En un marco de profundización de la desigualdad social, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres, la inflación continúa castigando el salario de la clase trabajadora. Mientras tanto, la burocracia arregla con los empresarios y el gobierno una nueva entrega en las paritarias.
En Argentina, hasta las estadísticas oficiales, aun con su alta cuota de cinismo y falsedad, deben reconocer que los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Sobre este escenario social, las proyecciones más conservadoras estiman una inflación muy por encima del 20% para 2010. Y en este marco, la burocracia sindical negocia una nueva entrega de los salarios en las paritarias, con el consecuente deterioro que esto implica en las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Se amplía la brecha social
Hasta el oficialista INDEC reconoce que la desigualdad social se amplía bajo el gobierno de los Kirchner. Según el organismo oficial, los ricos ganan casi treinta veces más que los pobres. Esta brecha es, en realidad, mucho más grande, ya que el instituto arriba a estas conclusiones partiendo de premisas tergiversadas, como baja inflación, alza salarial y generación de empleo. Aún así, entre el 10% más pobre del país se reparten poco más de 300 millones de pesos, mientras el 10% más rico disfruta de casi $9.000 millones(1).
Evidentemente, ni los mentirosos números oficiales avalan el discurso redistribucionista del gobierno nacional. Mientras la presidenta adorna sus discursos con frases como la redistribución de la riqueza, la realidad desmiente a cada paso sus palabras cada vez que, también según el INDEC, la mitad de las personas que tienen algún ingreso perciben menos de $1.500 por mes.
Del otro lado, se encuentran todos los capitalistas que, justamente por pagar salarios de pobreza, viven una vida sin privaciones y recurren a la remarcación de precios para no ver menguar sus ingresos. En el último año, por ejemplo, como demostración de los grandes negocios que realizan, algo más de 30 empresas declararon ganancias por más de $250 millones, con YPF, Tenaris y Siderar, a la cabeza.
La inflación en ascenso
No hace falta ser economista para comprobar que el salario rinde de cada vez menos. La inflación en ascenso es uno de los principales flagelos para la clase trabajadora y es, al mismo tiempo, un mecanismo de resguardo de ganancias para los capitalistas. Ante las paritarias por venir, el empresariado en su conjunto infla los precios para hacer frente a los aumentos que debe conceder a sus empleados. Daniel Fernández, el presidente de Carrefour Argentina, es claro y confiesa la actitud del empresariado: “un poco de inflación se puede absorber, pero el resto lo tendremos que trasladar al consumidor”, dice quien se ufana de ofrecer “el precio más bajo”.
La escalada inflacionaria es tan evidente que hasta genera fisuras entre el gobierno y sus aliados. Mientras el INDEC dice que la inflación es de apenas un 7%, la CGT lo desautoriza hablando del “INDEC de los supermercados” y todas las consultoras privadas la ubican bien por encima del 20%. Mientras el ministro de economía Amado Boudou hace referencia a un “reacomodamiento de algunos precios” y el jefe de gabinete Aníbal Fernández afirma que la inflación es consecuencia de “un mejoramiento en la distribución del ingreso”, el Banco Ciudad afirma que se trata de “un proceso sostenido y generalizado de incremento del nivel general de precios, lo que técnicamente se define como inflación”(2), y la Bolsa de Comercio de Santa Fe sostiene que “Argentina podría convertirse en el país con mayor inflación del mundo en 2010”(3). Cómo será de evidente, que hasta el ultra kirchnerista, Hugo Moyano, explicó que “Hay cosas que no se pueden negar”, refiriéndose a la escalada inflacionaria con la que comenzó el año.
Los aumentos de precios impactan mucho más fuerte en los alimentos, rubro que consume la mayor parte del salario de los trabajadores. El 20% de inflación promedio proyectado para este año, debería duplicarse en el rubro alimenticio(4). Por lo tanto, pese a que Moyano diga que “la inflación no es para preocuparse” y que “no le hace mal a nadie”, sin dudas, la clase trabajadora es quien más padece las consecuencias del aumento generalizado de precios. Los trabajadores registrados ven caer su poder de compra en cada una de las negociaciones que llevan adelante las direcciones sindicales de la burocracia. Quienes trabajan en negro quedan en la intemperie absoluta, a merced de la voluntad del patrón. Y los desocupados y los jubilados, subsistiendo con dádivas.
Esto, y no otra cosa, es lo que ofrece un gobierno capitalista como el de los Kirchner al pueblo trabajador.
...
