Inflación y ajuste


El inicio del año está atravesado por la continuidad de la inflación constante y los bruscos aumentos de tarifas e impuestos. A este panorama se suman suspensiones y despidos en el ámbito público y privado, y la pretensión oficial de ponerle un techo a los reclamos salariales.

Las estimaciones más conservadoras ubican la inflación del año pasado en más del 25%. Supera el 30%, cuando se centra en la canasta familiar, que es la que impacta más fuertemente sobre el pueblo trabajador. Excepto el oficialista INDEC, nadie más pone en duda que el aumento constante de precios corroe diariamente el poder de compra de los asalariados.
2012, comenzó con la dura realidad de los aumentos de varios impuestos, de colectivos y del subte, de suspensiones y de despidos, y con la amenaza bien tangible de ajustes generalizados, que ya comenzaron en varias provincias. Esto se complementa con la intención de ponerle un tope a los aumentos de salarios.
Esta primera escalada ajustadora es el anuncio de que pretenden que, este año, el pueblo trabajador reacomode aún más sus gastos para poder llegar a fin de mes.

La mirada del gobierno
En su reciente discurso en cadena nacional, la presidenta, Cristina Fernández, se refirió a otra realidad. Habló de la crisis en Grecia y de cómo, gracias a su gobierno, Argentina hoy “no” está en crisis. Habló de la recaudación récord, de la “libertad” para negociar en las paritarias  y, fundamentalmente, centró su propaganda en el aumento a los jubilados y pensionados.
Lanzó un incremento del 17,62% en las jubilaciones, que las elevan a $1.687, es decir, $253 más, una cifra por demás insuficiente, que, aunque sea un paliativo para muchas familias, condena a millones de jubilados a vivir en la pobreza o a subsistir gracias a la ayuda que puedan brindarle sus familiares, siempre que esto sea posible.
De este modo, en su discurso “distendido e informal”, la presidenta le muestra al país, las “bondades” de su gobierno, mientras no dice un sola palabra sobre la inflación y el ajuste en curso.

Aumentos y más aumentos
Muchos dicen que habrá aumentos de tarifas y lo cierto es que no aumentamos nada, pero mientras tanto hubo un aumento del subte del 127% y nadie dice nada”, explica, faltando a la verdad, la presidenta.
En primer lugar, es necesario subrayar las responsabilidades, tanto del macrismo como del kirchnerismo, en el tarifazo del subte. Al gobierno de Macri no le costó mucho trabajo ni le generó contradicción alguna con su discurso ser el ejecutor deliberado del tarifazo que afecta a más de un millón de usuarios, trabajadores y estudiantes en su inmensa mayoría. Sin embargo, la vía libre para implementar los aumentos fue dada, claramente, por el gobierno nacional comandado por Cristina Fernández. En el acta firmada por ambas autoridades puede leerse: “la Ciudad asume, a partir de la firma del presente el control y la fiscalización del contrato de concesión en su totalidad, como así también, el íntegro ejercicio de la potestad de fijar las tarifas del servicio, incluyendo la facultad de establecerlas por decisión unilateral.” Ni kirchneristas ni macristas cuestionaron o avanzan sobre las ganancias de Metrovías. Así, el tarifazo del subte, con Metrovías y el PRO como principales artífices, cuenta con la complicidad dada por el kirchnerismo, que, para no enterrar su imagen, tuvo y tiene que salir a repudiarlo aumento, aunque haya sido un actor central para ponerle fin a la apertura de molinetes y la juntada de firmas en rechazo al aumento.
Por este solo hecho y por todos los aumentos que ya se implementan en el territorio nacional, no es cierto, como dice la presidenta, que no aumentaron nada. Con el recurso de atribuir todo lo que ocurre en el país a las distintas gobernaciones municipales o provinciales, el gobierno nacional no se hace responsable de nada. Entonces… ¿cuál sería el territorio que gobierna? Durante las últimas semanas, se instrumentaron aumentos en colectivos (Córdoba, Jujuy, Mar del Plata…), e impuestos (Buenos Aires, Córdoba, Capital…).
Sobre esta realidad, en la que se evidencia la decisión de continuar con la escalada inflacionaria, mediante el retiro de subsidios por parte del gobierno nacional, que da luz verde a los tarifazos por venir, se proyectan aumentos en los colectivos de la CABA y el Gran Bs. As., en los FFCC, en los servicios de luz, gas y agua, y se extiende la amenaza de un nuevo incremento en el subte, con lo perjudicial que es todo esto para el pueblo trabajador.

