El gobierno de los Kirchner, el gran pagador de deuda, que entregó en 2005 y de un sólo golpe, nada menos que u$s10.000 millones al FMI, continúa avanzando a paso firme en busca de renovar su lugar en la lista de los países deudores del Fondo Monetario Internacional.
En aquel momento fue Roberto Lavagna, por ese entonces ministro de economía de Néstor Kirchner, el encargado de anunciar el pago de la deuda al FMI. Fueron u$sl0.000 millones que el estado argentino desembolsó para pagar una deuda totalmente ilegítima, contraída exclusivamente para beneficio de los capitalistas locales y de los organismos de crédito internacionales, a costa del saqueo y la explotación nacional. Una deuda cuyo pago recayó exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores, que padecieron, uno tras otro, los sucesivos ajustes. El kirchnerismo, que ha hecho campaña a los cuatro vientos con el pago de la deuda, intentando hacer pasar por acto de soberanía lo que no es otra cosa que la profundización de la dependencia, ha incrementado notablemente la deuda pública desde 2005 hasta la actualidad. Los pagos y las renegociaciones en términos sumamente desfavorables, tampoco han cesado. Sin ir más lejos, en las pasadas semanas el gobierno canceló parte de la deuda pública por unos u$s2.250 millones.
Últimamente, ha sido el ministro Boudou el encargado de entablar las negociaciones con los distintos funcionarios del Fondo. Se sucedieron, a su turno, el chileno Nicolás Eyzaguirre, director del FMI para el hemisferio occidental, y Olivier Blanchard, economista jefe del organismo. Sin abandonar la retórica típica del kirchnerismo, asegurando que no se negociará con el FMI si esto implica “perder la soberanía sobre la política económica”, el ministro dejó en claro que la intención es negociar cuanto antes. Más tarde, se sinceró diciendo, incluso, que podría ser antes de fin de año que Argentina se vuelva a prestar para la revisión establecida en el famoso artículo IV del estatuto del Fondo, que implica una supervisión completa de la economía por parte del organismo. Esto, apenas unas pocas semanas después de que se negociara el arribo de funcionarios del FMI para revisar el trabajo del INDEC. Las reuniones continuaron también en Londres, en el encuentro preparatorio para la reunión del G-20, dónde asistieron Redrado y Boudou.
Así describió el oficialista Página/12 uno de los encuentros con Eyzaguirre: “...el director del FMI se deshizo en elogios para con el país. Destacó la situación de superávit fiscal y pronosticó un escenario favorable para el año próximo, de la mano del precio de los commodities. Una veintena de empresarios que participó del encuentro se acercó al chileno Eyzaguirre para hacer lobby por el restablecimiento de las relaciones con el Fondo”.
Estas pocas palabras pintan de lleno el panorama, dejando en claro la comunidad de intereses entre el Fondo, el gobierno y los empresarios locales. Como venimos anunciando, más temprano que tarde, el kirchnerismo volverá a tomar crédito del FMI. Esta vez, argumentando que el FMI “está renovado”, que, en definitiva, “es otro”. Sólo así podrán volver sobre sus palabras y justificar la normalización de las relaciones. La necesidad actual de financiamiento por parte del estado y de los capitalistas locales hacen que el arreglo con el Fondo sea sólo una cuestión de tiempo. Así lo marca la posibilidad de negocios que los empresarios y el gobierno planean realizar, una vez más, haciendo crecer la deuda, que seguirá recayendo sobre los trabajadores y el pueblo.
En aquel momento fue Roberto Lavagna, por ese entonces ministro de economía de Néstor Kirchner, el encargado de anunciar el pago de la deuda al FMI. Fueron u$sl0.000 millones que el estado argentino desembolsó para pagar una deuda totalmente ilegítima, contraída exclusivamente para beneficio de los capitalistas locales y de los organismos de crédito internacionales, a costa del saqueo y la explotación nacional. Una deuda cuyo pago recayó exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores, que padecieron, uno tras otro, los sucesivos ajustes. El kirchnerismo, que ha hecho campaña a los cuatro vientos con el pago de la deuda, intentando hacer pasar por acto de soberanía lo que no es otra cosa que la profundización de la dependencia, ha incrementado notablemente la deuda pública desde 2005 hasta la actualidad. Los pagos y las renegociaciones en términos sumamente desfavorables, tampoco han cesado. Sin ir más lejos, en las pasadas semanas el gobierno canceló parte de la deuda pública por unos u$s2.250 millones.
Últimamente, ha sido el ministro Boudou el encargado de entablar las negociaciones con los distintos funcionarios del Fondo. Se sucedieron, a su turno, el chileno Nicolás Eyzaguirre, director del FMI para el hemisferio occidental, y Olivier Blanchard, economista jefe del organismo. Sin abandonar la retórica típica del kirchnerismo, asegurando que no se negociará con el FMI si esto implica “perder la soberanía sobre la política económica”, el ministro dejó en claro que la intención es negociar cuanto antes. Más tarde, se sinceró diciendo, incluso, que podría ser antes de fin de año que Argentina se vuelva a prestar para la revisión establecida en el famoso artículo IV del estatuto del Fondo, que implica una supervisión completa de la economía por parte del organismo. Esto, apenas unas pocas semanas después de que se negociara el arribo de funcionarios del FMI para revisar el trabajo del INDEC. Las reuniones continuaron también en Londres, en el encuentro preparatorio para la reunión del G-20, dónde asistieron Redrado y Boudou.
Así describió el oficialista Página/12 uno de los encuentros con Eyzaguirre: “...el director del FMI se deshizo en elogios para con el país. Destacó la situación de superávit fiscal y pronosticó un escenario favorable para el año próximo, de la mano del precio de los commodities. Una veintena de empresarios que participó del encuentro se acercó al chileno Eyzaguirre para hacer lobby por el restablecimiento de las relaciones con el Fondo”.
Estas pocas palabras pintan de lleno el panorama, dejando en claro la comunidad de intereses entre el Fondo, el gobierno y los empresarios locales. Como venimos anunciando, más temprano que tarde, el kirchnerismo volverá a tomar crédito del FMI. Esta vez, argumentando que el FMI “está renovado”, que, en definitiva, “es otro”. Sólo así podrán volver sobre sus palabras y justificar la normalización de las relaciones. La necesidad actual de financiamiento por parte del estado y de los capitalistas locales hacen que el arreglo con el Fondo sea sólo una cuestión de tiempo. Así lo marca la posibilidad de negocios que los empresarios y el gobierno planean realizar, una vez más, haciendo crecer la deuda, que seguirá recayendo sobre los trabajadores y el pueblo.