Sin dudas, la consolidación al frente de las organizaciones del movimiento obrero de direcciones burocráticas, ha sido un triunfo histórico muy importante de la clase capitalista. La subordinación política de estas direcciones tras distintos proyectos patronales, su rol negociador y entregador del salario y las conquistas de los trabajadores, el encasillamiento del movimiento dentro de los marcos del estado y un carácter marcadamente proempresario, hacen de la burocracia sindical uno de los enemigos principales de la clase obrera. Una casta que, indudablemente, debe ser combatida y derrotada en el camino de la construcción de un movimiento obrero clasista e independiente del estado y todas las alternativas patronales.
En nuestro país, la burocracia dirige las dos centrales de trabajadores, la CGT y la CTA, y la gran mayoría de las organizaciones sindicales. Más allá de sus matices y sus diferentes perfiles, el del modelo del “burócrata-empresario”, organizado dentro de las estructuras del PJ, de la burocracia cegetista o el del burócrata de perfil “progresista” de la CTA, ambos son parte probada de este grupo de dirigentes entregadores, que conduce al movimiento obrero, siempre, subordinado a las iniciativas y las organizaciones políticas de la clase capitalista.
Por el lado de la CGT, por estos días, el moyanismo busca consolidar su posición dentro del PJ y aumentar su poder para cumplir con su aspiración de lanzarse él, o a su gente, a algún importante cargo de gobierno. En este sentido, ha relanzado su corriente sindical y multiplicado su campaña de prensa y difusión. Y en este marco, también, se explican el conflicto existente con algunos grupos empresarios, principalmente, Techint, así como el proyecto de ley sobre la supuesta “distribución de las ganancias empresarias”, anunciado por Recalde. Así, un burócrata-empresario, multimillonario, como Moyano, que ha crecido al amparo de todos los gobiernos, desde el 2002 hasta la fecha, siendo uno de los máximos responsables del plan sistemático de ajuste que se ha aplicado sobre la clase obrera en estos años, busca legitimarse, presentándose como defensor de los intereses de los trabajadores.
Dentro de la CTA, por su parte, las elecciones del 23 de septiembre han sido otra demostración del carácter profundamente burocrático de su conducción, que en esta oportunidad se presentó dividida, como consecuencia del alineamiento político del sector de Yasky tras el kirchnerismo y del de Micheli y De Gennaro tras otras alternativas patronales, como Proyecto Sur o el Partido Socialista. Las escandalosas maniobras, la manipulación de los padrones y las urnas, y las acusaciones y enfrentamientos cruzados entre los dos bandos de la conducción histórica, que han hablado siempre hasta el hartazgo de la “democracia sindical”, pintan de cuerpo entero a estos altos exponentes de la burocracia sindical. Tan grosera fue la elección, y la disputa posterior por su resultado, que hasta el propio Moyano se permitió una chicana, asegurando que los jefes de la CTA “no son tan democráticos como decían”. Así, independiente de cual sea el resultado de la disputa por la conducción, que todavía sigue abierta, se tratará de la continuidad de la burocracia histórica (representada en alguno de sus bandos actuales, o en la unidad de los dos, en caso de negociación) al frente de la Central.
Sin embargo, estos grupos, verdaderos agentes de los capitalistas al interior de las organizaciones obreras, no son invencibles, ni mucho menos. La burocracia sindical puede y debe ser derrotada por la organización independiente de los trabajadores. Así lo demuestran las más altas experiencias históricas del movimiento obrero en nuestro país, como la desarrollada en los sindicatos clasistas de Fiat, SiTraC-SiTraM, o la recuperación de la UOM local en Villa Constitución, ambas en la primera mitad de la década del ´70. Y así lo confirman, también, las múltiples experiencias que hoy se desarrollan por fuera y en contra de las conducciones burocráticas, como sucede en varias comisiones internas del gremio de la alimentación y la seccional San Fernando del sindicato del neumático, con el impulso de los trabajadores de Fate, entre tantas otras.
Es preciso defender estas experiencias y multiplicarlas en otros sectores. Defenderlas, darlas a conocer y rodearlas de solidaridad, para enfrentar los ataques conjuntos del gobierno, la justicia, las patronales y la burocracia sindical, que buscan por todos los medios desarticular estos ejemplos de organización independiente, utilizando, para esto, tanto la represión directa y la persecución, como la cooptación de dirigentes con posiciones políticas afines, como ha sucedido en el Subte con la incorporación de Roberto Pianelli, y una parte del cuerpo de delegados, a la burocracia kirchnerista encabezada por Yasky.
Y, fundamentalmente, multiplicar estas experiencias de organización antiburocrática, buscando disputar los cuerpos de delegados, las comisiones internas y, allí donde sea posible, las seccionales o las conducciones sindicales, para recuperarlas de las manos de la burocracia y ponerlas al servicio de la organización de los trabajadores. Poder avanzar en este sentido, construyendo un movimiento obrero clasista, combativo y antiburocrático, es un objetivo prioritario del momento y representará, indudablemente, un aporte fundamental en la lucha de la clase trabajadora contra este sistema de explotación, que es el capitalismo.