El Revolucionario Nº49 (Agosto de 2009)
El empresariado plantea su agenda ante el gobierno, los políticos patronales se disputan los espacios de poder tras las elecciones de junio y la burocracia sindical promete estabilidad y acuerda salarios de miseria a cambio de dádivas… Toda la política nacional parecería estar encarnada por los capitalistas y sus agentes políticos y sindicales. Mientras, los millones de trabajadores que hacen funcionar a diario este país quedan relegados al lugar de espectadores.
En realidad, ese pueblo trabajador es el que hoy, aun estando disperso, busca las formas para resistir el embate patronal e intenta, muchas veces, organizarse. Pero aunque hoy su organización se encuentre en una fase embrionaria, es ese pueblo trabajador quien ha protagonizado siempre los grandes cambios, las grandes luchas; quien ha volteado leyes antiobreras y enfrentado a la represión; quien ha derribado gobiernos y dado impulso a las revoluciones. Porque son los trabajadores quienes cuentan con la fuerza, no sólo para sostener toda la estructura económico-social del país con su vida y su labor cotidiana, sino también para imponerle su rumbo, pararla, cambiarla, revolucionarla y hacer del trabajo colectivo la base material para el bienestar de todo el pueblo.
Si hoy empresarios, políticos y burócratas parecen ser los exclusivos protagonistas de la escena política es porque el pueblo trabajador no ha logrado aún hacer sentir su fuerza organizada. Pero somos los trabajadores, la enorme mayoría de este país, los que tenemos en nuestras manos el futuro, los que por medio de nuestra lucha podemos conquistar una verdadera transformación social. Para eso, la gran tarea de la hora, para orientar nuestra lucha común contra los capitalistas y sus servidores, es construir la organización de los trabajadores: el partido revolucionario.
El empresariado plantea su agenda ante el gobierno, los políticos patronales se disputan los espacios de poder tras las elecciones de junio y la burocracia sindical promete estabilidad y acuerda salarios de miseria a cambio de dádivas… Toda la política nacional parecería estar encarnada por los capitalistas y sus agentes políticos y sindicales. Mientras, los millones de trabajadores que hacen funcionar a diario este país quedan relegados al lugar de espectadores.
En realidad, ese pueblo trabajador es el que hoy, aun estando disperso, busca las formas para resistir el embate patronal e intenta, muchas veces, organizarse. Pero aunque hoy su organización se encuentre en una fase embrionaria, es ese pueblo trabajador quien ha protagonizado siempre los grandes cambios, las grandes luchas; quien ha volteado leyes antiobreras y enfrentado a la represión; quien ha derribado gobiernos y dado impulso a las revoluciones. Porque son los trabajadores quienes cuentan con la fuerza, no sólo para sostener toda la estructura económico-social del país con su vida y su labor cotidiana, sino también para imponerle su rumbo, pararla, cambiarla, revolucionarla y hacer del trabajo colectivo la base material para el bienestar de todo el pueblo.
Si hoy empresarios, políticos y burócratas parecen ser los exclusivos protagonistas de la escena política es porque el pueblo trabajador no ha logrado aún hacer sentir su fuerza organizada. Pero somos los trabajadores, la enorme mayoría de este país, los que tenemos en nuestras manos el futuro, los que por medio de nuestra lucha podemos conquistar una verdadera transformación social. Para eso, la gran tarea de la hora, para orientar nuestra lucha común contra los capitalistas y sus servidores, es construir la organización de los trabajadores: el partido revolucionario.