Represión y militarización en Brasil


Frente al crecimiento de la pobreza y el aumento de conflictos sociales en las favelas, el gobierno brasileño recurre a la represión, ocupando los barrios pobres con el ejército. Así, el PT “combate la pobreza”, con más represión y militarización.

En la madrugada del 13 de noviembre, unos 4.000 policías, policías militares, miembros del BOPE (Batallón de Operaciones Especiales, cuerpo de choque) y miembros de la marina y el ejército, armados hasta los dientes y apoyados por helicópteros y vehículos blindados, se lanzaron a ocupar Rocinha, la mayor favela de Brasil. El operativo incluyó el cierre de todos los accesos al barrio pobre, la neutralización del espacio aéreo y el corte de comunicaciones, y se extendió a la vecina Vila Vintém, mientras otro operativo similar se descargaba sobre el conjunto de favelas del Complejo Alemao, con otros 4.000 atacantes. Así, el gobierno de la sucesora de Lula cumple con su objetivo de “pacificar” la ciudad antes de que se celebren la Copa del Mundo de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.
A partir de la invasión, que tomó el control de los barrios después de tres días y dos noches de enfrentamientos, nadie entra ni sale de las favelas sin exhibir documentos y ser revisado. El ejército instaló bases fijas y prohíbe fiestas y música alta a partir de las 22:00.
En 2008, el gobierno del PT empezó a implementar un plan de ocupación militar de las favelas, que quedan, una vez vencida la resistencia, bajo el control de la Unidades Policiales de Pacificación (UPP). Con la invasión a las grandes favelas de la zona sur de los pasados días, ya son 19 las UPP en funcionamiento, que buscan reconvertir esos grandes conglomerados de pobres en postales adecuadas para los contingentes turísticos que, se espera, concurrirán a Río de Janeiro en los próximos años.
Así, a fuerza de reprimir pobres condenados a vivir sin hospitales ni escuelas, sin recolección de basura, sin cloacas, sin agua corriente ni electricidad, el gobierno del PT busca concretar su consigna de Brasil Potencia, basado en dos pilares, el negocio del turismo, y el negocio inmobiliario, y que nada tiene que ver con el pretendido objetivo de combatir el narcotráfico. De hecho, en las 18 favelas ocupadas, desde 2008, por las UPP, florece el tráfico de drogas bajo la dirección de los uniformados.
Mientras los trabajadores negros y pobres viven cada vez peor, y son expulsados de las miserables favelas hacia la indigencia total, buena parte de esas parcelas ya han ingresado al mercado inmobiliario, que necesita incrementar la oferta en la zona sur, cercana a las playas, y vecina a los más elegantes barrios de Río, como Leblon, Barra da Tijuca y São Conrado. Apenas cuatro días después de la ocupación militar, las casas en la Rocinha y los barrios cercanos habían aumentado un 50% su valor. Negocio redondo para la burguesía, que expulsa a los pobres de su vista y se hace de más mercancía inmobiliaria. 
En un país donde la pobreza y la indigencia son de tal magnitud, la necesidad de control social hace que el gobierno, hoy a cargo de Dilma Rousseff, recurra a operaciones militares de esta envergadura, porque ni siquiera con los miles de muertos anuales por el gatillo fácil les alcanza para disciplinarlos.