La represión de la patota de la Unión Ferroviaria que se cobró la vida de Mariano Ferreyra en el marco de la lucha de los trabajadores del Roca, pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de consolidar la organización independiente de la clase obrera y, con ella, la de organizar la autodefensa para enfrentar a la burocracia sindical.
La justeza de la lucha por la reincorporación de los despedidos y el pase a planta permanente de los tercerizados del ferrocarril Roca está fuera de todo cuestionamiento.
La sistemática respuesta del gobierno, la empresa y la burocracia verde es la negativa absoluta y la persecución y la represión de los que luchan. En esta oportunidad, ha sido la burocracia de Pedraza la encargada de enfrentar directamente a los trabajadores promoviendo una masiva campaña de desprestigio de la lucha y tomando en sus propias manos la tarea de reprimirlos. A los aprietes permanentes hacia los tercerizados, se sumó, primero, la movilización de la patota para impedir un acto en el hall de la estación Constitución. Posteriormente, las bandas de la burocracia verde se movilizaron para reprimir a los trabajadores que intentaban cortar las vías del tren, cobrándose la vida de Mariano Ferreyra y dejando tres heridos de bala, uno de ellos de extrema gravedad. Con estos hechos, nuevamente se puso en evidencia que la sociedad entre el gobierno, la empresa y la burocracia, además de no disponerse a conceder las reivindicaciones de la clase trabajadora, está dispuesta a reprimir a quienes se organizan y luchan.
Ante esta situación, los trabajadores debemos consolidar y extender las experiencias de organización independiente para ir desplazando a las conducciones burocráticas de los sindicatos. La promoción de nuevos delegados y la conformación de agrupaciones y listas que se propongan recuperar los Cuerpos de Delegados, las Comisiones Internas y las Seccionales son tareas fundamentales y prioritarias que debemos emprender los trabajadores en cada lugar de trabajo. Al mismo tiempo, para no permitir que la represión quiebre nuestra lucha o para que una concesión no nos cueste la vida de un compañero, debemos avanzar seriamente en la organización para resistir y enfrentar los ataques de la represión, ya sea la policial o la patoteril.
La represión policial para controlar y disciplinar a la clase trabajadora recientemente se desplegó, también, durante el conflicto de Kraft, donde la policía avanzó contra los trabajadores, usando las instalaciones de la empresa como centro de detención; y sobre los obreros de la ex Bosch que se disponían a cortar la Gral. Paz. Por su parte, las patotas tienen un amplio prontuario represivo. Actuaron contra los trabajadores del Casino Flotante, del Subte, y de la Línea 60, por mencionar sólo las más renombradas.
Como vemos, la represión es un recurso fundamental con el que cuentan los capitalistas contra la clase trabajadora. Conociendo esta realidad, y para que nuestras luchas no sean derrotadas por la represión, no podemos desestimar ningún método de autodefensa que nos permita resistir los permanentes ataques de las patronales y sus cómplices del gobierno y la burocracia. Tomar conciencia de esta necesidad es el primer paso. No podemos permitirnos otro Mariano Ferreyra.