecta a la enorme mayoría de sus 9 millones de habitantes. Antes del terremoto la expectativa de vida era de 52 años, la mortalidad infantil de 77‰, mientras el 50% vivía con menos de un dólar y el 75% con menos de dos dólares diarios.
El atraso y la dependencia marcan una economía centrada en las remesas que envían los haitianos que huyeron hacia el exterior y en donde el 55% de los productos alimenticios para el consumo básico deben ser importados.
Sólo una minoría de burgueses locales, socios menores de las multinacionales, vive en el lujo, encerrada en sus barrios privados que cuentan ahora con vigilancia militar internacional.

Una historia de intervención y dependencia
La injerencia norteamericana sobre Haití ha sido permanente. Puede remontarse hasta los inicios mismos de la vida independiente de ese país, cuando EEUU brindó su apoyo a Francia en su lucha contra la independencia haitiana (1791-1804) y en sus intentos de restaurar el dominio de Napoleón Bonaparte. Desde entonces los norteamericanos impusieron sanciones económicas faustuosas junto a Francia, ocuparon y gobernaron directamente Haití entre 1915 y 1934, manipularon los distintos gobiernos estableciendo las dictaduras de los Duvalier primero, entre 1957 y 1986, y luego democracias que fueron manejadas a discreción por los EEUU, quienes se encargaron de sacar y poner presidentes, derrocarlos, llevárselos del país y volver a ponerlos en función de sus necesidades.
En este curso, los EEUU volvieron a la intervención directa por la vía militar en 2004, desplegando tropas y sacando ellos mismos del país al presidente haitiano en lo que llamaron la operación “mañana seguro”. Cientos de haitianos fueron asesinados entonces por las tropas estadounidenses.
Esta injerencia militar norteamericana sobre Haití se dio en el marco de la ampliación del guerrerismo post 2001 que viene teniendo como centro la invasión y ocupación militar de Irak y Afganistán. Pero en su escalada internacional, los EEUU pronto se vieron desbordados por la magnitud que adquirió la resistencia antimperialista en Medio Oriente y decidieron el envío masivo de tropas hacia Irak y Afganistan, movilizando hacia allá numerosos contingentes militares apostados en distintos lugares del mundo. Ante esa situación los EEUU organizaron su reemplazo en Haití, dejando la ocupación a cargo de la ONU. Para ello, junto a numerosos estados del mundo, también los latinoamericanos han dado su buena cuota de militares, policías y demás fuerzas de ocupación. Allí, como parte de la Minustah, vienen sosteniendo efectivos los gobiernos de Lula (Brasil), Tabaré (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Bachelet (Chile), Funes (El Salvador), Lugo (Paraguay), A. García (Perú), Uribe (Colombia), y, por supuesto, Cristina Fernández.
Desde 2004 esta fuerza conjunta entrena y dirige a las fuerzas de seguridad locales y garantiza ella misma la ocupación militar sobre Haití, que se ha cobrado centenares de muertos, además de las infinitas denuncias por violaciones, torturas y demás que estas mal llamadas “tropas de paz” tienen allí y a lo largo del mundo. Tras una elección controlada por la ONU en 2006 asumió un nuevo presidente, pero manteniendo hasta ahora la ocupación militar.

Del terremoto a la vuelta de la invasión norteamericana
Luego del terremoto del 13 de enero, con lo que parecería ser una desgracia apocalíptica desconectada de su contexto social, los grandes medios de comunicación parecen descubrir ahora el desastre en Haití.
Allí están desde canal 7, que encubre sistemáticamente la gravedad de la ocupación de la que participa el gobierno argentino, hasta la CNN, promotora de la expansión militar yanqui en el mundo. Unos hablan de sus “cascos azules” y lloran a un gendarme que se encargaba de instruir a una de las policías más sangrientas del continente, evitando consignar los cientos de haitianos muertos bajo los fusiles de sus “tropas de paz”. Los otros encubren a sus estados imperialistas que, al tiempo que se ufanan de enviar “ayuda humanitaria”, se preparan a iniciar el fabuloso negocio de la reconstrucción. Con ello, como lo hacen en Irak, empresarios y banqueros internacionales descargarán sobre el pueblo haitiano una pesada deuda impagable, obligándolos a extender su dependencia.
Poco y nada dicen sobre lo que podría haber hecho Haití frente a un terremoto si no fuera la nación pobre que le han obligado a ser, sometida por los EEUU y ocupada por sus pequeños socios como Argentina. Los miles de hombres que se hubieran salvado si allí hubiera hospitales, médicos, rutas, aeropuertos; si allí hubiera planificación social y previsión de los acontecimientos. Pocos recuerdan, por ejemplo, que ante un mismo fenómeno natural como los huracanes que azotan a todo el caribe, en los últimos años vienen muriendo 260 haitianos por cada fallecido que hay en la isla de Cuba, que aunque tiene pocos recursos, se preocupa por su pueblo y planifica la reacción ante los golpes de la naturaleza.
Ahora, con la excusa del terremoto, junto a la Minustah de la ONU, se han vuelto a instalar las tropas yanquis con un despliegue espectacular de efectivos y tecnología militar, en lo que promete ser una nueva etapa de la ocupación sobre Haití, esta vez sin intermediaciones de los socios menores como Argentina o Brasil. La vuelta a la ocupación directa que, como afirmó el coronel Kane, perdurará “el tiempo que se necesario”, además de servir como garantía de los empresarios norteamericanos para sus negocios en la reconstrucción, es un nuevo paso de EEUU en su política de extensión regional para el control de los recursos y el combate a todas las formas de resistencia, sumándose al impulso de la IV Flota y al despliegue de cada vez más bases en el continente, particularmente en Colombia.

