Las
cámaras patronales, la burocracia sindical de la CGT y la
CTA , y el gobierno kirchnerista se reunieron para fijar un
nuevo salario mínimo, que, otra vez, será insuficiente para cubrir las
necesidades de las familias trabajadoras. Mientras tanto, los empresarios
siguen de fiesta en fiesta, brindando por los negocios que les garantiza el
gobierno de Cristina Fernández.
El viernes 26 de agosto se reunió
el Consejo del Salario, dónde se encuentran funcionarios del gobierno, con las
cúpulas de la burocracia sindical y las cámaras patronales, para actualizar el
salario mínimo.
De entrada, la burocracia de la CGT y la fracción de la CTA conducida por Yasky,
habían acordado exigir un aumento del 41%, para llevar el mínimo de $1.840 a
$2.600. Muy similar a la posición de la burocracia de Micheli (que se lamentó
de no haber podido ingresar a la reunión) que pedía $2.640.
Las cámaras patronales, por
su parte, siempre interesadas en mantener los salarios lo más deprimidos
posible, ofrecían un miserable incremento del 18%.
Más allá de las diferencias
que se presentaban de antemano, unas pocas horas de negociación fueron
suficientes para que patrones y burócratas, junto con los ministros
kirchneristas, alcanzaran un acuerdo. El porcentaje final, bastante más cercano
a la propuesta patronal que a la del dúo Moyano-Yasky, fue 25%, lo que dejará
el salario mínimo en $2.300.
Como viene sucediendo año
tras año, el acuerdo fue celebrado por todas las partes. Gobierno, patrones y
burócratas se mostraron conformes. El vicepresidente de la UIA , Daniel Funes de Rioja
destacó que “primó el camino de lo posible”, mientras que Yasky festejó que “se
logró un importante avance para seguir sosteniendo la reactivación económica”.
Al cierre de la negociación, Cristina Fernández felicitó a los empresarios y a
los jefes de la burocracia sindical y aprovechó para hacer campaña. “Los
dirigentes han estado a la altura de lo que la sociedad espera de ellos (…) Es
el mejor salario mínimo de América Latina, el de mejor poder adquisitivo”,
dijo.
No dijo, en cambio, que el
salario mínimo sigue estando muy lejos de alcanzar para cubrir las necesidades
básicas de los trabajadores. Tan lejos queda que, una vez más, el acuerdo
contempla la posibilidad de que una familia, aún con dos de sus miembros
trabajando “en blanco” no alcance ni sumando ambos salarios a cubrir el valor
de la canasta familiar, que supera los $5.500.
No dijo tampoco, que queda
afuera del acuerdo la enorme cantidad de trabajadores “en negro”(1), que según
las propias estadísticas oficiales supera el 30% y que, en muchos casos,
continuarán cobrando salarios menores al mínimo, a cambio de interminables
jornadas de trabajo.
El acuerdo establece, en
definitiva, un nuevo salario mínimo de pobreza, firmado a pedir de las
patronales y que queda lejos de servir para resolver las necesidades del pueblo
trabajador.
La fiesta patronal
El jueves 1 de septiembre,
algunos días después del Consejo del Salario, patrones, funcionarios estatales
y burócratas sindicales volvieron a encontrarse en los festejos por el “Día de la Industria ”. En las 160
mesas de la cena de lujo organizada por la UIA se juntaron líderes empresarios como Biolcati
(Sociedad Rural), Jaime Campos (AEA), Carlos Wagner (Construcción), Víctor
Klima (Volkswagen), Rattazzi (Fiat), Madanes (Aluar y Fate), Eurnekian
(Aeropuertos), con gobernadores y ministros como Boudou, Aníbal Fernández, De
Vido, Randazzo, Tomada, Gioja, Capitanich, Urtubey y Schiaretti, el presidente
de la corte suprema Ricardo Lorenzetti, jefes de la burocracia cegetista como
Moyano y Piumato, dirigentes de la oposición patronal como Binner y Bonfatti, y
la presidenta Cristina Fernández.
“Hace una década era muy
difícil imaginar un tiempo como el actual”, fueron las palabras de
agradecimiento hacia el kirchnerismo del titular de la UIA , De Mendiguren, que
sintetizaron el pensamiento de buena parte de los empresarios presentes.
Posteriormente, tomaron la palabra en el acto patronal, Cristina Fernández y
Moyano, quienes también se cruzaron elogios.
El optimismo patronal, que se
viene expresando en los últimos años, está basado en las excelentes ganancias
obtenidas durante la gestión kirchnerista. Ganancias que, desde luego, han
obtenido sobre explotación de la clase trabajadora, amparados en las ventajas
ofrecidas por el gobierno y sus aliados de la burocracia sindical. Los bajos
salarios, el trabajo “en negro”, la tercerización, la contratación por agencia,
las facilidades para despedir o suspender trabajadores, los subsidios por
cientos de millones de pesos a distintas empresas, el aval para perseguir y
reprimir al activismo obrero independiente, son algunos de los puntos de la
larga lista de políticas propatronales del kirchnerismo.
La fiesta patronal, que se
sostiene sobre las espaldas de la clase trabajadora, y de la que son parte los
funcionarios de estado y la burocracia sindical, desborda de optimismo por
estos días. Y no es para menos, cuando son ellos, los patrones, los verdaderos
ganadores del “modelo” kirchnerista.
…
NOTAS:
1) El Instituto de Estudios y
Formación (IEF) de la CTA ,
que dirige el economista Claudio Lozano (aliado de Micheli en la interna
burocrática de la Central
y parte del frente patronal que comandan Binner, Juez y Stolbizer), estima que
la canasta familiar (cuatro personas), para la región metropolitana de Buenos
Aires, supera los $5.500. Por otra parte, señala que el trabajo en negro a
nivel nacional se alza por encima del 40%.