El Revolucionario Nº39 (Septiembre de 2008)
Carlos West Ocampo es titular de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de Sanidad de Argentina (FATSA) desde el ‘80. En 2004, ubicó en el triunvirato que gobernaba la CGT a su segunda, Susana Rueda. Más tarde, con el sector de los “Gordos”, rompió con el moyanismo para retornar en 2008.
A comienzos de los ’90, junto a otros gremialistas de la CGT, West Ocampo formó la llamada “Mesa Político-Sindical Menem Presidente-Duhalde Gobernador”, dando fuerte apoyo al gobierno peronista. Por ello, Menem, para “convencer” a los sindicalistas de que pasaran sus afiliados del sistema de reparto a las AFJP, les garantizó una participación directa como socios menores en la privatización de los fondos jubilatorios y previsionales. West fue así empresario asociado al Banco Provincia, al Grupo Mastellone (La Serenísima) y a Zenith compañía de Seguros en la AFJP “Claridad”. Por aquel tiempo, decía: “Si se tiene en cuenta que el único mercado de capitales genuino que había en la Argentina es el que generaron las AFJP, pensamos que los sindicatos que tomen esto en serio, podrán llegar a la propiedad de medios de producción decisivos para generar más empleo y proyectos sociales.” Por otro lado, entre 1999 y 2005, recibió de la Sindicatura General de la Nación $38 millones, de los cuales no rindió casi $21 millones.
Más duhaldista que kirchnerista, en 2005 West votó por “Chiche” senadora. Pero en un reportaje en que criticaba a Pampuro por saltar rápido del duhaldismo al kirchnerismo, declaraba: “Aunque, le digo la verdad, la propuesta de Cristina era la más atractiva.” “Si yo sabía que de mi voto dependía el triunfo de Cristina, la hubiera votado.”. Y remataba: “Hoy lo voto a Kirchner sin dudar. ¡Pero sin dudar!”.
Cuando su gran amigo Ginés González, por entonces ministro de salud, acusaba a los trabajadores del Garrahan de “terroristas sanitarios”, el rentista, descalificando su lucha, sentenciaba: “Fue un conflicto foquista en una institución emblemática a través de un grupo político. La modalidad piquetera se trasladó a la lucha sindical.”. Y, demostrando su espíritu conciliador y alineamiento con el gobierno, concluía: “...para mí el mejor lugar para discutir es una mesa de negociación.”, en la que entrega los salarios de los trabajadores y los recursos de la salud pública.
Carlos West Ocampo es titular de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de Sanidad de Argentina (FATSA) desde el ‘80. En 2004, ubicó en el triunvirato que gobernaba la CGT a su segunda, Susana Rueda. Más tarde, con el sector de los “Gordos”, rompió con el moyanismo para retornar en 2008.
A comienzos de los ’90, junto a otros gremialistas de la CGT, West Ocampo formó la llamada “Mesa Político-Sindical Menem Presidente-Duhalde Gobernador”, dando fuerte apoyo al gobierno peronista. Por ello, Menem, para “convencer” a los sindicalistas de que pasaran sus afiliados del sistema de reparto a las AFJP, les garantizó una participación directa como socios menores en la privatización de los fondos jubilatorios y previsionales. West fue así empresario asociado al Banco Provincia, al Grupo Mastellone (La Serenísima) y a Zenith compañía de Seguros en la AFJP “Claridad”. Por aquel tiempo, decía: “Si se tiene en cuenta que el único mercado de capitales genuino que había en la Argentina es el que generaron las AFJP, pensamos que los sindicatos que tomen esto en serio, podrán llegar a la propiedad de medios de producción decisivos para generar más empleo y proyectos sociales.” Por otro lado, entre 1999 y 2005, recibió de la Sindicatura General de la Nación $38 millones, de los cuales no rindió casi $21 millones.
Más duhaldista que kirchnerista, en 2005 West votó por “Chiche” senadora. Pero en un reportaje en que criticaba a Pampuro por saltar rápido del duhaldismo al kirchnerismo, declaraba: “Aunque, le digo la verdad, la propuesta de Cristina era la más atractiva.” “Si yo sabía que de mi voto dependía el triunfo de Cristina, la hubiera votado.”. Y remataba: “Hoy lo voto a Kirchner sin dudar. ¡Pero sin dudar!”.
Cuando su gran amigo Ginés González, por entonces ministro de salud, acusaba a los trabajadores del Garrahan de “terroristas sanitarios”, el rentista, descalificando su lucha, sentenciaba: “Fue un conflicto foquista en una institución emblemática a través de un grupo político. La modalidad piquetera se trasladó a la lucha sindical.”. Y, demostrando su espíritu conciliador y alineamiento con el gobierno, concluía: “...para mí el mejor lugar para discutir es una mesa de negociación.”, en la que entrega los salarios de los trabajadores y los recursos de la salud pública.