El proyecto de
presupuesto que el gobierno envió al congreso promete, para el año que viene,
más dinero para pagar la deuda externa, mientras sueldos y jubilaciones son
devorados por la inflación y crecen las dificultades de todos los trabajadores.
No hubo sorpresas cuando el ministro de economía
presentó, ante el congreso, el proyecto de ley de presupuesto para el año que
viene. Como en los años anteriores, la prioridad para el gobierno es disponer
de las partidas necesarias para seguir pagando compulsivamente la deuda
externa. Así, el proyecto prevé el uso de 5.674 millones de dólares para
el Club de París, fortuna que saldrá de las reservas monetarias, y que, además,
podrá ser arbitrariamente incrementada a través de decretos de necesidad y
urgencia, o de decisiones administrativas del jefe de gabinete, que seguirá
teniendo facultades extraordinarias para ello.
En materia de previsiones, el
acompañante de Cristina Fernández en la fórmula presidencial explicó que el
proyecto oficial parte de estimar que, en 2012, habrá un crecimiento del PBI
del 5,1%; que el dólar se mantendrá en un valor de $4,40, y que la inflación
anual no superará el 9,1%. Ni con los números estadísticos dibujados por el
INDEC es posible, con un mínimo de seriedad, sostener esos cálculos despegados
de la realidad que todos los trabajadores confrontamos a diario en el almacén o
la carnicería.
Además, igual que en 2009 y 2010,
el gobierno deliberadamente subestima el monto real de la recaudación
impositiva y previsional, lo que va a permitir el manejo discrecional de miles
de millones que podrán ser asignados a lo que se les ocurra, y disimula el
verdadero alcance del déficit fiscal, que se financia con la inflación, con los
recursos del BCRA y con la plata de los jubilados. Con esos datos bien dibujados, Boudou,
anunció que el año que viene el superávit fiscal será de 2,22%; el superávit
comercial de más de 8.500 millones y el consumo crecerá un 4,7%.
Sin aceptar preguntas de los
legisladores, Boudou insistió en el discurso oficial de que Argentina, gracias
al gobierno kirchnerista, “está blindada”, y afirmó que este presupuesto “ofrece certezas frente a un contexto
internacional de volatilidad e incertidumbre”.
La única certeza es que, a
diferencia de lo que sucedió el año pasado, cuando el presupuesto 2011 no pudo
ser aprobado en el congreso, por lo que Cristina Fernández prorrogó el
anterior, esta vez no habrá mayores debates, y la sanción será un trámite más
formal que otra cosa.
Casi todos los bloques de la
“oposición” anunciaron que darán quórum para la votación en general. Lo dijo
Ricardo Alfonsín, por los radicales, y se sumaron el PRO, la Coalición Cívica ,
el Partido Socialista y el Peronismo Federal.
En el debate en
particular, la “oposición” amenaza discutir cuestiones que hacen a sus propios
intereses, como la distribución geográfica de la obra pública, donde cada cual
quiere garantizar una buena cantidad de pingües negocios para sus provincias.
Pero, salvo eso, y alguna oposición a la amplia autorización para el
endeudamiento del ministerio de Planificación, no parece que el gobierno vaya a
encontrar obstáculos para asegurarse el presupuesto que precisa para seguir
usando a su antojo la caja estatal.
Aunque buena
parte de los diputados y senadores no oficialistas cuestionaron la estimación
de la inflación anual como de “imposible cumplimiento”, en casi nada disienten
con el esquema general. Por caso, todos acuerdan en la decisión de “honrar la
deuda”. “Si la oposición decide
nuevamente trabar el Presupuesto, seguramente va a haber una Presidenta que se
va a hacer cargo y va a tomar todas las decisiones administrativas necesarias”,
amenazó el ministro de Economía. La amenaza surtió efecto, porque el Frente
Amplio Progresista, el Peronismo Federal y el PRO limitaron sus críticas y
anunciaron que ninguno piensa presentar proyectos alternativos, excepto la Coalición Cívica ,
cuyo economista estrella, Alfonso Prat Gay, dijo que están trabajando en una
propuesta “más realista”.
A tal punto está
ya cerrado el acuerdo, que el PRO acaba de presentar a la legislatura de la
ciudad su propio proyecto local, partiendo de las mismas estimaciones
mentirosas que el presupuesto nacional, como la estimación absurda de una
inflación anual menor al 10%.
“Este es un presupuesto del no ajuste”,
mintió Amado Boudou en la presentación del proyecto, que sigue previendo el uso
indiscriminado de los fondos de la
ANSES , no para que los jubilados puedan llegar a fin de mes,
sino para premiar a los empresarios amigos y financiar los negocios del
gobierno.
Y para que quede bien claro que
se trata de un acuerdo general de los capitalistas para seguir acumulando
ganancias, al salir del congreso el ministro confesó a la prensa: “Hay que analizar este tema con menos
ideologismo... el presupuesto es una herramienta”. Herramienta para
profundizar la dependencia, el saqueo
y la explotación.