Obama no va a cerrar Guantánamo

Barack Obama se aseguró aplausos en todo el mundo cuando firmó un decreto que ordenaba cerrar la cárcel de Guantánamo. Poco después, mientras anunciaba el incremento de tropas en Afganistán, confesó que no cerraría la prisión con mayor índice de “suicidios” del mundo. Obama se justificó: “las cosas en Washington se mueven más lentamente de lo que él había calculado”.
Ni siquiera se avanzó en la legalización de los prisioneros, secuestrados en todo el mundo, retenidos sin acusaciones conocidas ni derecho a defensa. Más de 200 presos políticos, definidos como “sospechosos de terrorismo”, sobreviven sometidos a técnicas de privación sensorial, encapuchados y hasta con sus manos enguantadas para impedirles usar el tacto, mientras los especialistas de la CIA usa el waterboarding (submarino) y otras formas de tortura, en sus diarios interrogatorios. Y esas atrocidades son, apenas, lo poco que trasciende.
Mientras tanto, Obama evalúa alternativas, como acuerdos para enviarlos a terceros países (a cárceles como la de Abu Graib) o a prisiones especiales en territorio yanqui, como el Centro Thompson, a unos 200 kilómetros de Chicago, que se construyó en 2001.
Otra “solución”, propuesta por el fiscal general, Eric Holder, es categorizar a los presos como “combatientes enemigos”, sobre la base del derecho vigente en tiempos de guerra, y encerrarlos de forma indefinida, sin ser juzgados.

Con el “premio Nóbel de la paz” Barack Obama: Avanza la política guerrerista de EEUU

El triunfo electoral del candidato negro y del Partido Demócrata, Barak Obama, en EEUU en el 2008, trajo esperanza y buenos augurios para quienes pretenden mantener una buena relación con los EEUU sin querer ser acusados de proimperialistas. Por supuesto, allí estuvieron los que nunca han dejado de tener claras posiciones serviles con el imperio como Lula, los Kirchner, Tabaré, o Bachellet. También se mostraron expectantes los “progresistas latinoamericanos” como Evo Morales o Rafael Correa, confiando en que ahora la relación con EEUU podría ser diferente. Obama también alimentó la confianza del presidente paraguayo Lugo y del ex Tupamaro, José Mujica, quien no dejó de hacer sus pronunciamientos augurando nuevos tiempos. Finalmente, también en esa dirección fueron las declaraciones provenientes del estado cubano y del propio Fidel Castro, que no tardaron en mostrar la confianza que les inspiraba la “sinceridad” del nuevo presidente.

