El Revolucionario Nº39 (Septiembre de 2008)
Cada vez son menos los que se atreven a defender públicamente las absurdas cifras que publica el INDEC. O,4% de aumento para el IPC y una caída de 0,8% en los precios de bebidas y alimentos, fueron los números para el mes de julio.
Las críticas al organismo se multiplicaron en la oposición e incluso dentro de las filas del propio gobierno. Así, más allá de sus matices, Macri, Carrió, Alberto Fernández, la UIA y hasta los funcionarios Nilda Garré y Agustín Rossi, hicieron públicas sus críticas a las cifras y al funcionamiento del organismo, intervenido por el gobierno desde hace más de un año. Se suman así a las promesas del nuevo jefe de gabinete de “devolverle la credibilidad” al organismo.
La gran mayoría insiste en señalar a Guillermo Moreno como el único responsable de esta situación. Los burócratas “progres” de la CTA y el periodismo, igualmente “progre”, mienten diciendo que todo cambiaría sin Moreno, a pesar de que la plana mayor del gobierno, y la propia presidenta, se encargaron de aclarar que el funcionario es “un empleado que hace bien su trabajo” y que ella es la que da las órdenes.
Poco hay de novedoso, sin embargo, en la avanzada permanente de los precios y las mentiras constantes del intervenido INDEC. Lo importante, por lo tanto, es remarcar cómo todos los actores señalados coinciden en que la tarea primordial con respecto a la inflación y su medición es el “sinceramiento de los índices que permita recuperar la confianza y la credibilidad frente a los organismos internacionales y los mercados”. Palabras más, palabras menos, ésa es la preocupación fundamental de gran parte del empresariado local, incluyendo varios funcionarios del gobierno.
A eso se reduce para ellos la discusión sobre inflación e INDEC, tan de moda por estos días. No se trata de ninguna manera de un cambio de políticas para evitar el aumento de los precios, sino, simplemente, corregir los índices para recuperar legitimidad frente a los mercados y los organismos de crédito. Por su parte, el gobierno insiste en ocultar los datos reales de inflación (como si pudiera esconder la suba de precios) para no tener que presentar la situación como un problema y lograr el “ahorro” de varios miles de millones de dólares de deuda(1). Así son las cosas. Nadie menciona, por supuesto, cómo se deteriora día a día el salario de los trabajadores con cada aumento de los precios de la canasta básica, los alquileres, el transporte... Ninguno señala cómo los miserables aumentos pactados con la burocracia sindical no alcanzan ni por casualidad para recuperar el valor del salario, sino que, por el contrario, garantizan su caída en términos reales.
Para gobierno y empresarios de todo pelaje, se trata simplemente de poner en orden las cosas para que sigan creciendo sus negocios, siempre a costa de los trabajadores.
…
NOTAS:
1) Ver “Pese a todos los pagos, la deuda crece”, en esta edición.
Cada vez son menos los que se atreven a defender públicamente las absurdas cifras que publica el INDEC. O,4% de aumento para el IPC y una caída de 0,8% en los precios de bebidas y alimentos, fueron los números para el mes de julio.
Las críticas al organismo se multiplicaron en la oposición e incluso dentro de las filas del propio gobierno. Así, más allá de sus matices, Macri, Carrió, Alberto Fernández, la UIA y hasta los funcionarios Nilda Garré y Agustín Rossi, hicieron públicas sus críticas a las cifras y al funcionamiento del organismo, intervenido por el gobierno desde hace más de un año. Se suman así a las promesas del nuevo jefe de gabinete de “devolverle la credibilidad” al organismo.
La gran mayoría insiste en señalar a Guillermo Moreno como el único responsable de esta situación. Los burócratas “progres” de la CTA y el periodismo, igualmente “progre”, mienten diciendo que todo cambiaría sin Moreno, a pesar de que la plana mayor del gobierno, y la propia presidenta, se encargaron de aclarar que el funcionario es “un empleado que hace bien su trabajo” y que ella es la que da las órdenes.
Poco hay de novedoso, sin embargo, en la avanzada permanente de los precios y las mentiras constantes del intervenido INDEC. Lo importante, por lo tanto, es remarcar cómo todos los actores señalados coinciden en que la tarea primordial con respecto a la inflación y su medición es el “sinceramiento de los índices que permita recuperar la confianza y la credibilidad frente a los organismos internacionales y los mercados”. Palabras más, palabras menos, ésa es la preocupación fundamental de gran parte del empresariado local, incluyendo varios funcionarios del gobierno.
A eso se reduce para ellos la discusión sobre inflación e INDEC, tan de moda por estos días. No se trata de ninguna manera de un cambio de políticas para evitar el aumento de los precios, sino, simplemente, corregir los índices para recuperar legitimidad frente a los mercados y los organismos de crédito. Por su parte, el gobierno insiste en ocultar los datos reales de inflación (como si pudiera esconder la suba de precios) para no tener que presentar la situación como un problema y lograr el “ahorro” de varios miles de millones de dólares de deuda(1). Así son las cosas. Nadie menciona, por supuesto, cómo se deteriora día a día el salario de los trabajadores con cada aumento de los precios de la canasta básica, los alquileres, el transporte... Ninguno señala cómo los miserables aumentos pactados con la burocracia sindical no alcanzan ni por casualidad para recuperar el valor del salario, sino que, por el contrario, garantizan su caída en términos reales.
Para gobierno y empresarios de todo pelaje, se trata simplemente de poner en orden las cosas para que sigan creciendo sus negocios, siempre a costa de los trabajadores.
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NOTAS:
1) Ver “Pese a todos los pagos, la deuda crece”, en esta edición.