Dreyfus se cobra la vida de otro trabajador

La empresa multinacional de capitales franceses, Dreyfus, es responsable de la muerte de otro obrero mientras realizaba su trabajo.

César Benítez era un trabajador de la construcción de 30 años de edad. Estaba contratado por la subcontratista IGM, encargada de la construcción de una planta de elevación de granos y producción de aceites y biodisel en Puerto Galván, Bahía Blanca. Mientras operaba una pala mecánica a más de trece metros de profundidad, quedó sepultado durante seis días tras el desmoronamiento de toneladas de tierra y escombros. Hecho que le provocó la muerte por asfixia.

Una vez más, la responsabilidad de los empresarios es inocultable. Los trabajos y las excavaciones debían haberse suspendido en virtud de la fangosidad de la tierra. Sin embargo, la empresa decidió continuar la construcción durante los feriados, ya que pretende inaugurar la planta antes de fin de año para aprovechar lo mejor posible la próxima cosecha de soja. Por esa razón, además, los ritmos de producción que pesan sobre los trabajadores vulneran las más mínimas pautas de seguridad.

Por su parte, la burocracia sindical de la UOCRA se limitó a conformar un “comité de crisis”, junto a la prefectura, bomberos, defensa civil y funcionarios municipales, no para evitar las muertes de los trabajadores, sino para intervenir una vez sucedidos los hechos. La empresa emitió un comunicado expresando sus condolencias a la espera de la reanudación de las obras con otro obrero que ocupe el lugar de Benítez.

Esta nueva muerte de un obrero en su trabajo, es una demostración más de la naturaleza del capitalismo, que antepone la ganancia frente a la vida de los trabajadores.