Asambleas multitudinarias, organización en comisiones de base, coordinación de planes de lucha, tomas de escuelas y universidades, cortes de calles y puentes, movilizaciones… La intervención del movimiento estudiantil es una muestra de lo que este sector puede aportar a la lucha del pueblo trabajador. Está en nosotros ser capaces de desarrollarlo en toda su potencialidad.
El estudiantado es un sector que muchas veces realizó grandes aportes, no sólo a la lucha general del pueblo, sino incluso a la lucha revolucionaria por el socialismo. Por un lado, porque numerosos estudiantes han participado y ganado lugares de honor en las más destacadas organizaciones y movimientos revolucionarios como el partido bolchevique, el M26 cubano o el PRT argentino, por nombrar sólo algunos. Pero además, el estudiantado ha participado como movimiento activo, con gran capacidad de lucha, erigiéndose como un sector de peso que acompañó a la clase trabajadora en su lucha revolucionaria. Esto fue así tanto en jornadas históricas en nuestro país, como sucedió en los ’60 y ’70, con pico en el Cordobazo, como en otros grandes procesos de lucha como, por ejemplo, la revolución sandinista que conquistó el poder en 1979 en Nicaragua.
Siendo evidente la importancia de este sector popular, lo que es preciso ahora es poner en discusión por qué carriles podemos aportar a su desarrollo.
En lo que hace al primer aspecto, nuestro planteo es claro y breve: los estudiantes que hagan suyo el programa de la clase trabajadora comprometiéndose con la revolución socialista, del mismo modo que los militantes del resto de los frentes de lucha que abracen este programa, deben organizarse políticamente, contribuyendo a la formación de un partido revolucionario y, en ese proceso, aportando a las organizaciones que impulsamos esa estrategia. Como hemos dicho, la participación de compañeros provenientes del estudiantado en las organizaciones revolucionarias, ha sido, y seguirá siendo, un aporte de gran importancia para la lucha revolucionaria por el socialismo.
Ahora, toquemos el segundo aspecto, mucho más descuidado: el problema de desarrollar un movimiento estudiantil combativo, antiburocrático y con conciencia política que pueda aportar en su intervención como movimiento popular, a la lucha de los trabajadores.
Si bien esta potencialidad del estudiantado es reconocida por gran parte del activismo, debemos subrayar que hay todo un arco de militantes estudiantiles de izquierda que, en lugar de trabajar en forma constante por la organización de un movimiento estudiantil de lucha desde las bases, se orienta (a veces exclusivamente) a la acumulación para sus propias fuerzas políticas, esperando que el movimiento estudiantil se desarrolle espontáneamente.
Esta orientación la tienen incluso numerosas fuerzas que dirigen centros de estudiantes y federaciones como la FUBA. En este caso, la responsabilidad es mucho mayor, pues son los mismos dirigentes de las herramientas gremiales estudiantiles los que, mientras utilizan los centros de estudiantes como plataforma de propaganda para su organización, dejan de lado su responsabilidad como impulsores de la lucha y organización desde las bases del movimiento estudiantil. Por supuesto, no consideramos que los compañeros deberían “esconder” sus organizaciones y dedicarse “exclusivamente” a los aspectos gremiales, pero no deberían hacerlo en desmedro de lo que es su responsabilidad como dirección gremial: la organización del conjunto del movimiento para que esté en condiciones de pelear por conquistas reivindicativas, económicas, académicas, etc(1).
Ante esta dinámica, es habitual que la tarea de organización permanente y desde la bases sea sostenida por agrupaciones combativas y activistas independientes a partir del impulso de organismos fundamentales como las comisiones de base y las asambleas. Habitualmente ignorados y a veces incluso boicoteados por las direcciones estudiantiles que rehuyen del trabajo sindical, estos nucleamientos suelen ser los que construyen programas e incluso logran imponer planes de acción para la movilización del conjunto del movimiento estudiantil, obligando a las direcciones a incorporarse a la lucha.
Como decíamos más arriba, el movimiento estudiantil puede ser mucho más. Pero un movimiento estudiantil, por ejemplo, como el del Cordobazo, se construyó en una infinidad de luchas reivindicativas, por el comedor estudiantil, las becas, y demás metas gremiales, durante largos años, en luchas combativas, que incluso le costaron la vida a militantes estudiantiles como Santiago Pampillón, Adolfo Ramón Bello, Juan José Cabral, o Norberto Blanco. Sólo con esa acumulación, con centros de estudiantes que forjaron una tradición de lucha, que asumieron su lugar como dirección gremial del estudiantado, se pudo alcanzar un movimiento de tanta fuerza que pudiera, como lo hizo, estar codo a codo con el movimiento obrero en algunas de las jornadas de lucha más importantes que hubo en nuestro país.
Plantear recuperar esta perspectiva de lucha para nuestro movimiento estudiantil es absolutamente posible, pero no se da por generación espontánea, sino que debe ser abonado con una militancia consecuente que se proponga desarrollar un movimiento de lucha, combativo, antiburocrático, que construya la lucha con la participación de las bases, en asambleas y comisiones, y que reconozca y asuma el plano reivindicativo del estudiantado como algo constitutivo de un movimiento que está aún pendiente de ser desarrollado. Sólo por este camino podremos forjar un movimiento combativo, fogueado en la lucha, que pelee en las calles y retome los métodos que históricamente supo adoptar el movimiento estudiantil.
Por supuesto, hoy hay compañeros, organizados e independientes, que militan con esta perspectiva. Compañeros que, tanto siendo dirección en centros de estudiantes, como asumiendo esas tareas desde la base, en comisiones y asambleas, llevan adelante una militancia cotidiana para construir programas de lucha que puedan ser tomados por el movimiento estudiantil (por el edificio, por el comedor, en defensa de los programas de estudio...) y que impulsan la lucha del movimiento para que se forje en esa práctica militante y pueda desarrollarse activa y políticamente. Ahora precisamos profundizar ese camino, para poder avanzar en la construcción de un movimiento estudiantil combativo y antiburocrático que pueda pelear junto a la clase trabajadora en una lucha más general contra la explotación.
En ese sentido, es fundamental extender la influencia de aquellos centros de estudiantes que tienen una práctica de organización y lucha desde las bases, y, al mismo tiempo, construir y desarrollar agrupaciones antiburocráticas y de lucha que disputen la dirección en aquellos centros que hoy no están orientados en esta perspectiva de lucha, ya sea porque son dirigidos por sectores propatronales, o porque las organizaciones de izquierda que los encabezan no asumen su responsabilidad gremial de organizar al estudiantado para luchar.
Los estudiantes pueden dar mucho a la lucha contra el capitalismo y por la revolución, y es momento de redoblar esfuerzos para aportar en este sentido.
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NOTAS:
1) Estas prácticas están bastante generalizadas. Incluyen desde organizaciones partidarias, tanto stalinistas (PCR y otras) como del trotskismo reformista (PO y otras), hasta movimientos chavistas como La Mella, o grupos que reivindican a dirigentes revolucionarios como el Che y Santucho.