Las
ocupaciones de tierras ponen sobre la mesa la discusión sobre el problema de la
vivienda en nuestro país. Su contracara es el lujo en el que viven los ricos y
el millonario negocio inmobiliario que les deja fortunas a un puñado de
capitalistas; entre los que se cuentan no pocos funcionarios de gobierno.
La imposibilidad de acceder a
una vivienda digna para la gran mayoría del pueblo trabajador contrasta con los
negocios millonarios de los grandes capitalistas y sus políticos, dueños ellos
mismos de gigantescas extensiones de tierra, popes del negocio inmobiliario
destinado a los ricos, rentistas que acumulan gracias a la desgracia del que
debe entregar su salario para pagar un alquiler y siempre vivir en casa ajena.
Con el problema de la
vivienda se ve bien claro cómo toda la estructura del estado se pone siempre al
servicio de los capitalistas y en defensa de su más sagrado interés: la
propiedad privada. Aunque es patente la necesidad imperiosa de dar una salida
urgente a la precaria condición de miles de familias que no cuentan con un
lugar digno donde vivir, el conjunto de los partidos patronales, encabezados
por el kirchnerismo, coinciden siempre en responder con el garrote cada vez que
se libra una lucha popular por el acceso a la vivienda. Los casos de Ledesma y
del Parque Indoamericano son ejemplos bien explícitos en donde todas las
fuerzas de la represión, desde las comandadas por el gobierno nacional hasta
las locales, se ponen al servicio de los grandes propietarios para intentar
aplacar la lucha popular por un derecho tan básico como es una vivienda digna.
La posición común que tienen
todos los partidos patronales y sus distintos gobiernos en defender la
propiedad privada y reprimir la lucha popular por la vivienda deja en evidencia
que una salida de fondo a este problema no vendrá de su mano, sino de la misma
lucha del pueblo trabajador.
Sólo donde lo acaparado por
terratenientes y empresarios fue transformado en propiedad social gracias a la
lucha, como sucedió en Cuba, fue posible erradicar realmente el problema de la
vivienda, pues los predios de los grandes propietarios y las viviendas de los
millonarios usureros que roban con el alquiler a los trabajadores, fueron apropiados
por el pueblo, garantizando así que no haya una sola persona sin una vivienda
digna. Ese es, sin dudas, el único futuro al que debemos aspirar, para avanzar
en la resolución de los grandes problemas sociales como la vivienda.
Mientras tanto, abonando el
camino de la lucha para alcanzar esa nueva sociedad, es el pueblo el que, con
su pelea cotidiana, va resolviendo el problema inmediato de la vivienda
ocupando nuevos predios y enfrentando los desalojos con la resistencia.