EL CONFLICTO ENTRE LOS EMPRESARIOS DEL CAMPO Y LOS DEL GOBIERNO ¿EN QUÉ QUEDARON?

La pelea entre el gobierno y los empresarios del campo concluyó su primera etapa con la votación del vicepresidente Cobos, quien rechazó el proyecto oficial. Ahora, la disputa y la negociación continúan por otros caminos.
El Revolucionario Nº38 (Agosto de 2008)


Mientras el gobierno y los empresarios agrarios evaluaban cómo seguir cuando la cámara de senadores ratificara la resolución 125 y sus modificatorias, el vicepresidente Julio Cobos coronó la votación rechazando el proyecto del ejecutivo. El inesperado desenlace dio por tierra los pronósticos que unos y otros imaginaron, lo que desató desbandes, reacomodamientos y rejuntes varios. En consecuencia, las retenciones a las exportaciones volvieron a ser fijas, aplicándose el mismo rasero para todos los empresarios agrícolas, independientemente de su tamaño y producción.
Al kirchnerismo se le abrió un PJ disidente que comenzó a aglutinarse en torno a la figura de Duhalde, con vistas al recambio. Los radicales K, ninguneados hasta aquí por el kirchnerismo, vieron la oportunidad de posicionarse de otro modo dentro del mapa político. Por otro lado, estos meses de disputa con el campo le ocasionaron un desgaste al gobierno(1), que lo llevó a realizar algunos retoques imprescindibles para restituir su imagen, lanzarse a la reconquista de “defeccionadores” y heridos y trazar nuevas alianzas.
En otro orden de cosas, al derogarse la resolución 125 y sus agregados, se cumplió el programa que se trazaron los grandes capitalistas agrícolas, los más beneficiados con los resultados obtenidos. Así es: los pequeños y medianos empresarios no se beneficiarán con el esquema de subsidios, compensaciones y reintegros que establecían las modificaciones hechas al proyecto oficial por los diputados, quedando los mismos en una situación más desfavorable que la que hubieran tenido en caso de aprobarse el proyecto, tal cual salió de la cámara baja. Hasta el propio dirigente de la Federación Agraria se vio obligado a reconocer que “no puede ser necio” y que con las enmiendas hechas “los pequeños productores estaban mejor”. Es por eso que, aun cuando se auguran cosechas récord y ganancias exorbitantes para todos, entre los empresarios del campo hay algunos más satisfechos que otros. Sin embargo, todos estos explotadores marchan unidos para negociar en mejores condiciones con el gobierno.
De hecho, ya están circulando propuestas para acordar cómo quedan repartidas las ganancias extraordinarias. El oficialismo estaría dispuesto a ceder la movilidad de las retenciones a cambio de instrumentar un aumento en los derechos de exportación de la soja. Los ruralistas aceptarían esto, si el gobierno incrementa los subsidios y baja las retenciones del maíz y el trigo. Como vemos, la negociación sigue abierta, pero con “el campo” en una mejor posición. Si prospera este plan, el gobierno se embolsaría unos 1.200 millones de dólares. Algo menos que lo estipulado en el plan original.
Así las cosas. El conflicto no terminó. Sigue en pie la necesidad de recaudar más por parte del kirchnerismo. También sigue en pie la necesidad del campo de contar con un gobierno que le garantice sus grandes ganancias. La plata debe ser distribuida, más temprano que tarde.
Mientras tanto, más empobrecido y golpeado que al inicio del conflicto, queda quien nada tuvo que ver con la disputa: el pueblo trabajador.
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NOTAS:
1) Ver “Un revés para el kirchnerismo”, en esta edición.