NOTAS:
1) Según el INDEC, en el tercer trimestre de 2009, el 10% más rico de la población ganó 28,2 veces más que el 10% más pobre. Esta diferencia era de 23 veces a fines de 2008. En promedio, la franja de los más pobres percibe $234, mientras la de los más ricos, $5.320 per cápita. En total, la riqueza distribuida es de 310 millones para los más pobres y de $8.715 millones para los más ricos.
2) El Día. 21/02/2010.
3) Tiempo Fueguino. 22/02/2010.
4) En lo que va del año la carne, por ejemplo, aumentó más del 40% y los lácteos, un 35%.
Para el gobierno, sobra gente
Ni siquiera el gobierno puede ocultar que la desocupación crece en el país. Más de tres millones de personas tienen problemas de empleo: o están desempleadas o subempleadas.
Evidentemente, al menos una mínima explicación oficial hace falta. Y, finalmente, se da. El ministerio de trabajo informó que el aumento de la desocupación durante 2009 “fue consecuencia del mayor crecimiento de la población económicamente activa en relación a los ocupados y no como resultado de un proceso de destrucción generalizada de puestos de trabajo”.
Como vemos, el gobierno niega la enorme cantidad de suspensiones y despidos instrumentados durante todo el pasado año y niega, también, que los trabajadores de Kraft, Bosch, Mahle o Tenaris-Siat, entre tantos otros, luchan, justamente, contra la “destrucción generalizada de puestos de trabajo”.
Pero además, el problema parece ser “el mayor crecimiento de la población económicamente activa”, es decir, que los adolescentes cumplan años...
Sin embargo, es el capitalismo el que es incapaz de ofrecerle un puesto laboral a todos los miembros de la sociedad. Bajo el capitalismo, unos pocos son patrones: dueños de fábricas, campos, comercios, bancos... y la inmensa mayoría son trabajadores, no cuentan más que con su capacidad de trabajar. Los trabajadores ocupados son sometidos a la mayor explotación posible por algún capitalista a cambio de un exiguo salario. Pero los que no, los trabajadores desocupados, deben intentar subsistir con limosnas, delinquir u olvidarse de todo entregándose al alcohol o las drogas. Y, precisamente, la amenaza de la desocupación es esgrimida como un arma contra los trabajadores que cuentan con algún empleo para explotarlos al máximo posible.
Por eso, sostener permanentemente una importante tasa de desocupación es muy redituable para los capitalistas. Es una constante de este sistema de explotación y no un “mal pasajero”, como dice el gobierno.
En Argentina, hasta las estadísticas oficiales, aun con su alta cuota de cinismo y falsedad, deben reconocer que los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Sobre este escenario social, las proyecciones más conservadoras estiman una inflación muy por encima del 20% para 2010. Y en este marco, la burocracia sindical negocia una nueva entrega de los salarios en las paritarias, con el consecuente deterioro que esto implica en las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Se amplía la brecha social
Hasta el oficialista INDEC reconoce que la desigualdad social se amplía bajo el gobierno de los Kirchner. Según el organismo oficial, los ricos ganan casi treinta veces más que los pobres. Esta brecha es, en realidad, mucho más grande, ya que el instituto arriba a estas conclusiones partiendo de premisas tergiversadas, como baja inflación, alza salarial y generación de empleo. Aún así, entre el 10% más pobre del país se reparten poco más de 300 millones de pesos, mientras el 10% más rico disfruta de casi $9.000 millones(1).
Evidentemente, ni los mentirosos números oficiales avalan el discurso redistribucionista del gobierno nacional. Mientras la presidenta adorna sus discursos con frases como la redistribución de la riqueza, la realidad desmiente a cada paso sus palabras cada vez que, también según el INDEC, la mitad de las personas que tienen algún ingreso perciben menos de $1.500 por mes.
Del otro lado, se encuentran todos los capitalistas que, justamente por pagar salarios de pobreza, viven una vida sin privaciones y recurren a la remarcación de precios para no ver menguar sus ingresos. En el último año, por ejemplo, como demostración de los grandes negocios que realizan, algo más de 30 empresas declararon ganancias por más de $250 millones, con YPF, Tenaris y Siderar, a la cabeza.
La inflación en ascenso
No hace falta ser economista para comprobar que el salario rinde de cada vez menos. La inflación en ascenso es uno de los principales flagelos para la clase trabajadora y es, al mismo tiempo, un mecanismo de resguardo de ganancias para los capitalistas. Ante las paritarias por venir, el empresariado en su conjunto infla los precios para hacer frente a los aumentos que debe conceder a sus empleados. Daniel Fernández, el presidente de Carrefour Argentina, es claro y confiesa la actitud del empresariado: “un poco de inflación se puede absorber, pero el resto lo tendremos que trasladar al consumidor”, dice quien se ufana de ofrecer “el precio más bajo”.