Suspensiones, despidos y techo salarial
Este contexto inflacionario se ve agravado para la clase obrera, debido a la seguidilla de suspensiones y despidos en marcha. Ya los padecen los obreros de las fábricas Fiat, Peugeot, Indiel Prestolite, Visteon, Mecca, Bosch, Imperial Cord, Frigorífico Molinares, entre otras.
Otra faceta de esta política contra los trabajadores se pone de manifiesto crudamente con los paquetes de medidas impulsados en varias provincias. Con el puntapié inicial dado por la propia presidenta, al decretar la “revisión” de más de 300.000 sueldos de empleados estatales (como ya sucedió con el quite del plus de fin de año en el INTI) y al exigirle a las provincias la nómina total de trabajadores estatales para meterles presión, varios gobernadores están encarando el ajuste a gran escala, que busca, además, congelar los salarios.
En Buenos Aires, anunciaron despidos en varios municipios (Vicente López, San Martín, Luján, San Fernando, San Nicolás…). En Catamarca, se lanzó un plan de ajuste que incluye la baja de más de 3.000 planes sociales y el despido de unos 500 no docentes. En Chubut, se llevan adelante 200 despidos, también entre los estatales, a través de la no renovación de los contratados. Córdoba anuncia más de 500 despidos y un techo salarial del 12%. En Río Negro, el gobierno está instrumentando el despido de 4.200 contratados (de áreas tan importantes como salud, educación o desarrollo social) y el pase a disponibilidad de 20.000 trabajadores estatales. Chaco, Corrientes, Jujuy y Misiones, también blanquearon su voluntad ajustadora.
Mención aparte merece la provincia de Santa Cruz, donde el gobierno intentó promulgar una ley de emergencia que incluía la suspensión de las paritarias, el aumento de la edad jubilatoria para los empleados públicos y el congelamiento de las pensiones, que fue, momentáneamente, impedido por la lucha de los trabajadores.
Para darle un carácter integral al ajuste en curso, el gobierno nacional complementa la inflación, las suspensiones y los despidos con la pretendida imposición del techo salarial. La decisión oficial es intervenir más abiertamente en las negociaciones paritarias para limitar los aumentos a una cifra cercana al 18%. Con este plan, ya se muestran complacientes las burocracias sindicales de la UOM y del SMATA que, además, buscan reacomodarse en la interna de la CGT de la mano del kirchnerismo.

Aliados contra el pueblo trabajador
El empresariado impulsa el proceso inflacionario del que el gobierno se ve beneficiado con la repercusión positiva que ésta tiene en la recaudación fiscal, a costa del pueblo trabajador; impulsa los tarifazos cuando el gobierno le retira los subsidios con los que tanto se benefició estos años, preservando, así, sus ganancias; impulsa las suspensiones y los despidos de trabajadores; y lleva a la baja los aumentos de salarios.
El gobierno retira subsidios para hacer caja y avala la suba de precios; despide a trabajadores del estado, dando vía libre a los despidos en el sector privado; y promueve y se propone intervenir para garantizar un techo salarial, a costa de la clase trabajadora.
La burocracia sindical está más ocupada en reacomodarse en sus internas, ya sea apoyando las iniciativas gubernamentales u oponiéndose a ellas, que en preparar una lucha de cara a las paritarias.
El pueblo trabajador, con independencia del empresariado, el gobierno y la burocracia, es el único actor que puede hacer frente al ajuste que nos quieren imponer.