Una importante
experiencia de organización y lucha en defensa del estatuto
Los docentes porteños vienen protagonizando una importante lucha en
defensa del estatuto, que ya lleva más de un mes. El gobierno de Macri, con
aval del kirchnerismo, pretende eliminar las Juntas de Clasificación y de
Disciplina con todo lo que eso implica: reforma unilateral del estatuto, y el
fin del acceso público y transparente a la carrera docente, entre otras cosas.
Los
docentes porteños están siendo los actores centrales de un conflicto que ya
está cobrando trascendencia nacional. La consigna central es la defensa
incondicional del estatuto y el rechazo al proyecto de ley presentado por el
macrismo que pretende eliminar las Juntas de Clasificación y de Disciplina. El
pasado 3 de noviembre, la inmensa mayoría del magisterio porteño se ha
manifestado a favor de la defensa del estatuto, yendo a votar en las elecciones
de juntas. Paralelamente, se han realizado varios paros que se caracterizaron
por su masividad y por la movilización a la legislatura de la ciudad. Es decir,
los trabajadores de la educación de la Ciudad de Buenos Aires se encuentran en pie de
lucha contra la avanzada gubernamental.
Una lucha que se gesta desde abajo
La
avanzada oficial movilizó a la gran mayoría de los docentes, que diariamente
muestran su voluntad de lucha. En cada escuela, en cada distrito, en cada
plenario o asamblea, esta voluntad se pone de manifiesto. Esta iniciativa desde
las bases le ha impuesto, a su manera y con sus ritmos, la convocatoria a
diversas medidas de fuerza a todas las conducciones sindicales, desde la UTE , hasta Ademys, pasando por
todos los sindicatos macristas. Si la lucha se mantiene, no es por la
determinación de las conducciones sindicales, sino por la voluntad de las
bases.
Un
rasgo distintivo de este proceso es la experiencia de organización que se va
acumulando, debido a la incansable tarea militante de los activistas
antiburocráticos. Las asambleas y las actividades en cada escuela se suceden
casi a diario; las reuniones y la coordinación distrital ha dado lugar a importantes
ámbitos de organización y lucha; el activismo da pelea en cada plenario y en
cada asamblea sindical para avanzar con las medidas, y se ha logrado consagrar
a la asamblea general de todos los trabajadores de la educación como órgano de
debate y resolución en el lugar mismo en el que se desarrolla la lucha, es
decir, en las puertas de la legislatura porteña. Este proceso se ha constituido
en una experiencia y en una enseñanza valiosísima para el conjunto de la
docencia y del activismo sindical.
La
última asamblea multitudinaria, realizada en el marco del paro y la
movilización del 4 de noviembre que logró frenar momentáneamente el proyecto,
ha resuelto el paro y la movilización toda vez que se intente tratar el
proyecto de ley en la legislatura. Es decir, mientras persista la iniciativa
gubernamental de avanzar sobre el estatuto, los docentes mantendrán su
resistencia, sobre la base de la organización y la lucha que vienen
desarrollando.
El rol de la burocracia sindical
Un
actor de peso en este conflicto es la conducción del sindicato mayoritario, que
es la UTE ,
dirigida por la burocracia sindical de la kirchnerista lista Celeste, comandada
por Eduardo López. Mientras el gobierno de Macri apuesta al desgaste y al
agotamiento de la fuerza de la docencia, prolongando el conflicto y recurriendo
a los descuentos de los días de paro, la burocracia sindical, apuesta a la
desmovilización y a la negociación con el gobierno. Hasta ahora, las bases
docentes, Ademys y la asamblea general, en diferentes momentos, han obligado a
la directiva de la UTE
a impulsar el paro, cambiando sobre la marcha su plan de acción, para no quedar
al margen del conflicto y perder su hegemonía. Es decir, que las bases están
desbordando a la burocracia sindical, aunque ésta se mantenga, aún, al frente
del conflicto y de un movimiento que está dejando de controlar.
La
burocracia docente se esta erigiendo, nuevamente, en un freno y en un dique de
contención de la lucha de los trabajadores de la educación. Por eso, proseguir
el camino de organización y de lucha independiente, es la única alternativa
para defender este nuevo ataque sobre la educación pública.