A poco tiempo recorrido, la realidad ha mostrado que de Bush a Obama sólo se ha intentado cambiar de matiz. La política invasionista de EEUU no ha cesado, por más que la burguesía intente lavarle la cara, otorgándole paradójicamente el premio Nóbel de “la paz”. Varios de los que querían creer deben decir ahora que la “derecha republicana” estadounidense es demasiado fuerte y que al “pobre” Obama no lo están dejando llevar adelante “su política”, como si Obama en algún momento hubiese planteado que EEUU iba a dejar de sostener la guerra como método de control cuando el imperialismo así lo necesitara.
Lo cierto es que el supuesto repliegue militar del gobierno de Obama no es más que una mentira: los militares yanquis siguen en Irak; intervienen en Pakistan; han aumentado el número de tropas en Afganistán y seguirá aumentando cuantiosamente; apoyan la política genocida de Israel contra Palestina y el Líbano; cuentan con centenares de bases militares y cárceles del tipo Guantánamo por todo el mundo. Esa misma política desarrollan en América Latina con el despliegue de la IV Flota, la proliferación de bases militares y los entrenamientos conjuntos.
Estos ejemplos no hacen más que mostrar que la política estadounidense no ha cambiado y que está bien claro que hay disposición a seguir invirtiendo una importantísima parte del presupuesto para garantizar, en diferentes regiones, el control que necesitan para la explotación.
En un documento publicado por el Departamento de Defensa de EEUU en junio de 2008, esta continuidad se expresa claramente: “Este documento resume cómo contribuiremos a alcanzar los objetivos de Estrategia de Defensa Nacional y un mundo más seguro y próspero para el beneficio de todos. Pronto, EEUU tendrá un nuevo presidente y un nuevo Comandante en jefe, pero los complejos asuntos que afrontamos seguirán siendo los mismos. Esta estrategia es un plan a ser desarrollado en los años que siguen”.(1)
En este mismo documento plantean como prioridad la “defensa del pueblo” de EEUU (que no es más que la defensa de los negocios de la burguesía norteamericana) y la “responsabilidad” adicional que este país dice tener para con el resto del mundo: “Seguimos siendo un faro de luz para aquellos en los lugares oscuros, y por esta razón debemos recordar que nuestras acciones y palabras señalan la profundidad de nuestra fuerza y determinación…Para tener éxito debemos aprovechar e integrar todos los aspectos del poder nacional y trabajar estrechamente con una amplia gama de aliados, amigos y socios. No podemos prevalecer si actuamos solos… Se trata de fomentar un mundo de estados bien gobernados, que puedan satisfacer las necesidades de sus ciudadanos y se conduzcan responsablemente en el sistema internacional. Este enfoque representa la mejor manera de proporcionar seguridad duradera para el pueblo estadounidense”. Así, las tropas estadounidenses han intentado siempre legitimarse e históricamente han invadido territorios, han apoyado gobiernos genocidas o han financiado ejércitos de mercenarios destruyendo, torturando y asesinando a pueblos enteros en todo el mundo.
Claramente, el estado yanqui, gobierne quien gobierne, sea su discurso más duro o más moderado, necesita de la represión y el control a nivel internacional para garantizar su política para la estabilidad del sistema capitalista. Más aún en tiempos como éstos, donde la crisis económica mundial acecha, la burguesía imperialista necesita garantizar su reacomodamiento, y esto sólo lo logra a costa de la miseria y la opresión de los países dependientes y, en particular, de su clase trabajadora.
Pero esta situación es inestable. El imperialismo impone miseria y opresión, pero también en muchos lugares la respuesta es la resistencia de movimientos y organizaciones que luchan por la liberación y la transformación social. Para estas situaciones se prepara permanentemente EEUU: “La estrategia de Defensa Nacional sirve como documento de culminación del Departamento en este esfuerzo a largo plazo. También proporciona un marco para otras orientaciones estratégicas del Departamento de Defensa, específicamente en la campaña y la planificación de contingencia y el desarrollo de inteligencia de la fuerza. Refleja los resultados de la Revisión Cuatrienal de Defensa (2006) y las lecciones aprendidas de las operaciones en curso en Irak, Afganistán y otros lugares. Se ocupa de cómo las Fuerzas Armadas de los EEUU darán la pelea y ganarán las guerras de Estados Unidos y la forma en que tratamos de trabajar con las naciones asociadas para dar forma a las oportunidades en el entorno internacional para mejorar la seguridad y evitar los conflictos”.(2)
