Los muerte de obreros en sus lugares de trabajo no se detiene. La burocracia sindical avala las pésimas condiciones laborales y llega, incluso, a responsabilizar al propio trabajador.
El Revolucionario Nº39 (Septiembre de 2008)
En empresas nacionales y multinacionales, grandes, medianas y pequeñas, con empleo registrado y en negro... Los accidentes laborales son una constante. Según datos oficiales, son 1.000 los trabajadores muertos y 500.000 los accidentados anualmente a causa del trabajo(1).
Entre los casos más renombrados, podemos recordar a los obreros muertos en Acindar, Aluar y Dreyfus. Además se registran accidentes en fábricas, talleres, minas, obras y cientos de empresas capitalistas de todo el país(2). El último accidente fatal se cobró la vida de un obrero de la construcción(3).
Pero esta realidad no se ve a simple vista. Son variadísimos los recursos que utiliza la burguesía para ocultar estos hechos y sus verdaderas causas.
Primero, recurren al silenciamiento sin más. Los medios de comunicación esconden la cantidad de obreros muertos y accidentados mientras trabajan.
Cuando algún hecho brota a la superficie irremediablemente, se dice que fue una “fatalidad”, una “desgracia”, un “hecho fortuito y aislado”. Es decir, una muerte sin responsables. Pero la sistematicidad de estos casos, echa por tierra este falso argumento.
Cuando este discurso es insostenible por grotesco, se va más lejos y se atribuyen los accidentes a la negligencia patronal. Pero según estas razones, todas las patronales serían negligentes, problema que se solucionaría con un poco de eficiencia.
Pero el argumento más indignante es, sin dudas, el que responsabiliza a la propia víctima: al trabajador. El ejemplo de la burocracia sindical de la UOCRA, dirigida por Gerardo Martínez, es claro. El de la construcción es uno de los sindicatos que más se refiere a este tema y no por caracterizarse por la defensa del trabajador, sino por ser el gremio con la mayor cantidad de accidentes laborales.
En la publicación de la UOCRA, “De pie”, con motivo del “Día mundial de la seguridad y la salud en el trabajo”, se reafirma una campaña “para generar una verdadera cultura de la prevención impulsando acciones colectivas que sirvan para inducir las individuales y lograr la reducción de la siniestralidad (...). La prevención, la concientización y el cumplimiento son el camino a seguir” (4). El problema, según la UOCRA, es de la cultura, del individuo y su conciencia. Nada tienen que ver para estos cómplices necesarios, la patronal y el gobierno, mucho menos el sistema capitalista en sí mismo.
Siguiendo con las posiciones de la burocracia sindical, bastaría con que el trabajador modifique su “cultura de trabajo” y sea más “consciente” de los riesgos que puede correr su vida, es decir, que no se apure, que no intente sacar el trabajo sí o sí, que use el casco... Como si no existiera el patrón, el capataz o el supervisor que, en nombre de la productividad, obliga a dejar, literalmente, la salud y la vida en el trabajo.
La verdad es que estas muertes y accidentes son un costo que contemplan los empresarios en sus cálculos contables. Según sus balances, es preferible pagar una indemnización, siempre lo más baja posible y sólo para quienes están registrados, que bajar los ritmos de producción o garantizar las debidas medidas de seguridad o respetar la jornada laboral o brindar las horas de descanso necesarias... Así funciona el capitalismo, mucho más agravado en un país atrasado como Argentina.
Como vemos, la inseguridad laboral es una decisión de los capitalistas, avalada por el gobierno y la burocracia sindical.
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NOTAS:
1) Clarín, 20/4/08. Datos de la SRT, por ende, contemplan sólo a los trabajadores registrados.
2) En los números del corriente año, sobre este tema se puede ver: “La burocracia también es responsable”, en ER N°37, julio de 2008; “Explotación y muerte, ´esas cosas que pasan´”, en ER N°36, junio de 2008; “Siguen las muertes y los accidentes de obreros”, en ER N°34, abril de 2008; y “Acindar, otro crimen capitalista”, en ER N°33, marzo de 2008.
3) Se trata de Pedro Ortiz de 56 años, sepultado por el derrumbe de una obra inhabilitada en pleno centro de Córdoba, mientras realizaba una doble jornada laboral.
4) De pie, junio de 08. Destacados nuestros.