
Con su habitual séquito de funcionarios y empresarios, la presidenta viajó a India y a Chile. Como siempre, las giras estuvieron marcadas por los negocios y el lujo. Buenos negocios que seguirán llenando los bolsillos de los empresarios, acá y allá, y de los funcionarios de gobierno, acá y allá. Nada para el pueblo trabajador, que sólo participa para pagar los lujos que se dan sus explotadores.
En India
La presidenta viajó a India con los ministros Jorge Taiana, Julio De Vido, Lino Barañao y Débora Georgi, los gobernadores de San Juan y de La Pampa , y casi un centenar de empresarios argentinos, que, con la bendición de su gobierno, acumularon más de 900 entrevistas en tres días, en especial con las doce empresas indias que operan en Argentina (ver recuadro).
Uno de los mejores negocios es el acuerdo, que prevé una inversión de más de 24 millones de dólares para la fabricación de camiones y colectivos, entre la automotriz Tecnología Avanzada de Transporte S.A. (TATSA), del Grupo Cometrans que dirige Cirigliano, y el grupo indio Ashok Leyland, subsidiaria local de la célebre homónima inglesa, cuyos grises colectivos circularon en los años ’50 y ’60 por Buenos Aires.
El gobernador Gioja, por su parte, se dedicó a propagandizar el paso internacional Agua Negra, en San Juan, alternativa para el transporte de mercaderías hacia Chile. El sueño del sanjuanino es lograr inversiones para el llamado “corredor bioceánico”, de Porto Alegre, Brasil, a Coquimbo, Chile, con la construcción de un túnel trasandino.
La presidenta, mostrando lo bien que cumple su rol de administrar los negocios de los empresarios, participó de rondas de negocios con la Cámara Empresarial India y otras en la capital económica india, Mumbai. Tuvo un encuentro exclusivo con Ratán Tata, titular del Tata Group.(1).
Las reuniones se realizaron en lujosos hoteles como el ITC Maurya New Delhi, donde se alojó la presidenta. Perteneciente a la cadena Sheraton y bien lejos de las barriadas donde se hacina el paupérrimo pueblo trabajador indio, el impresionante hotel tiene siete restaurantes y bares, más de 400 habitaciones y 29 suites equipadas con tecnología “inteligente”, y todo el confort imaginable, incluyendo un piso bautizado EVA, exclusivo para mujeres.
La cena de despedida fue en el no menos lujoso Taj Mahal & Towers. Allí Cristina Fernández dijo que India y Argentina son “dos países emergentes y protagonistas en el nuevo orden mundial”, y destacó que el viaje “nos trajo suerte, ya que clasificamos para el Mundial”. Los empresarios no entendieron bien la relación, pero como tenían la boca ocupada masticando y la cabeza puesta en la plata que van a ganar, aplaudieron con ganas.

Como siempre, lujos y negocios. Un almuerzo de honor, con el embajador argentino, Ginés González García, de anfitrión, con humita norteña y lomo envuelto en jamón serrano. Enseguida, negocios y más negocios. Como en India, el túnel en el paso Aguas Negras fue tema central. También el proyectado ferrocarril trasandino, que requiere una inversión de u$s3.500 millones. Para sellar los acuerdos, las presidentas Fernández y Bachelet posaron abrazadas frente al famoso óleo del encuentro de San Martín y O’Higgins después de la batalla de Maipú.
Curiosamente, igual que en India, Cristina Fernández dejó una reflexión futbolística. Inopinadamente, defendió al actual técnico de la selección chilena de fútbol, el argentino Marcelo Bielsa: “Aquí le reconocen su tarea. En la Argentina , era muy maltratado, no por la sociedad, sino por las empresas mediáticas”.
Como vemos, los viajes de la presidenta, que no escatima en lujos y placeres, persiguen un único fin: realizar negocios para el empresariado al que representa.
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NOTAS:
1) Se trata de una vieja empresa familiar creada en 1868, en pleno periodo colonial, por el bisabuelo de su actual presidente. El emporio, que abarca desde el té a la construcción de vehículos, pasando por la siderurgia, la química, las telecomunicaciones, la informática o los servicios financieros, explota unos 200.000 trabajadores en 96 empresas de 54 países. El grupo produce el 3% del PBI de India, con una ingente tasa de ganancias que obtiene, entre otros recursos, con la expropiación escandalosa de tierras a agricultores para instalar sus plantas, como la que a principios de este año generó grandes protestas reprimidas por las fuerzas de seguridad, en Singur, cerca de Calcuta. Fuente: Diario Gara, Euskal Herría, 4 de febrero de 2003.