Aunque intentan negarlo, es notable la preocupación de la burguesía norteamericana por garantizar el orden para sus negocios y la explotación en los territorios donde, afortunadamente, encuentran resistencia. Para eso han elaborado este plan de Defensa Nacional que está directamente vinculado, o mejor aún, tiene como eje central el accionar de las Fuerzas Armadas a nivel internacional como forma de resguardar la seguridad y el bienestar de la política interna de EEUU. En este marco, Obama, como referente del partido único de la burguesía yanqui que conforman juntos demócratas y conservadores, asume el rol que ha venido a cumplir, representando los intereses del capitalismo norteamericano. Así, en defensa de los negocios privados del gran capital imperialista, el “premio Nóbel de la paz” lleva la guerra a todos los rincones del mundo.

(1) “Estrategia de Defensa Nacional”, Junio de 2008, publicado por el Departamento de Defensa de EEUU. El texto completo se encuentra en inglés en: http//merln.ndu.edu/whitepapers/US2008NationalDefenseStrategy.pdf
(2) Idem.

Con las bases militares en Colombia: El imperialismo avanza sobre América Latina

En forma consecuente con su política guerrerista internacional, EEUU puso en funcionamiento, en nuestro continente, la IV Flota, que le permite al ejército estadounidense un importante control sobre toda la región; apoyó, en los hechos, al menos por el tiempo necesario para su establecimiento, a quienes dieron el golpe en Honduras; ha sostenido la intervención militar en Haití con la colaboración de varios ejércitos latinoamericanos; ha multiplicado los ejercicios militares conjuntos y las instalaciones de su tropa en territorio latinoamericano; ha aumentado en forma constante el gasto para el financiamiento de la represión estatal y el paramilitarismo en Colombia por medio del “plan patriota” y el “plan Colombia”. Y ahora, con más despliegue e inversión para el control de lo que considera “su patio trasero”, avanza también con la ocupación de siete bases militares en territorio colombiano para garantizar el acceso directo de soldados estadounidense en el territorio y el entrenamiento del ejército colombiano local.

El avance militar yanqui tiene el doble propósito de garantizar su acceso y control a recursos y mercados que considera estratégicos y de combatir, a su vez, a quienes resisten la avanzada militar y luchan por la transformación social, constituyéndose en un ejemplo para el conjunto del continente.
En este sentido, un documento publicado a principios de abril de 2009 por el Comando de Movilidad Aérea (AMC), “Global En Route Strategy”, más conocido como “Libro Blanco”, enuncia que “América del Sur está siendo incluida en la llamada «estrategia de ruta global»”. Allí se señala que “Los EUA requieren libertad de acción en los espacios globales comunes y acceso estratégico a importantes regiones del mundo para encontrar sus necesidades de seguridad nacional”.
Estas rutas están trazadas con el fin de lograr un despliegue rápido y a gran escala hacia las zonas de importancia para EEUU con hipótesis de conflicto, garantizando una alta movilidad aérea, terrestre o naval, tropas, armas, municiones, vehículos de combate, etc.
La ocupación de las bases colombianas se inscribe en esta dinámica para el control continental y mundial, en un marco en que las repetidas y pronunciadas crisis capitalistas no dan demasiado tiempo para la recuperación de la burguesía, y en que la competencia con otros países, que se perfilan como posibles rivales, lo obligan a actuar más rápida y efectivamente.
Además del negocio que implica la guerra misma, EEUU avanza con esta incursión militar en su aspiración de tener un mayor dominio del narcotráfico, uno de los negocios más importantes del mundo que tiene en Colombia un centro importante de aprovisionamiento. Al mismo tiempo, las bases sirven para avanzar sobre otras áreas de interés para EEUU, donde hay reservas de agua dulce y grandes extensiones de tierra sin ocupación ni contaminación, como son la Cuenca del Orinoco y la Amazonia Oeste. Con la base de Palanquero, establecida como una “localidad de seguridad cooperativa” (CSL), EEUU podrá cubrir casi la mitad del continente sin necesidad de reabastecimiento de combustible (y si el reabastecimiento fuera posible, se podría cubrir la totalidad del continente exceptuando la región de Cabo de Hornos). Y además, con esas bases EEUU se propone, como lo expresa el “Libro Blanco”, “asistir con movilidad en el camino hacia África”, sobre todo el golfo de Guinea. Esta es una de las áreas de su principal interés donde, en nombre del combate al terrorismo internacional, el Pentágono proyectó desde el 2000 una política para la extracción de hidrocarburos en la zona y el freno al importante avance de China sobre ese continente. También aquí, la base de Palanquero se constituye como un eje en la nueva ruta hacia África. Desde allí, la distancia hasta el próximo punto en la ruta hacia el Golfo de Guinea (Ascensión) estaría en el límite de la autonomía punto a punto de un C-17.(1)

