A través de iniciativas parlamentarias, enfrentamientos con algunos grupos empresarios y un relanzamiento mediático y propagandístico, el jefe máximo de la burocracia sindical argentina, Hugo Moyano, busca reforzar su poder para continuar avanzando con su proyecto político antiobrero y sus variados negociados.
En las últimas semanas, Hugo Moyano ha venido recuperando protagonismo. Con el proyecto de ley presentado por el abogado de la CGT , Héctor Recalde, que dice querer repartir algunas migajas de las millonarias ganancias empresariales entre los trabajadores(1); el conflicto abierto con varios grupos empresarios, principalmente Techint, por la afiliación de empleados (propios y tercerizados); sumado a una creciente campaña de prensa y propaganda, que incluye la planificación de un acto en River para el 15 de octubre, Moyano busca legitimarse, mostrándose como defensor de los trabajadores, para reforzar su poder, y demostrar su influencia y capacidad de movilización ante sus adversarios políticos al interior del peronismo y la burocracia(2).
Ante esta nueva avanzada del moyanismo, es importante insistir sobre el rol anti-obrero de esta corriente, que ha encabezado la burocracia sindical en los últimos años, jugando un rol central en el proceso de ajuste y pauperización que el kirchnerismo y la clase capitalista han impulsado contra el pueblo trabajador.
El dirigente sindical
El moyanismo ha jugado un rol central avalando la avanzada empresarial sobre los salarios y las condiciones laborales en los últimos años.
Mientras, dentro de su gremio, Camioneros, Moyano aprovechó el gran poder de negociación que le ofrece ese sector estratégico de la economía, aplicando como pocos la táctica vandorista de “golpear y negociar”, así conseguir importantes mejoras en el convenio, logrando construir una base propia dentro del sindicato. Hacia el conjunto de la clase trabajadora, como Secretario General de la CGT , ha impulsado sistemáticamente los techos salariales de pobreza y avalado las políticas de flexibilización laboral, que ha generalizado el gobierno kirchnerista(3).
Así, desde su gremio, ha fijando los porcentajes “de referencia” para las paritarias, que siempre han estado por debajo de los índices reales de inflación. El mismo rol de garantizar el ajuste sobre el salario ha jugado en el Consejo del Salario Mínimo, firmando con las cámaras empresarias y el gobierno acuerdos que mantuvieron el piso salarial en valores de pobreza.
Además, Moyano ha condenado todas las experiencias obreras que se han organizado de forma independiente a su dirección para pelear por el salario y por la defensa de los intereses de los trabajadores, como sucedió ante la lucha de los obreros de Kraft, en 2009, y en varias de las fábricas más importantes del gremio de la alimentación en 2010, que rompieron “el techo” salarial por él impuesto.
El empresario
Con el crecimiento de su influencia y poder, Moyano no ha perdido ocasión de consolidar multimillonarios negocios. Así, llegó a convertirse en uno de los paradigmas del modelo de “burócrata-empresario”.
Tanto desde el sindicato y la obra social, como a título personal (a través de familiares y otros testaferros), ha construido un auténtico imperio empresarial, diversificado en las más variadas actividades, logrando una facturación anual de varios millones de dólares, que seguramente es la envidia de más de un capitalista(4).
El dirigente del PJ
Además de la prosperidad de sus negocios, la otra preocupación central de Moyano fue el desarrollo de su carrera política. En este terreno, en los últimos tiempos, ha consolidado su poder al interior del PJ, alcanzando su vicepresidencia y, más recientemente, la presidencia, ni más ni menos que en la provincia de Buenos Aires.
Hacia adelante, Moyano busca mayor influencia. El año próximo, intentará nuevamente ubicarse él mismo, o a su gente, dentro de las listas electorales. Entre las opciones que baraja con fuerza, está la de elegir al candidato a vicegobernador para la provincia de Buenos Aires.
Políticamente, por lo tanto, Moyano ya se ha convertido en un hombre fuerte dentro del PJ, el partido que mejor ha sabido representar los intereses de la clase capitalista en nuestro país. Supo ser aliado de Duhalde, impulsor de la candidatura de Rodríguez Saá y, desde 2003, un fiel defensor del kirchnerismo.
Es que Moyano construye, cada vez más, para sí mismo; para poder estar él, algún día, a la cabeza de este mismo proyecto político capitalista y de explotación de la clase obrera. Así, más allá de que ha sido y continúa siendo el defensor número uno del gobierno dentro de la burocracia sindical, es claro que no planea atar su suerte al destino de los Kirchner. En ese sentido, se ha encargado incluso, en más de una ocasión, de saludar iniciativas y de destacar la capacidad de dirección de adversarios del kirchnerismo, como Eduardo Duhalde.
Moyano es, sin duda, uno de los principales enemigos de la clase trabajadora y el pueblo, defensor e impulsor dentro del movimiento obrero del proyecto de explotación y miseria del PJ. Es, por lo tanto, una de las cabezas de la burocracia sindical a combatir, camino a desarrollar un movimiento independiente de las patronales y el gobierno, que defienda verdaderamente los intereses de los trabajadores.
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NOTAS:
1) Ver recuadro “El proyecto de Recalde”, en esta misma página.
2) Como ha sucedido otras veces, la avanzada de Moyano sobre varios frentes produce roces e, incluso, alejamientos y rupturas, entre algunos burócratas cegetistas. En esta oportunidad, durante el mes septiembre, ha sido la burocracia de la alimentación, encabezada por Daer, Morán y Morcillo, la que ha decidido, alegando diferencias con el jefe camionero, separarse de la conducción de la CGT.
3) Ver “Más trabajo en negro” en este mismo número de El Revolucionario.
4) Sobre los negocios de Moyano, consultar, por ejemplo, el Desfile de burócratas en el ER N°30, de noviembre de 2007, y “Moyano expande sus negocios”, en ER N°54, de febrero de 2010, disponibles en http://blog-otr.blogspot.com