LA PELEA POR LAS RETENCIONES: UN REVÉS PARA EL KIRCHNERISMO

La votación del congreso golpeó al gobierno nacional, generando varias renuncias, recambios y alejamientos. También dividió al PJ, conformando una fracción que, bajo la dirección de Duhalde, se prepara para organizar el recambio presidencial.
El Revolucionario Nº38 (Agosto de 2008)
La caja es la clave del gobierno. Eso es bien claro para los kirchneristas, que se han dedicado casi exclusivamente a recaudar, engrosando el superávit fiscal y las reservas del Banco Central. Eso les permite, en primer lugar, sostener el pago de la deuda externa y los subsidios a las empresas privadas, incluyendo a las privatizadas por Menem, al tiempo que se cubren frente al impacto de posibles crisis económicas e intentan contener la indignación social por medio de precarias dádivas a los sectores más humildes... además de los infaltables negocios privados que abultan los bolsillos de funcionarios y empresarios amigos, como nos lo recuerdan De Vido y su caso Skanska, Miceli y su bolsa, los amigos de Antonini y su valija, o la presidenta y sus rolex, carteras, vestidos, viajes y demás.
Pero la agenda recaudatoria fue llevada con increíble mal tino por el gobierno, que se propuso ampliar las retenciones a la exportación agrícola enfrentando directamente al empresariado rural (y no acordando previamente, como lo venían haciendo), olvidando, entre otras cosas, que en un país atrasado y dependiente, como el nuestro, este sector es de gran importancia dentro de la burguesía local, lo que culminó con una crisis política en el interior del gobierno, que se llevó puesta a la tercera figura más importante del kirchnerismo, el ahora ex jefe de gabinete Alberto Fernández.
Representantes directos y aliados más o menos circunstanciales de la burguesía agraria salieron a flote en estos meses defendiendo esos intereses empresarios y aprovechando el traspié kirchnerista para fortalecer las líneas políticas de sus propios sectores, lo que ha llevado no sólo a un pasajero protagonismo de los partidos de oposición sino, sobre todo, a una acelerada cristalización del duhaldismo, que desde el mismo peronismo se prepara para ser recambio del gobierno actual.

La sangría K
La enorme torpeza gubernamental llevó al distanciamiento de muchos que hasta ahora lo acompañaban y al protagonismo de quienes no encontraban hasta ahora forma de levantar cabeza para dirigir una fracción alternativa a los Kirchner. Nada ha sido tan significativo como la renuncia del número tres del gobierno, el ahora ex jefe de gabinete Alberto Fernández (reemplazado por el también hijo del duhaldismo, Sergio Massa), quien desde el mismo centro del poder dejó en claro que el kirchnerismo había manejado en forma desastrosa el conflicto con el empresariado rural. Pero lo que acabaría siendo una crisis política al interior del círculo más cerrado del poder gubernamental impacto en sectores mucho más amplios de su base.
De hecho, algunos grupos no involucrados orgánicamente con el proyecto oficial, aunque sí simpatizantes como De Gennaro y sus hombres de la CTA o la misma Federación Agraria, ya optaron por cierto distanciamiento del gobierno. De igual modo, numerosos intendentes, diputados, dirigentes políticos del interior y gobernadores, que se vieron forzados a optar entre su gobierno y su base social y política, acabaron por abandonar el barco del kirchnerismo en este conflicto.
Más notable fue la ruptura de la dibujada “concertación plural”, pues aunque los radicales K, encabezados por Cobos, no contaron nunca con un peso importante en el gobierno, esta vez sus pocos votos fueron clave para la derrota gubernamental. Esto se vio agravado por el hecho de que fue justamente el vicepresidente (que, habitualmente, no es más que una figura decorativa), quien definió en el senado, dejando expuesta la falta de control por parte de los Kirchner. Luego de ese fiasco, la mayoría de los radicales K fueron expulsados uno a uno y quedaron sólo algunos obsecuentes de la presidenta.

La vuelta de “El padrino”
De todas formas, lo más importante del caso fue el resquebrajamiento en las propias filas peronistas, con un rol protagónico de los grandes empresarios rurales (principalmente Urquía, pero también otros como Felipe Solá) y los representantes más evidentes de este sector (como los gobernadores o ex gobernadores Reutemann, Schiaretti, De la Sota o Busti) que fueron constituyendo una columna peronista no K donde vuelven a tener lugar los más famosos impresentables del peronismo como Menem, Romero o Rodríguez Saa. El aún disperso peronismo no K (en el que se pueden incluir tanto hombres que aún no han roto definitivamente con la pareja presidencial, como Scioli o Das Neves, junto a otros más alejados como De Narváez o Lavagna), encuentra su máximo exponente y aglutinante en la figura de Eduardo Duhalde, quien ya está programando su “relanzamiento” por medio de una gira nacional para fundar locales provinciales de su Movimiento Productivo Argentino (MPA).
La influencia de Duhalde en la interna peronista y la preparación de un recambio del actual gobierno, se patentiza en la fracción que el diputado y dirigente gastronómico, Luis Barrionuevo, le armó al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, alineado con los Kirchner. Uno de los operadores de Barrionuevo, el también dirigente sindical y diputado, Dante Camaño, explicitaba su banca política, al inaugurar la flamante CGT Azul y Blanca: “Tenemos el respaldo de todo el arco anti K: desde Eduardo Duhalde hasta Francisco De Narváez.”.
De esta forma, el peronismo, la mejor expresión partidaria que ha encontrado la burguesía para defender sus intereses y conservar el actual estado de cosas, se prepara ya para encontrar una salida a su propio desgaste, por medio del duhaldismo.