Despliegue militar para combatir a la resistencia
Pero más allá de su aspiración constante de controlar los recursos y los circuitos económicos más redituables, EEUU ha determinado hace varios años que debe hacer todos sus esfuerzos por derrotar a la guerrilla colombiana, cuya permanencia ve como un serio peligro en la región.
El despliegue militar en Colombia contra la resistencia armada es parte de una orientación más general de los EEUU, con la que buscan aplastar cualquier tipo de iniciativa independiente o revolucionaria, a lo largo del continente y el mundo. Al respecto, el Departamento de Defensa norteamericano decía el año pasado: “Este entorno está definido por una lucha global contra la ideología extremista violenta que busca derribar el sistema estatal internacional. (…) Sus partidarios rechazan la soberanía del Estado, ignoran las fronteras, y niegan la libre determinación y la dignidad humana. (…) La lucha contra estos grupos violentos requiere, a largo plazo, enfoque innovadores. La incapacidad de muchos estados de tener políticas eficaces, o de trabajar con sus vecinos para garantizar la seguridad regional, representa un desafío para el sistema internacional. Grupos armados subnacionales, incluyendo, pero no limitados a aquellos inspirados por el extremismo violento, amenazan la inestabilidad y la legitimidad de los Estados clave. Si no se controla, esa inestabilidad se extiende y amenaza las regiones de interés para Estados Unidos, nuestros aliados y amigos. Los grupos insurgentes, y otros actores no estatales locales, con frecuencia explotan las condiciones geográficas, políticas o sociales para establecer refugios desde los que pueden operar con impunidad. Sin gobierno, sub gobernadas o mal gobernadas, las zonas en disputa ofrecen un terreno fértil para que estos grupos exploten los vacíos de poder para socavar la estabilidad local y la seguridad regional. Abordar este problema requiere la cooperación local y enfoques creativos para denegar a los extremistas la oportunidad de obtener puntos de apoyo.”(2)
Para avanzar con esta política de control militar, los EEUU han dado impulso a una campaña por medio de la cual intentan pintar un panorama caótico en Latinoamérica. Para ello ligan en forma intencional el narcotráfico (del que ellos son los principales accionistas) con las organizaciones políticas que enfrentan al imperialismo y las catástrofes naturales con la pobreza propia de los países dependientes. Y ante todo eso, se ubican a sí mismos como los salvadores que deben intervenir para evitar ese supuesto descontrol.
En esta línea, el 6 y el 13 de marzo de este año, James Stavridis, comandante del Comando Sur (Southcom), en su discurso ante el senado de EEUU, refiriéndose a Latinoamérica, dijo: “Es un área del mundo con extraordinarias promesas, pero abrumada por la pobreza. Y también abrumada por los narcóticos y la inestabilidad. Pero es nuestro hogar, y debemos enfrentar seriamente esos desafíos… La reactivación de la IV Flota nos da gran presencia en la región. Nos otorga real capacidad de control y comando. La Flota nos permite respuestas en tiempo real, tanto en cuestiones humanitarias o de desastres naturales como en movimientos antinarcóticos. La velocidad es importante en esos escenarios… Sigo preocupado por la actividad de radicales islámicos en la Triple Frontera (Argentina, Brasil, Paraguay). Es, en mi opinión, actividad de Hezbollah. Hay, claramente, recolección de fondos, lavado de dinero, tráfico de drogas. Los fondos reunidos, en parte, vuelven a medio oriente…”
En base a este discurso se da ahora impulso a la construcción de infraestructura regional para la intervención rápida y masiva norteamericana en Colombia, lo que implica mayores esfuerzos para combatir la guerrilla. Esto se da luego del fracaso del Plan Colombia por el control efectivo de la región, para el cual, el estado norteamericano ya ha invertido miles de millones de dólares, dispuesto a jefes militares para el entrenamiento y promovido la participación de grupos de contratistas privados sin que eso haya dado aún resultados. Por eso, no es casual que sea en Colombia donde se haya garantizado el acuerdo de la utilización de siete bases militares para el entrenamiento de las Fuerzas Armadas locales con instrucción y tecnología norteamericana. Evidentemente, a la burguesía internacional (porque no solamente EEUU pone dinero, sino también la Unión Europea) le preocupa que desde hace más de 40 años existan organizaciones armadas que se destacan al marcar un eje de discusión a nivel nacional e internacional, a pesar de los grandes esfuerzos que hacen por ocultar su grado de importancia.
Por eso, el 29 de junio de 2009, el presidente Barack Obama recibió a su par Álvaro Uribe en la Casa Blanca y semanas después se anunció que el Pentágono hará uso de siete bases aéreas y navales en Colombia, el país que más dinero recibe en asistencia militar en América Latina y el tercero en el mundo.
En una nota publicada en la web por Global Research el 23 de julio de 2009, se aportan datos relevantes para entender la importancia de la lucha colombiana para EEUU:
“Colombia ya era el mayor recipiendario de ayuda militar en el hemisferio occidental cuando se lanzó el Plan Colombia. A partir de entonces, el aporte de dinero creció 20 veces en los primeros dos años, 1998-2000, superado sólo por los envíos a Israel y Egipto. En 10 años, desde 1998, el incremento de fondos fue de 100 veces.
La escalada de operaciones de contrainsurgencia se enmascaró como “guerra a las drogas”. Sin embargo, 9 años después, Colombia sigue siendo el principal proveedor de drogas de EEUU.
Después del 11 de Septiembre de 2001, las FARC fueron «jerarquizadas» al tope de la lista de enemigos en la llamada «Guerra Global». Se aprobaron nuevos envíos de fondos y de unidades militares, incluyendo Fuerzas Especiales y Comandos Brigada, que se instalaron en 8 unidades regionales de inteligencia con varios aviones de reconocimiento, y lo más sofisticado en materia de comunicaciones aire-tierra. Se crearon una Escuela de Inteligencia y un Centro de Contrainteligencia.
Ahora, para enfrentar décadas de insurgencia en Colombia es necesaria una escalada militar”.(3)

