El oportunismo y la estafa electoral

Comenzaron las elecciones en las provincias, de cara a las presidenciales de octubre, y se pone en evidencia nuevamente todo el oportunismo de los partidos políticos patronales y la estafa que representan las elecciones para la clase trabajadora.


En marzo se llevaron adelante las elecciones provinciales en Catamarca y Chubut, mientras se aceleran los armados en las restantes provincias, en la ciudad de Buenos Aires y, fundamentalmente, para las presidenciales de octubre. Una vez más, las elecciones se constituyen en una estafa para la clase trabajadora que es invitada a elegir entre las distintas alternativas patronales que se disputan el gobierno.

Y una vez más, las elecciones ponen sobre la mesa la total falta de principios y el oportunismo a ultranza de los distintos partidos que, al fin de cuentas, sólo discuten y se enfrentan por matices, ya que conservan pleno acuerdo en las cuestiones de fondo: defensa de la propiedad privada y de los negocios de los capitalistas, el pago de la deuda externa, la represión y el ajuste sobre el pueblo trabajador.



Catamarca y Chubut

Para el kirchnerismo y los partidos patronales que buscan ser su “oposición” en las presidenciales de octubre (Peronismo Federal, PRO, UCR, PS, Proyecto Sur…) las elecciones en Catamarca y Chubut se vivieron como una antesala de lo que vendrá.

En Catamarca, apoyado en la tradicional estructura ultraconservadora del PJ (de Ramón Saadi, quién apoyó activamente la lista), se impuso la candidata kirchnerista, Lucía Corpacci, frente a su ex aliado, el ex radical-kirchnerista, Brizuela del Moral.

En Chubut, donde se enfrentaban en una pareja elección el kirchnerismo y el Peronismo Federal, encabezado a nivel local por Das Neves, al cierre de esta edición (quince días después de la elección) aún continuaban las acusaciones de fraude (otro clásico electoral), las denuncias cruzadas (y las negociaciones), desconociéndose los resultados definitivos.



Menem, con el kirchnerismo

En la provincia de La Rioja, el kirchnerismo firmó un acuerdo con Menem de cara a las elecciones locales de mayo. El partido menemista “Lealtad y Dignidad”, se comprometió a apoyar la reelección del gobernador kirchnerista Luis Beder Herrera. A cambio, el kirchnerismo impulsará la candidatura de Menem que buscará mantener su banca de senador en octubre.

El candidato a gobernador por la UCR dijo que el kirchnerismo le ofrece a Menem su apoyo para que siga siendo senador porque “está desesperado y necesita usar la figura del ex presidente para que le junte votos”. Desde el kirchnerismo, un ministro de gobierno buscó justificar el acuerdo diciendo que “diferentes sectores políticos de raíz justicialista han decidido acompañar la candidatura de Herrera por las expectativas que un nuevo mandato del gobernador despiertan en la ciudadanía”.

Un acuerdo, en pocas palabras, que pinta de cuerpo entero al kirchnerismo, que fue menemista en los `90, y buscó diferenciarse discursivamente en los últimos años, para volver a juntarse, ahora que las necesidades apremian, con su viejo aliado riojano.



Proyecto Sur en Andalgalá

Otro que mostró la hilacha fue Proyecto Sur. Pino Solanas repite hasta el hartazgo que su objetivo principal es ofrecer una alternativa al bipartidismo, que conforman el PJ y la UCR. Sin embargo, la realidad es que su movimiento está formado en el más clásico oportunismo, bien lejos de cualquier principio, como lo evidencia la trayectoria de los distintos grupos que se le han ido integrando: ex peronistas, ex radicales, ex aliancistas, ex kirchneristas…

Así se evidenció tras el triunfo del candidato de Proyecto Sur en las elecciones para intendente de Andalgalá, en la provincia de Catamarca. Bien lejos de atacar al bipartidismo, el candidato que fue electo con la boleta del movimiento de Solanas, Alejandro Pérez, aclaró: “voy a trabajar para rearmar la UCR andalgalense (…) continúo siendo radical y trabajaré para que el Frente Cívico y Social vuelva a ser gobierno”. Y, por si hiciera falta, sobre su alianza con Pino Solanas explicó: “Tuvimos una alianza electoral circunstancial. Movimiento Sur y el MST me dieron un espacio para participar, pero eso no significa que haya renunciado al radicalismo. Ellos lograron una banca de concejal, y también mantendrán su identidad”.

Así funciona la alternativa progresista que ofrecen, entre otros oportunistas, Solanas, Lozano y Tumini.



Radicales y peronistas, juntos en Neuquén

El PJ y la UCR están enfrentados a nivel a nacional y juran encarnar proyectos políticos distintos. En Neuquén, sin embargo, se aliaron y, junto al Partido Socialista y otros grupos kirchneristas, enfrentarán en las próximas elecciones de junio al MPN (Movimiento Popular Neuquino) de Sapag y Sobisch. La lista de unidad estará encabezada por el radical Martín Farizano, intendente de la ciudad de Neuquén, y Nancy Parrilli, hermana del secretario general de la presidencia.

En ambas listas, se dicen kirchneristas y buscan el apoyo del gobierno nacional. Parrilli, candidata a vice-gobernadora, suele, sin embargo, marcar diferencias con respecto al “grado de kirchnerismo” de ambas listas. “El Movimiento Popular Neuquino (MPN) acompaña al proyecto nacional, pero nosotros somos parte de éste”, aclara.



En fin, unos y otros, radicales y peronistas, conservadores y progresistas, dicen expresar opciones distintas, pero acaban siempre por entenderse cuando se trata de conformar listas y gobiernos. Sus acuerdos de principios, de defensa del capitalismo y la explotación, contrarios a los intereses de los trabajadores, son los que los llevan a mostrarse tan cerca y tan parecidos entre sí, como decía el tango, en el mismo lodo y todos revolcaos.



Otro camino para los trabajadores

En cada nueva elección volvemos a ver que el proceso electoral consiste siempre en “elegir” a uno u otro candidato que, si llegó a posicionarse como posible contrincante por el poder, fue siempre a partir de su acuerdo con las patronales, con la burocracia sindical, y apoyado, en todo o en parte, en los históricos partidos patronales como el PJ y la UCR.

Es que, en definitiva, dentro de la lógica de la democracia electoral, ésa es la condición ineludible para llegar a participar: convertirse en un defensor de los intereses de los más poderosos, que, no está de más repetirlo, son abiertamente opuestos a los del pueblo trabajador. Así, no existen gobiernos en el capitalismo que no vengan a representar los intereses de importantes sectores patronales (sean locales y/o extranjeros; industriales, agrícolas y/o financieros), y esa es la máxima elección en la que nos dejan participar: elegir cuál será el verdugo y explotador de turno.

Ante esta situación, lejos de generar falsas expectativas en lo que pueda suceder en las elecciones y de malgastar esfuerzos en intentar ser parte de ellas, los trabajadores tenemos la necesidad de avanzar en forma independiente de la burocracia, de las patronales y de los partidos que los representan. Esto implica desarrollar nuestra organización tanto en el plano sindical, ampliando la participación activa de los trabajadores en los problemas que nos conciernen, como en el de la organización política, avanzando en la construcción de un partido que pueda plantear una verdadera estrategia de lucha para la transformación de la sociedad: el camino de la revolución para alcanzar un gobierno de los trabajadores.