Bolivia: Conmoción por la represión gubernamental


Tras una dura represión contra sectores populares se repitieron las renuncias en el gabinete de Evo Morales y se multiplican las movilizaciones de repudio.

El pasado 25 de septiembre, en la región amazónica de Yucumo (a unos 320 km de La Paz.) una movilización de indígenas en la que participaban delegados en representación de unas 60 comunidades aborígenes, fue duramente reprimida por el estado boliviano, encabezado por el presidente Evo Morales.
La represión dejó como saldo centenares de detenidos y decenas de heridos. Incluso los médicos que intentaron socorrer a los heridos fueron reprimidos y detenidos, como lo informó oficialmente el director del Hospital de San Borja, Javier Jiménez. “No dejaron que la ambulancia recoja a los heridos y tuvimos que ir con apoyo para poder recoger incluso al personal médico y de enfermería, que fueron detenidos”, señaló el jefe médico, quien contabilizó 45 heridos por la represión hospitalizados en San Borja y Yucumo.
El intento de la policía de mantener detenidos a unos 1000 manifestantes y llevarlos nuevamente a su zona de origen fue enfrentado por los indígenas que reclaman su libertad para continuar la movilización hacia La Paz
La reacción popular fue inmediata y se sucedieron numerosas movilizaciones en repudio de la medida. Así, por ejemplo, al día siguiente, el 26 de septiembre, fue tomado un aeropuerto en el departamento de Beni, medida que fue luego dispersada con la represión por la policía. Tres días más tarde se llevó adelante una jornada nacional de protesta que incluyó el paro de la COB y una masiva movilización en varias ciudades del país. En la capital, una columna de miles de trabajadores integrada por mineros, trabajadores fabriles, de la construcción, de la salud y maestros, entre otros, bajaron desde El Alto hasta el centro de La Paz.
En el gobierno el hecho hizo crisis. Señalando que “No comparto la intervención de la marcha que ha asumido el Gobierno”, la ministra de defensa Cecilia Chacón presento su renuncia. Lo mismo hicieron el viceministro del interior Marcos Farfán y el ministro de gobierno, Sancha Llorenti, a quien la dirigencia de la COB señala como uno de los responsables y pide que sea llevado a proceso judicial.
El presidente Evo Morales, intentando sacarse la responsabilidad de encima, solicitó la formación de una comisión investigadora, para acusar a los policías individualmente (negando su responsabilidad política del gobierno y el estado) y en la que pretende acusar también a los indígenas por haber tenido retenido al Canciller David Choquehuanca como recurso para intentar garantizar el paso de la movilización que luego fue reprimida.
Estos recursos no pueden ocultar que, el “primer presidente indígena”, que se auto considera como un modelo alternativo de gobierno, no se priva de apelar a los mismos métodos represivos que los demás gobiernos, cuando la movilización se le va de los cauces que pretendía establecer.