El control real sobre el territorio: las bases.
Un comunicado de prensa del Departamento de Estado sobre su incursión en Colombia afirma que dicho país y EEUU han acordado profundizar la cooperación “bilateral” en temas de seguridad.(4) Afirma también que el Acuerdo complementario de Cooperación y Asistencia técnica en seguridad no permite el establecimiento de ninguna base militar de EEUU en Colombia, por lo que sólo “asegura el acceso de EEUU a ciertas facilidades colombianas para encarar actividades de mutuo acuerdo”.
Aunque muy ridícula, esta salvedad fue suficiente para que en el encuentro de UNASUR, que se realizó en agosto en Bariloche, por un lado, la presidenta argentina dijera que había que salir de la discusión sobre nomenclaturas “bases sí o bases no” y, por otro, para que el presidente de Bolivia alentara a firmar en acuerdo conjunto el documento, ya que no se trataba de “bases yanquis”. Y Evo Morales tenía razón. No se trata de bases yanquis, se trata de Forward Operating Locations (FOLs) que ya existen en Latinoamérica y el Caribe: una en El Salvador (Comalapa), otra en las Antillas Holandesas (Aruba/Curaçao)(5), y la recientemente no autorizada por Ecuador (Manta), la cual será reemplazada por siete en Colombia. EUU tendrá, así, acceso a tres bases colombianas de la fuerza aérea en Palanquero, Apiay y Malambo, a dos bases navales y a dos instalaciones militares. También, según el mismo documento, será posible el acceso a otras bases o instalaciones, de común acuerdo.
Mucho más allá de estas aclaraciones, a nadie puede caberle ninguna duda de que, sea cual sea la forma que quieran darle a esta avanzada norteamericana, de lo que se trata es del permiso absoluto que otorgan los gobiernos cipayos de la región a la libre acción de EEUU y su ejército sobre todo el continente.
Las FOLs son instalaciones de bajo costo para EEUU, ya que usan la infraestructura de los países anfitriones, y fueron creadas formalmente “para el control de narcotráfico”, aunque en Colombia, lejos de ubicarse en los centros más importantes de tráfico de drogas, lo han hecho en las zonas de operación de la guerrilla. Desde allí se pueden hacer controles y vigilancia con aeronaves especializadas para el monitoreo llevadas desde EEUU. Operan pequeñas cantidades de militares, agentes de la DEA, guardacostas y personal de la aduana de EEUU para coordinar las comunicaciones y la inteligencia. Las fuerzas norteamericanas permiten que las fuerzas locales compartan las misiones que se realizan para facilitar el entrenamiento. EEUU invierte en el reacondicionamiento de estas bases para garantizar su optimización en el uso. Sólo para la base de Palanquero, el congreso de EEUU destinó u$s46 millones para mejorar la pista y el hangar. El número de militares uniformados es de 800, más 600 “contratistas civiles”.
Como argumento para justificar la proliferación de sus bases militares, EEUU habla de “misiones de asistencia humanitaria del Comando Sur de EEUU”. Pretenden teñir con una imagen “humanitaria” la ocupación y el ataque a la resistencia. Para ello dicen que se proponen intervenir frente a catástrofes naturales (Fuerzas Aliadas Humanitarias), colaborar en la construcción de escuelas, clínicas, centros comunitarios, pozos de agua, etc. (Beyond de Horizon, de tres años de duración y los New Horizons, de un año de duración), y promueven equipos que, por dos semanas, proveen tratamientos médicos en zonas pauperizadas (estos planes se llaman MEDRETEs y el Southcom dirige más de 60 al año).
Por supuesto, tenemos sobradas muestras de lo que estas “misiones” significan: la invasión del ejército yanqui cometiendo todo tipo de tropelías. Su implementación efectiva ha arrojado resultados contundentes en las regiones en las que se han implementado. En el mejor de los casos, no se han llevado a cabo tales ayudas, pero la mayoría de las veces las tropas se han encargado de entrar a los pueblos destruyendo todo lo que han encontrado al paso, violando, masacrando. El caribe está inundado de bases norteamericanas y tras los desastres naturales (que ocurren con bastante frecuencia) las tropas se aseguran de “mantener la paz social” a punta de fusil ante los pueblos desesperados que lo han perdido todo.
En realidad, como lo plantea la “Estrategia de Defensa Nacional”, para los EEUU: “Este conflicto es una campaña irregular prolongada, una violenta lucha por la legitimidad y la influencia sobre la población. El uso de la fuerza juega un papel, sin embargo, los esfuerzos militares para capturar y matar a los terroristas pueden estar subordinados a las medidas para promover la participación local en el gobierno y los programas económicos para estimular el desarrollo, así como los esfuerzos para entender y atender las quejas que a menudo se encuentran en el corazón de la insurgencia. Por esta razones, posiblemente el componente militar más importantes de la lucha contra los extremistas violentos no es tanto nuestra propia intervención, sino lo bien que ayudamos a nuestros socios a defenderse y gobernarse a sí mismos. Trabajar con y por medio de los agentes locales cuando sea posible para hacer frente a los retos de seguridad común es el enfoque mejor y más sostenible para luchar contra el extremismo violento. A menudo, nuestros socios están en mejor posición para manejar un determinado problema porque entienden la geografía local, las estructuras sociales y la cultura local mejor que lo que nosotros jamás podríamos. Es la colaboración entre las agencias de nuestros socios internacionales lo que ayudará a los Estados vulnerables y las poblaciones locales en su intento de mejorar las condiciones para erradicar el extremismo y desmantelar las estructuras que apoyan y permiten que los grupos extremistas crezcan”.
Como vemos, la administración Obama, al igual que todos sus antecesores, también tiene una gran preocupación en el desarrollo de la política de “seguridad” (de los negociados yanquis). Ante los frentes internos que se han abierto en EEUU con la crisis, como el desempleo, la salud y la vivienda, evidentemente el control de otras regiones y el desarrollo de la guerra siguen siendo la salida para el gobierno norteamericano, más allá de que sean conservadores o demócratas quienes estén al mando.
Por eso en EEUU, gobierne quien gobierne, la burguesía ya tiene un plan para mantener y acrecentar sus negocios. No se trata de un plan maquiavélico de la mano de personajes monstruosos como W. Bush. Se trata de la única lógica que mueve al capital, el de la competencia más feroz para sobrevivir en el mercado y ampliar sus ganancias. En ese camino, para la burguesía todo vale: la guerra, la invasión, la destrucción, la tortura, la muerte.
Pero, así como el imperialismo se prepara, también la resistencia se nutre de experiencia y resurge ante cada ataque. Aún bajo la opresión y en condiciones de absoluta inferioridad, la persistencia de los que resisten nos muestra que no hay otro camino que la lucha y que, por más difícil que sea, sólo por ese camino podremos vencer los planes de sumisión y dependencia que traen los yanquis para América Latina.

