ARGENTINA: UN PUEBLO EN LA POBREZA

El Revolucionario Nº49 (Agosto de 2009)

La pobreza se está extendiendo enormemente en nuestro país. Obviando al INDEC cuyas mentiras son escandalosas, las cifras publicadas por encuestadoras privadas dan cuenta del empobrecimiento del pueblo trabajador, aunque no registran su verdadera magnitud.
Mientras el INDEC miente descaradamente, las encuestadoras privadas disimulan también en parte la gravedad de la situación social que vive nuestro país. Es que también ellas responden a poderosos sectores de la clase dominante, como sucede con empresas como Ecolatina (del peronista/duhaldista Lavagna), o con las encuestas realizadas por la iglesia por medio de la Universidad Católica Argentina (UCA). Pero aun así, es significativo llamar la atención sobre el hecho de que estos estudios “conservadores” consideran que “la pobreza” alcanza a una porción de la población que va desde el 30% hasta el 40% del país.
En todo caso, lo que bien dicen estos estudios es que hay millones de argentinos que están viviendo con menos de $13 diarios. Las condiciones de estas familias cuyo ingreso diario por persona no alcanza siquiera para comprar un Kg. de carne, son evidentemente miserables, y eso hoy ya nadie lo niega, exceptuando los insólitos números oficiales.
Así, tras la máscara de la propaganda y de los acuerdos entre el gobierno, las patronales y los jefes burocráticos del sindicalismo, se extiende una realidad que dista mucho de esa supuesta Argentina que “está sorteando la crisis”. La inflación, el congelamiento salarial, los despidos y suspensiones, el trabajo en negro, la desocupación… ése es el verdadero estado actual de la Argentina , sobre el cual hasta consultoras patronales como Ecolatina o la UCA deben admitir que entre 1/3 y 2/5 de las personas están viviendo con menos de $400 por mes.
Pero la situación es en realidad bastante más grave, puesto que, aun tomando como válidos los datos de estas encuestadoras, lo que no es de ninguna manera verdadero es que en nuestro país se supere la “pobreza” alcanzando unos míseros $1.600 para cuatro personas y en todo concepto, como lo suponen las encuestadoras privadas siguiendo pautas internacionales difundidas por organismos como la ONU o la OEA.
Plantear que ése es el límite de la pobreza, supone que con ese ingreso estas familias deben cubrir todas sus necesidades de alimentación, vestido, vivienda, salud, educación, transporte y demás. Sin embargo, si tomamos sólo uno de estos rubros básicos como es la vivienda, vemos que una familia humilde debe gastar habitualmente cerca de $900 o $1.000 por mes, situación agravada muchas veces por el costo adicional que significa tener que pagar por día la noche de hotel por no contar con la suma total a tiempo, ni tener garantes y anticipos requeridos para alquilar. Y este es sólo un ejemplo entre tantos, puesto que con esos $1.600 por familia, según los llamados “especialistas”, debería alcanzar para una alimentación decente y suficiente de los cuatro miembros de la familia, para su vestimenta (baste recordar lo que cuesta un par de zapatillas, por ejemplo), para pagar los útiles escolares, los medicamentos y el transporte (que, por ejemplo, no suele estar en menos de $6 diarios para millones de personas que viajan del Gran Buenos Aires a la Capital Federal ), y para todos los bienes y servicios de primera necesidad.
En este marco es evidente que las pautas seguidas por las encuestadoras no registran realmente la magnitud de la pobreza de nuestro pueblo. Todo lo contrario. De hecho, si siguiéramos sus cuentas académicas, deberíamos creer que aquellas personas que, luego de pagar su vivienda, cuentan con sólo $5 diarios para cubrir sus necesidades más básicas habrían superado ya la pobreza, lo que es desde todo punto de vista ridículo e insultante en un país donde la canasta familiar supera ya los $3.700.
Del mismo modo, si se siguieran las recetas de la oposición en su conjunto, sólo se repartiría más pobreza. Desde la derecha de Macri, pasando por la CTA y Carrió, todos proponen, con alguna variante, la asignación universal por niño, con cifras no menos ridículas e insultantes (de $100 a $300). Son los que, en lugar de luchar contra los ricos, discursean sobre pelear “contra la pobreza”.
Así las cosas. Es evidente que para que a algunos les vaya tan pero tan bien, otros tienen que pagar la cuenta. Y si a los empresarios de la UIA , o de IDEA o de la mesa de enlace rural se los ve tan bien, si a los políticos que bancan a unos y otros y hacen también sus negocios se los ve tan bien, no debería llamarnos la atención que sigan profundizando esta relación desigual, ampliando la brecha entre los que más y menos tienen y sumiendo con ello a la mayoría del pueblo trabajador en la pobreza. Por eso es que será de este pueblo trabajador, y no de los empresarios, políticos y burócratas pro patronales, de donde deberá venir la respuesta contra este sistema que, para beneficio de los ricos, hace cada vez más pobres a los trabajadores.