Lucha obrera

El conflicto petrolero
La sostenida y firme lucha de los trabajadores petroleros rindió sus frutos y se impuso ante la patronal, obteniendo el aumento salarial reclamado y garantizando el pago de los días de huelga.
Pese a la decisión de los capitalistas en su conjunto, de que no trasciendan los conflictos en los que la clase obrera es protagonista, muchas veces, debido a la persistencia de la lucha, éstos logran imponerse en los medios masivos de comunicación. Tal es el caso del conflicto petrolero. Con varios meses de tensiones permanentes y tras veinte días de huelga, la lucha de los trabajadores petroleros en Santa Cruz se hizo inocultable.

La lucha
El reclamo de un 25% de aumento salarial y la negativa de la patronal a concederlo fueron las piedras fundamentales del origen del conflicto. El endurecimiento de las posiciones empresarias encontró respuesta en la firmeza con la que lucharon los obreros para no permitir que se resienta su salario.
La lucha incluyó la paralización total de la actividad, generando diarias pérdidas millonarias para las empresas petroleras. Esta situación, altamente preocupante para los capitalistas, elevaba la confianza en el triunfo por parte de los obreros en lucha. Además, las ocupaciones de plantas fueron moneda corriente, al igual que los cortes de rutas en sitios clave para la provincia y la explotación petrolífera. En simultáneo, el boicot a la producción y los sabotajes, como los sucesivos derrames de crudo, fueron algunos de los condimentos que pusieron en juego los trabajadores y con los que, prácticamente, lograron el aumento reclamado. La contundencia de los métodos de lucha llevados adelante por los obreros del petróleo, al tiempo que hacia crecer la moral de la lucha y la confianza en las propias fuerzas, minaba la tan propagandizada fortaleza de los grandes capitalistas. Y esto, pese a la dirección burocrática que encabezaba la lucha.
Pero una conquista de esta naturaleza, para la patronal no representa solamente una concesión económica, sino también, una concesión política que no está dispuesta a hacer. Los capitalistas temen que después de batallar denodadamente, los que se impongan sean los obreros y que el ejemplo de su lucha se extienda como reguero de pólvora. Por eso, después del acuerdo salarial, el empresariado, para no mostrarse vencido, planteó no pagar los días de huelga. Postura que volvió a encontrar a los trabajadores en sus puestos de lucha. Y, nuevamente, la patronal tuvo que ceder y los días de paro fueron reconocidos.

La actuación de la burocracia
Detrás de esta lucha obrera, se esconde una interna en el seno de la burocracia sindical. El sindicato petrolero en Santa Cruz es dirigido por la burocracia de Segovia, que responde al gobernador Peralta, enfrentada a la de la federación petrolera, abiertamente kirchnerista.
La burocracia de Segovia cajoneó el reclamo de reincorporación de los despedidos y el cese de las suspensiones, para no enfurecer en demasía a los empresarios petroleros, y buscó posicionarse como “combativa”, tomando el pedido de un aumento salarial superior al acordado por sus adversarios de la federación nacional. De este modo, apoyándose en la disposición a la lucha de los petroleros, se destacó frente al resto de los burócratas del sector. Por eso, se ganó la amenaza de intervención de la seccional por parte de la conducción nacional por el hecho de desconocer la conciliación obligatoria.
Así, el papel desempeñado por este burócrata sindical fue típico: encauzar la lucha haciendo equilibrio entre la bronca de los trabajadores, los intereses de los capitalistas y sus internas sindicales.