(1) Esta aeronave se toma como referencia ya que se trata de un avión militar a reacción de gran tamaño para transporte de carga de hasta 77 toneladas (puede trasladar tanques Abrams M1 y también tropas -del orden de 200-), con un alcance máximo sin reabastecimiento de combustible de 2000 millas náuticas (unos 3700 km) en un vuelo de ida y vuelta, y del orden de los 3500 mn (6500 km) su rango de punto a punto. Opera en pistas de 900 metros de longitud.
(2) “Estrategia de Defensa Nacional”, Junio de 2008, publicado por el Departamento de Defensa de EEUU.
(3) “EEUU aumenta sus planes de guerra en Latinoamérica”, Global Research, 23 de Julio de 2009. (http://www.globalresearch.ca)
(4) Comunicado de Prensa del Departamento de Estado sobre el acuerdo de defensa con Colombia, 18 de agosto de 2009. (http://www.state.gov/r/pa/prs/ps/2009/aug/128021.htm).
(5) En esta FOL hay personal de EEUU, Holanda, Reino Unido, Canadá y Francia. Las operaciones diarias son dirigidas por la fuerza aérea norteamericana.
(6) “Estrategia de Defensa Nacional”, Junio de 2008, publicado por el Departamento de Defensa de EEUU.

Ejercicios militares conjuntos

Sólo en 2008 se realizaron los siguientes ejercicios militares:
1) TRADEWINDS: Es un ejercicio marítimo de Seguridad en Migraciones Ilegales y Tráfico Ilícito en el Caribe. En 2008 se realizó en República Dominicana, con 16 países.
2) UNITAS Atlantic, con fuerzas de Argentina, Brasil y EEUU. Incluyó escenarios de guerra electrónica, defensa antiaérea, antisubmarina, antisuperficie y operaciones de interdicción marítima.
3) UNITAS Pacific, con fuerzas de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y EEUU. Similar al anterior.
4) Fuerzas Armadas PANAMAX: Tiene foco en el canal de Panamá, uno de los pasos marítimos cruciales, tanto estratégica como económicamente. El ejercicio incluye muchos países de la región y otros que utilizan el canal. Está diseñado para mejorar la inter-operatividad de las fuerzas militares y civiles de las naciones preocupadas por asistir a Panamá en caso de ser necesario proteger el paso por el canal y garantizar su “neutralidad”. Incluye ejercicios en tierra, aire y mar, y operaciones especiales. El del 2008 incluyó 30 barcos, una docena de aviones y 7000 efectivos de 29 países, y hubo participación de la Argentina.
5) Peacekeeping (PKO): Ejercicios de “mantenimiento de la paz”, que brindan oportunidades de entrenamiento tanto a las fuerzas de EEUU como de las naciones participantes en escenarios de “mantenimiento de la paz”. En 2008 se realizó en Nicaragua, con 23 naciones incluyendo a la Argentina.
6) FUERZAS COMANDO: Ejercicio de contraterrorismo que enfoca la cooperación regional, entrenamiento y disponibilidad de las fuerzas en tácticas terroristas, técnicas y procedimientos. En 2008 se realizó en Texas con 17 naciones, entre ellas la Argentina. Participaron 300 militares, funcionarios judiciales, miembros de las fuerzas de seguridad y civiles. Su objetivo es mejorar las relaciones intra militares, las habilidades para la operación conjunta y mejorar la seguridad regional. El ejercicio pone a prueba la resistencia física y psicológica de los participantes a través de muchos “obstáculos”, tanto en tierra como en agua. Se incluyeron dos partes: una competencia multinacional en habilidades para operaciones especiales y un seminario de capacitación de líderes. La competencia de destrezas fue diseñada para mejorar la cooperación regional multinacional, aumentar la confianza mutua, promover la capacitación, la preparación y la interoperabilidad de los que participan en las fuerzas de operaciones especiales (tácticas, técnicas y procedimientos). Hubo dos eventos: competencia de grupos de asalto (test de aptitud física, concurso de confianza, combate cuerpo a cuerpo, marcha con mochilas, etc) y una competencia de francotiradores (snipers). Cada nación participante envió un Juez, cinco personas del equipo de operaciones especiales de asalto y un equipo de dos francotiradores.

La naturaleza del imperialismo

El imperialismo sigue avanzando a lo largo de todo el mundo. Su faceta militar es tal vez la más evidente. Avanzada en Afganistán y permanencia en Irak, encabezadas por EEUU y acompañadas por otros países imperialistas europeos. También el estado de Israel, potencia militar apoyada por EEUU, lleva adelante incursiones devastadoras contra pueblos como el palestino o el libio. Centenares de bases militares y cárceles de EEUU al estilo de Guantánamo por todo el mundo. En América Latina, el imperialismo ha promovido la invasión a Haití, sostenida en base al apoyo militar de los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y Bolivia; despliega la IV Flota, dirige el entrenamiento conjunto con ejércitos latinoamericanos, instala cada vez más bases militares, como sucede en Colombia, y avanza, ahora, con su incursión aún más directa en la lucha contra la resistencia en ese país. Por eso el Che decía que “No se puede confiar en el imperialismo, pero ni un tantico así, nada”. Para los trabajadores, el imperialismo es un enemigo al que debemos combatir.

