La situación de la vivienda


Las ocupaciones de tierras ponen sobre la mesa la discusión sobre el problema de la vivienda en nuestro país. Su contracara es el lujo en el que viven los ricos y el millonario negocio inmobiliario que les deja fortunas a un puñado de capitalistas; entre los que se cuentan no pocos funcionarios de gobierno.

La Argentina kirchnerista se parece muy poco a la fantasía que plantean sus dirigentes. Un país enorme, con millones y millones de hectáreas de tierras, tiene a una parte importantísima del pueblo viviendo apiñado en villas miseria, en los cordones de las grandes ciudades como Buenos Aires, Rosario o Córdoba, cuando no directamente deambulado sin destino en sus calles.
La imposibilidad de acceder a una vivienda digna para la gran mayoría del pueblo trabajador contrasta con los negocios millonarios de los grandes capitalistas y sus políticos, dueños ellos mismos de gigantescas extensiones de tierra, popes del negocio inmobiliario destinado a los ricos, rentistas que acumulan gracias a la desgracia del que debe entregar su salario para pagar un alquiler y siempre vivir en casa ajena.
Con el problema de la vivienda se ve bien claro cómo toda la estructura del estado se pone siempre al servicio de los capitalistas y en defensa de su más sagrado interés: la propiedad privada. Aunque es patente la necesidad imperiosa de dar una salida urgente a la precaria condición de miles de familias que no cuentan con un lugar digno donde vivir, el conjunto de los partidos patronales, encabezados por el kirchnerismo, coinciden siempre en responder con el garrote cada vez que se libra una lucha popular por el acceso a la vivienda. Los casos de Ledesma y del Parque Indoamericano son ejemplos bien explícitos en donde todas las fuerzas de la represión, desde las comandadas por el gobierno nacional hasta las locales, se ponen al servicio de los grandes propietarios para intentar aplacar la lucha popular por un derecho tan básico como es una vivienda digna.
La posición común que tienen todos los partidos patronales y sus distintos gobiernos en defender la propiedad privada y reprimir la lucha popular por la vivienda deja en evidencia que una salida de fondo a este problema no vendrá de su mano, sino de la misma lucha del pueblo trabajador.
Sólo donde lo acaparado por terratenientes y empresarios fue transformado en propiedad social gracias a la lucha, como sucedió en Cuba, fue posible erradicar realmente el problema de la vivienda, pues los predios de los grandes propietarios y las viviendas de los millonarios usureros que roban con el alquiler a los trabajadores, fueron apropiados por el pueblo, garantizando así que no haya una sola persona sin una vivienda digna. Ese es, sin dudas, el único futuro al que debemos aspirar, para avanzar en la resolución de los grandes problemas sociales como la vivienda.
Mientras tanto, abonando el camino de la lucha para alcanzar esa nueva sociedad, es el pueblo el que, con su pelea cotidiana, va resolviendo el problema inmediato de la vivienda ocupando nuevos predios y enfrentando los desalojos con la resistencia.