Europa toma nuevas medidas obligada por la crisis


La importancia de la crisis mundial, que tiene su epicentro en Europa, empujó a la Unión Europea a convocar a una nueva cumbre con la pretensión de intentar una salida coordinada.

En la cumbre del pasado 30 de enero, el grueso de los países de la zona euro (25 de los 27 integrantes de la comunidad europea, con la excepción de Gran Bretaña y la República Checa) coincidieron en una orientación común que no trae ninguna perspectiva novedosa, pero sí expresa la seria preocupación del conjunto de los gobiernos de la región. Una vez más los estados europeos dispusieron nuevas medidas de ajuste, cada vez más estrictas y reguladas, cuyo peso recaerá principalmente sobre los sectores más postergados.
La decisión fue tomada al tiempo que se publicaron datos que evidencian el crecimiento del desempleo en toda la región y en que algunos países, como Grecia, siguen al borde de la quiebra y con una situación explosiva. Es que, según los últimos informes oficiales, en la zona euro son ya casi 17 millones los desocupados, alcanzando índices altísimos como el 22,9% en España, o el 19,2% de Grecia. En éste último caso, el ajuste sigue siendo la condición establecida por el FMI y la UE para conseguir algunas medidas de alivio que podrían incluir un segundo paquete de rescate de 140.000 millones de euros y, tal vez, una condonación de parte de la deuda privada, posiblemente unos 100.000 millones de euros. Como condición, el estado griego ya se comprometió a seguir con los despidos (ahora serían otros 150.000 empleados estatales) y de avanzar con los recortes en servicios básicos como la salud y la educación, es decir, a seguir atacando a la clase trabajadora.
A tal punto las potencias Europeas quieren garantizar el ajuste como intento de salida a la crisis, que en la cumbre la representación alemana llegó a sostener que se debía colocar al gobierno griego bajo control de un comisario europeo instalado en el país heleno que tuviera derecho a veto sobre los gastos del país, algo que finalmente fue descartado por lo alevoso.
Aún sin llegar a tanto, la cumbre definió medidas de regulación mucho más estrictas que incluyen la instauración de una “regla de oro” en la Constitución o en Leyes fundamentales de cada país, que exigirían el respeto a ciertos límites para el presupuesto, considerando que el déficit estructural anual de cada país no debe superar el 0,5% del PBI. Y en caso de incumplimiento se proponen sanciones casi automáticas. Además, el Fondo Europeo de Estabilidad Europea (FEEF) que fue creado de urgencia para enfrentar la crisis a principios de 2010, será rebautizado e institucionalizado con la conformación de un nuevo recurso, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que deberá contar con una capacidad de préstamo de 500.000 millones de euros.  Según lo planteado, el plan propuesto ya debería estar en funcionamiento para el próximo año.
De esta forma, las más importantes potencias del capitalismo europeo, tratan de salvar su pellejo frente a una crisis que no pueden manejar y que es producto de la misma dinámica del sistema social que impulsan y defienden. Para ello, apuestan a descargar el peso de la crisis sobre los trabajadores, con despidos y desocupación, reducción de salarios y de recursos para necesidades sociales.
Como lo ejemplifican las movilizaciones y huelgas en toda Europa, con centro en Grecia, la organización y la lucha sigue siendo la única alternativa para el pueblo trabajador.