LA REACCIÓN ANTE EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA



La agudización de la lucha obrera pone en evidencia los límites de la izquierda reformista y la necesidad de construir una nueva dirección para la clase trabajadora

Los enemigos de la clase trabajadora no dudan en unirse para atacar nuestra organización independiente. Las patronales, el gobierno y su burocracia sindical, como lo acaban de demostrar con el asesinato del militante del Partido Obrero (PO), Mariano Ferreyra, están dispuestos a todo para enfrentar la lucha y la organización de los trabajadores. Ante esa situación, la clase trabajadora y los sectores populares que acompañan su lucha, tenemos la necesidad de sacar balances serios  de esta realidad.
Tenemos que mencionar, antes que nada, que lo que pasó con Ferreyra era, en cierto modo, previsible. Es que, en la medida en que avanza la organización y la lucha independiente de la clase trabajadora, la burocracia viene dando muestras de su predisposición a defender sus privilegios a como de lugar, y esto se vio particularmente en el caso de la burocracia de la Unión Ferroviaria frente al avance de la lucha de los tercerizados, con el boicot al acto en Constitución.
Así pues, la determinación de la burocracia de garantizar su permanencia a costa de amedrentamientos e incluso muertos, es algo que no puede ponerse en dudas y que nos obliga a preparar la discusión y la organización entre los trabajadores para poder avanzar efectivamente en nuestra lucha.
Esta situación nos plantea dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, el reconocimiento del carácter político de la represión tanto estatal como de las patotas, que es desplegada en defensa de los intereses patronales y de sus socios burocráticos y gubernamentales. Esto requiere, en contraposición, una denuncia clara de cada uno de los engranajes de de esta operación: desde los ejecutores directos hasta sus padrinos políticos y las instituciones del sistema que les dan sustento. Y, en segundo lugar, se nos plantea avanzar en la discusión y la preparación concreta de la autodefensa, para que en las luchas por venir podamos enfrentar con más contundencia el accionar de las patotas y demás formas represivas.
Estas son pues, tareas políticas urgentes, que debemos desarrollar en forma inmediata frente al ataque de los capitalistas y su burocracia. Sin embargo, en la respuesta popular al asesinato de Mariano Ferreyra han prevalecido concepciones muy distintas a las planteadas, como es el pacifismo y el llamado a la confianza en las instituciones democráticas. Esta orientación se fortaleció, sobre todo por la incidencia de la dirección del PO en la orientación del conflicto, por el hecho de que Ferreyra era miembro de esa organización.
Desde un primer momento, tras el asesinato de Ferreyra, la asamblea de trabajadores tercerizados que se habían enfrentado con la patota de Pedraza y todo un conjunto de organizaciones populares plantearon la necesidad de reaccionar con acción directa, recuperando la estación Constitución ese mismo día y convocando a un corte de vías para el día siguiente
Frente a eso la dirección del PO apostó a vaciar esas actividades y, cuando no pudo, a sacarles su carácter combativo. Por eso, cuando la noche del día que mataron a Ferreyra se impuso la movilización a Constitución, frente a la actitud combativa de los trabajadores y la juventud, la dirección del PO buscó aplacar la bronca, convocando a una desconcentración pacífica y tratando de acallar los cantos que planteaban “A Mariano Ferreyra lo vamos a vengar con la lucha popular”. En el mismo sentido, la dirección del PO decidió vaciar el corte de vías que se había resuelto en forma conjunta en la reunión de organizaciones del día anterior. Por el contrario, mientras los compañeros tercerizados y otras organizaciones cortábamos las vías en abierto desafío a la burocracia asesina, los dirigentes del PO se volcaban de lleno a su difusión mediática, desfilando por programas como “Almorzando con Mirtha Legrand”
El mensaje político era claro: mientras los tercerizados y quienes los acompañaban daban el ejemplo de fortalecer la lucha y la combatividad para enfrentar a la burocracia, la dirección del PO se orientaba de lleno a buscar causes institucionales y a silenciar la necesidad de la preparación para la confrontación. Comenzó a reclamar una entrevista con la presidenta y a quejarse por el “mal funcionamiento” de la policía que, decía, debía estar para cuidarnos (¡!). Así, en vez de apostar a los ámbitos de organización y lucha obrera y de llamar a fortalecer los métodos de autodefensa, la dirección del PO hacía exactamente lo contrario: generaba expectativas en los funcionarios gubernamentales y dejaba abierta la posibilidad de concebir unas fuerzas represivas “que actúen correctamente”, es decir, llamaba a confiar en el “buen funcionamiento” de la democracia burguesa.
Esta orientación de la dirección del PO es claramente oportunista. Decidió aplacar la combatividad y no hablar de la necesidad de la autodefensa obrera, y ocultó también el rol que los gobiernos y las fuerzas represivas juegan en la represión contra los militantes populares. Todo eso para intentar ser una fuerza más conocida, tratando de sacarse una foto con la presidenta y de figurar en la primera plana de los diarios.
Esta posición de la dirección del PO no hace más que contribuir a la confusión y pone en evidencia que, ante la agudización de la confrontación, hay organizaciones que no están dispuestas a salirse de los marcos impuestos por el sistema. Esto pone en evidencia, también, la necesidad de desarrollar una corriente combativa en el seno del movimiento obrero, dispuesta a avanzar en la organización de la lucha y la confrontación con la burocracia, que sea no sólo antiburocrática, sino claramente antipatronal, y por lo tanto no caiga en las trampas de generar falsas expectativas en entrevistas con los funcionarios gubernamentales o en la imposible “depuración” de fuerzas represivas cuyo rol explícito es el de contener la lucha independiente de los trabajadores.
Sólo por ese camino podremos forjar una dirección que mantenga en alto los intereses de la clase trabajadora en su lucha contra la patronal, el gobierno y la burocracia sindical.