La escalada inflacionaria es tan evidente que hasta genera fisuras entre el gobierno y sus aliados. Mientras el INDEC dice que la inflación es de apenas un 7%, la CGT lo desautoriza hablando del “INDEC de los supermercados” y todas las consultoras privadas la ubican bien por encima del 20%. Mientras el ministro de economía Amado Boudou hace referencia a un “reacomodamiento de algunos precios” y el jefe de gabinete Aníbal Fernández afirma que la inflación es consecuencia de “un mejoramiento en la distribución del ingreso”, el Banco Ciudad afirma que se trata de “un proceso sostenido y generalizado de incremento del nivel general de precios, lo que técnicamente se define como inflación”(2), y la Bolsa de Comercio de Santa Fe sostiene que “Argentina podría convertirse en el país con mayor inflación del mundo en 2010”(3). Cómo será de evidente, que hasta el ultra kirchnerista, Hugo Moyano, explicó que “Hay cosas que no se pueden negar”, refiriéndose a la escalada inflacionaria con la que comenzó el año.
Los aumentos de precios impactan mucho más fuerte en los alimentos, rubro que consume la mayor parte del salario de los trabajadores. El 20% de inflación promedio proyectado para este año, debería duplicarse en el rubro alimenticio(4). Por lo tanto, pese a que Moyano diga que “la inflación no es para preocuparse” y que “no le hace mal a nadie”, sin dudas, la clase trabajadora es quien más padece las consecuencias del aumento generalizado de precios. Los trabajadores registrados ven caer su poder de compra en cada una de las negociaciones que llevan adelante las direcciones sindicales de la burocracia. Quienes trabajan en negro quedan en la intemperie absoluta, a merced de la voluntad del patrón. Y los desocupados y los jubilados, subsistiendo con dádivas.
Esto, y no otra cosa, es lo que ofrece un gobierno capitalista como el de los Kirchner al pueblo trabajador.
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NOTAS:
1) Según el INDEC, en el tercer trimestre de 2009, el 10% más rico de la población ganó 28,2 veces más que el 10% más pobre. Esta diferencia era de 23 veces a fines de 2008. En promedio, la franja de los más pobres percibe $234, mientras la de los más ricos, $5.320 per cápita. En total, la riqueza distribuida es de 310 millones para los más pobres y de $8.715 millones para los más ricos.
2) El Día. 21/02/2010.
3) Tiempo Fueguino. 22/02/2010.
4) En lo que va del año la carne, por ejemplo, aumentó más del 40% y los lácteos, un 35%.
Para el gobierno, sobra gente
Ni siquiera el gobierno puede ocultar que la desocupación crece en el país. Más de tres millones de personas tienen problemas de empleo: o están desempleadas o subempleadas.
Evidentemente, al menos una mínima explicación oficial hace falta. Y, finalmente, se da. El ministerio de trabajo informó que el aumento de la desocupación durante 2009 “fue consecuencia del mayor crecimiento de la población económicamente activa en relación a los ocupados y no como resultado de un proceso de destrucción generalizada de puestos de trabajo”.
Como vemos, el gobierno niega la enorme cantidad de suspensiones y despidos instrumentados durante todo el pasado año y niega, también, que los trabajadores de Kraft, Bosch, Mahle o Tenaris-Siat, entre tantos otros, luchan, justamente, contra la “destrucción generalizada de puestos de trabajo”.
Pero además, el problema parece ser “el mayor crecimiento de la población económicamente activa”, es decir, que los adolescentes cumplan años...
Sin embargo, es el capitalismo el que es incapaz de ofrecerle un puesto laboral a todos los miembros de la sociedad. Bajo el capitalismo, unos pocos son patrones: dueños de fábricas, campos, comercios, bancos... y la inmensa mayoría son trabajadores, no cuentan más que con su capacidad de trabajar. Los trabajadores ocupados son sometidos a la mayor explotación posible por algún capitalista a cambio de un exiguo salario. Pero los que no, los trabajadores desocupados, deben intentar subsistir con limosnas, delinquir u olvidarse de todo entregándose al alcohol o las drogas. Y, precisamente, la amenaza de la desocupación es esgrimida como un arma contra los trabajadores que cuentan con algún empleo para explotarlos al máximo posible.
Por eso, sostener permanentemente una importante tasa de desocupación es muy redituable para los capitalistas. Es una constante de este sistema de explotación y no un “mal pasajero”, como dice el gobierno.