El imperialismo no es sólo una bestia militar desenfrenada, ni es una fuerza “anormal” que está por fuera de la lógica de este sistema. Muy por el contrario, el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo. Expresa el punto más alto de concentración y acumulación económica, de la prepotencia militar y de la desfachatez política propia del sistema de explotación capitalista, que hoy rige los destinos de la humanidad.
La lógica del capitalismo, que es la lógica de la competencia empresarial, de la maximización de la ganancia en base a la explotación de los trabajadores y de la disputa con los capitalistas competidores, es la lógica que permite una tendencia constante hacia la concentración y centralización del capital en manos de algunos capitalistas, quienes forman el sostén económico de las potencias imperialistas. Así, en base a la explotación constante de los trabajadores, es decir, de la enorme mayoría de la humanidad, los capitalistas se enfrentan entre ellos en la competencia. En la disputa interburguesa algunos se fortalecen y otros se debilitan. Los vencedores acumulan una proporción cada vez mayor de capital, se desarrollan tecnológicamente, manejan las industrias de punta, y logran muchas veces dominar gran parte del mercado, estableciendo oligopolios o monopolios. Los explotadores más chicos, por su parte, buscan permanecer en la competencia desarrollándose en las ramas más atrasadas de la industria como son la textil o la agropecuaria, apelando siempre a la superexplotación de los trabajadores (recuérdese, por ejemplo, las condiciones de trabajo en los talleres clandestinos o las de los peones rurales argentinos).
Para la definición de las tareas y del programa político de los luchadores anticapitalistas, es muy importante tener presente que los capitales más concentrados (que a veces llegan a ser monopólicos o más frecuentemente oligopólicos), son la máxima expresión de una dinámica de la que participan todos los capitalistas, incluyendo en ellos a los “empresarios nacionales”, las PyMES, los “productores agropecuarios” que viven en base a la explotación de los peones rurales, etc.. Por eso, éstos, lejos de ser “aliados” de los trabajadores, son la expresión más cercana de nuestro enemigo de clase.
Por su lugar dominante en el marco de la competencia capitalista, los burgueses más poderosos consolidan su predominio y se organizan alrededor de estados que atienden directamente sus intereses y que usan de plataforma para avanzar en su carrera por la acumulación. Como decía Engels, el estado es el “representante oficial de la sociedad capitalista”, “el capitalista colectivo ideal”.
Los superpoderosos estados imperialistas se conforman, a su vez, como la expresión de lo más concentrado del capitalismo actual. Ese poderío les permite imponer y profundizar la división internacional del trabajo, transformando a los países atrasados en áreas para la extracción de recursos naturales valiosos (petróleo, gas, agua, minerales, etc.), cuyo rol es el de la producción de materias primas, el ensamble de productos elaborados (como en las maquilas), o, a lo sumo, la producción fabril más elemental y fragmentada. De este modo, el imperialismo aprovecha las condiciones de atraso para reforzar la dependencia, saquear nuestros recursos y exportar sus capitales, estableciendo filiales de sus empresas que acumulan grandes ganancias, y pagando un bajísimo precio por la mano de obra local.
Y de la misma forma que los grandes capitalistas de EEUU o de las potencias europeas utilizan a sus estados imperialistas para defender y promover sus intereses en términos económicos (con leyes aduaneras, subsidios, rescates, promoción comercial, etc.), también hacen lo mismo, y sin dudarlo, por la vía política y militar. Es una constante la intromisión yanqui y de las potencias europeas, muchas veces por medio de organismos internacionales. Así, por ejemplo, mientras el FMI marca las pautas de la economía para los países dependientes, los planes del Banco Mundial marcan las políticas sociales (de salud, educación, vivienda, condiciones de vida, etc.) sobre grandes porciones del mundo (nuestro país incluido), cuyos resultados son siempre la desnutrición, la muerte por enfermedades curables, la multiplicación de la pobreza, etc. Y así también las potencias imperialistas, solas o por medio de la ONU, la OEA, o la OTAN, realizan sus incursiones militares como medio para acceder a productos estratégicos, rutas comerciales, mano de obra barata, etc., y como forma de ratificar su dominio mundial buscando aplacar la lucha de todos los que se organizan para resistir. De este modo, como es evidente, tanto la imposición de planes económicos y sociales como la invasión militar, tanto el lobby empresario como la promoción de golpes de estado, son las formas en que se intenta imponer el imperialismo, máxima expresión de la dominación que ejercen los capitalistas sobre la gran masa trabajadora, es decir, máxima expresión de nuestro enemigo de clase, la burguesía.
Pues bien, sabemos que el imperialismo es la expresión del capitalismo en su punto más alto, más concentrado y desenfrenado. Y sabemos también que su prepotencia, su intromisión y opresión, sus masacres y hambrunas, exigen de nosotros una respuesta organizada para combatirlo y poner fin a las condiciones que le permiten existir y desarrollar su avance devastador. Consecuentemente, es a todas vistas evidente que no podemos ensayar una respuesta contra esta maquinaria de muerte y opresión si no partimos de un enfrentamiento contra quienes lo hacen funcionar y contra el sistema que lo expresa. No podemos prepararnos para resistirlo y combatirlo si no partimos de un enfrentamiento con los capitalistas, quienes en base a la explotación de los trabajadores y la competencia desenfrenada entre ellos mismos, han generado a esta fiera asesina que los sigue ayudando en la búsqueda de acumular más y más capital. No podremos jamás tener una política consecuente de lucha contra el imperialismo si no somos capaces de enfrentarnos con el sistema social que le ha dado razón de ser y al cual sirve como su expresión más gigantesca: el capitalismo.
La lucha contra el capitalismo es una lucha contra sus personeros y sus expresiones de todo tipo, contra el conjunto de los capitalistas (sean chicos o grandes) y contra los distintos gobiernos capitalistas (aunque sean de países dependientes como el nuestro), y no exclusivamente “contra los monopolios” o “contra el imperialismo yanqui”. Por el contrario, en muchos casos esos son los planteos de aquellos que son defensores de la burguesía o de la alianza con ella (PC, PCR y organizaciones afines), a los que pretenden sumar para “enfrentar juntos” a los monopolios o a EEUU. En este camino, se ponen del lado de enfrente a los trabajadores y se solidarizan con las patronales y/o los gobiernos capitalistas, como lo vemos hoy con el apoyo a las PyMES, a la mesa de enlace, o al gobierno de los Kirchner.
Evidentemente, una lucha contra el capitalismo es una lucha por conquistar un nuevo sistema social que, en lugar de apoyarse en la competencia y la explotación, se base en relaciones de cooperación entre los trabajadores, que desarrolle la planificación y la organización del trabajo en función del bienestar colectivo, en donde la producción no esté atada a la ganancia ni el hombre sea un mero apéndice de la maquina, y en donde se enfrente a todos aquellos que quieren restituir la desigualdad y la opresión.
No hay posibilidad de llevar adelante una lucha consecuente contra el imperialismo si no es a su vez una lucha contra el capitalismo y por el socialismo, es decir, una lucha que, enfrentando a la expresión más concentrada del capitalismo, ataque las mismas bases de su existencia: la explotación y opresión de las grandes mayorías; una lucha que, en lugar del capitalismo, plantee la organización propia de todos los trabajadores, la lucha revolucionaria por el socialismo.