A
continuación, presentamos a dos clásicos de la disputa presidencial. Alberto
Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde, millonarios y eternos funcionarios,
protagonistas hace décadas de la política nacional, son dos versiones de
diferente perfil de las variantes que el peronismo acumula en su seno.
Eduardo Duhalde
En 1973, Eduardo Duhalde ya
era concejal en Lomas de Zamora. Luego fue intendente y de nuevo concejal, en
1983. Se integró al sector “renovador” del peronismo, con Menem, Cafiero y De La Sota , y en 1987 llegó al
congreso nacional.
Su aceitado aparato fue el
principal apoyo de Menem en la interna con Cafiero y De La Sota. Juntos , el
riojano y el bonaerense ganaron la presidencia en 1989.
Poco después, anunció que
competiría por la gobernación bonaerense en 1991. Su gestión se caracterizó por
el clientelismo y por el alto nivel de corrupción, todo con un férreo manejo
del aparato policial, comandado por Pedro Klodzyck, al que llamó “El mejor jefe
de la mejor policía del mundo”.
En 1994, encabezó la lista de
constituyentes del PJ, y, tras la reforma constitucional para la reelección de
Menem, obtuvo la propia como gobernador.
Su triunfo en 1995, con casi
el 60% de los votos, contrastó con el 23% del peronismo en la Capital. Se posicionó
como el hombre fuerte del PJ, y comenzó a confrontar con Menem. Aunque
derrotado en las elecciones legislativas de 1997 por la Alianza UCR-Frepaso ,
unificó tras de sí a Ruckauf, Solá, los barones del conurbano y los
gobernadores que se despegaban del desprestigiado Menem, Kirchner incluido.
En 1999, lanzó su fórmula
junto a Palito Ortega, con Ruckauf como gobernador. El fracaso de una operación
propagandística concebida por su asesor Durán Barba, que desembocó en la Masacre de Ramallo(1), lo
dejó fuera de carrera, y protagonizó la peor derrota de la historia del PJ
frente a De La
Rúa-Álvarez. Entonces , anunció su primer “retiro definitivo”
de la política. Pero en octubre de 2001 juró como senador nacional, y, tras la
crisis de diciembre, fue el quinto presidente elegido en trece días por la Asamblea Legislativa.
En las elecciones adelantadas
tras la represión en Puente Pueyrredón, sobraban los pretendientes peronistas a
la presidencia. Después de descartar a Reutemann y De La Sota , Duhalde impulsó a
Kirchner, que asumió con medio gabinete duhaldista, incluyendo todo el equipo
económico, comandado por Roberto Lavagna. Posteriormente, Duhalde anunció su
segundo y “definitivo retiro”.
Pronto rompió con el
kirchnerismo, y, tras el triunfo de Unión PJ-PRO en las elecciones de 2009,
anunció su nueva candidatura presidencial.
Autor de frases célebres,
como “Este país está condenado al éxito”, o “el que depositó dólares, recibirá
dólares”, su nombre está indefectiblemente unido a los asesinatos de Maxi y
Darío, al narcotráfico, a los negociados, y a la “maldita policía”.
Alberto Rodríguez Saá
Alberto Rodríguez Saá dice
que desciende de Juan Saá, caudillo federal del siglo XIX, y del cacique
ranquel Painé. Su abuelo “El Pampa” fue gobernador y senador tres veces. Junto
a su hermano mayor “El Adolfo”, “El Alberto” hegemoniza la política provincial
hace décadas. Fue senador nacional desde 1983 hasta 1994.
Regresó en 2000, y de
inmediato renovó su banca. Desde 2003 es gobernador de su provincia, donde
firmó un convenio con el gurú neoyorquino de la “seguridad”, William Bratton,
para que el Manhattan Institute asesore a la policía.
Fascinado por la farándula,
tuvo amores con actrices como Leonor Benedetto, Andrea Del Boca y Esther Goris;
la periodista Anabela Ascar, ex mujer de Héctor Ricardo García; la vedette
Adriana Aguirre, y, ahora, la modelo Delfina Frers, heredera de una familia
relacionada al yachting y ex esposa del magnate Eduardo Blaquier. A todas (y a
Ricardo Fort, dicen las malas lenguas) las fascina con aviones privados, autos
de alta gama, joyas y regalos obscenamente caros.
Su patrimonio, como el de su
hermano, ha merecido denuncias por enriquecimiento ilícito. A pesar de su
proclamada prosapia familiar, la fortuna que ostentan sólo se explica por la
media docena de gobernaciones y cargos públicos en que se han alternado por
décadas. Esos millones le permiten “excentricidades”, como dedicarse al estudio
de los Ovnis con su amigo Fabio Zerpa, pintar cuadros que paga para exhibir en
Europa, y divagar sobre un “universo paralelo” que llama “Xilium”, habitado por
extraterrestres que se comunican telepáticamente.
Durante su actual
gobernación, sobran los escándalos de “El Alberto”. En julio de 2010, acusó a
todos sus ministros de “falta de compromiso” y les pidió masivamente la
renuncia, pero no por decreto, sino a través del diario La República , uno de los
que maneja. Los negocios inmobiliarios son su fuerte, y para concretarlos ha
recurrido a masivas expropiaciones y brutales desalojos policiales, como en
Estancia Grande, un predio de 220 hectáreas destinado a lujoso barrio
privado. Es propietario de enormes latifundios, como la estancia Los Cedros,
donde hasta la CGT
ha denunciado que los peones padecen un régimen esclavista.
Se candidateó a presidente en
2007 y repite ahora, prometiendo para el país el “modelo San Luis”, con sus
faraónicas obras públicas, multitudes de pobres reclutados por planes sociales
y una infernal propaganda sobre sus autopistas y zonas wi-fi, en una provincia
donde el mal de Chagas es endémico y el nepotismo es ley.