CUBA: REVOLUCIÓN QUE NO AVANZA, RETROCEDE

Las medidas de reestructuración económica impulsadas por el gobierno cubano en los últimos meses atentan contra importantes conquistas de la revolución.

A partir del triunfo de la lucha revolucionaria librada durante años por los combatientes del Movimiento 26 de Julio, Cuba se convirtió en el ejemplo más alto de América. Desde aquel 1 de enero de 1959 la revolución cubana dio enormes pasos contra la burguesía local e imperialista a quien combatió y expropió, iniciando el proceso de construcción del socialismo. Con el control del estado y de los recursos económicos, la clase trabajadora y sus organizaciones políticas y sociales erigieron una nueva sociedad. Se impulsó la socialización de los recursos, centralizándolos por medio del estado obrero y aboliendo la propiedad privada. Se prohibió la acumulación en base al trabajo ajeno y con ello se acabaron los explotadores, los rentistas y usureros, pasando todos a aportar con su trabajo al desarrollo social. Sobre esa base material se impulsó un proyecto político, social y humano: el socialismo, además de garantizar el bienestar económico y la distribución equitativa de las riquezas sociales, significó acceso a la salud, la educación y la cultura para la totalidad del pueblo cubano.
Pero la revolución no es algo estanco, y hoy, evidentemente, se pone en juego esa máxima que repitiera el Che: “revolución que no avanza, retrocede”.
Las medidas que en los últimos meses está tomando el gobierno cubano, orientadas a liquidar muchas de las más importantes conquistas de la revolución, son más que elocuentes y muestran que se está acelerando el proceso de abandono de los mayores logros del socialismo en la isla(1).
El eje central de las actuales medidas es el fortalecimiento del sector privado de la economía y de la dinámica del mercado en desmedro del sector público/estatal y la planificación centralizada. Esto supone el desplazamiento de una parte importante de la fuerza laboral y el perfeccionamiento de la regulación para su explotación, además del recorte de beneficios sociales.
El planteo más contundente, en este sentido, es el despido de 500.000 trabajadores que hoy están bajo el régimen estatal. Éste es un primer paso que será llevado adelante en el transcurso del primer trimestre del 2011 y que será continuado con otra tanda igual, alcanzando el despido de un millón de trabajadores estatales, lo que significa el 20% de la fuerza laboral cubana. Todo esto, según el diario oficial Granma, “contribuirá también a que el Estado se sacuda una buena parte de la carga de subsidios excesivos”.
Como contrapartida, se prevé que gran parte de esa masa se integre a la lógica del mercado privado, para lo cual se están modificando las regulaciones. El trabajo por cuenta propia ya había sido legalizado en 1996 y desde entonces se viene ampliando, alcanzando, hasta ahora, a unos 143.000 cubanos. Pero en la actualidad el gobierno busca multiplicarlo drásticamente y para eso definió el otorgamiento de 250.000 nuevas licencias y amplió las ramas de actividad por cuenta propia hasta 178. Además, a partir de ahora, se otorgarán créditos bancarios para el emprendimiento privado y, en 83 de estas actividades, se permitirá el alquiler de locales y la contratación para la explotación de fuerza de trabajo, sacando la actual restricción que los limitaba al ámbito familiar.
En este marco se está cambiando el rol del estado en la economía, abandonando su lugar como planificador y centralizador, y asumiendo el rol de “regulador” del mercado y los agentes económicos que se plantea en el capitalismo. Para eso se está impulsando un “nuevo régimen tributario” que regula los gravámenes a los ingresos, a las ventas, sobre la contratación de fuerza de trabajo y sobre la seguridad social. Es decir, se está regularizando la propiedad privada y la explotación bajo la consigna de que el estado garantizará que “aporte más quien más reciba”.
Mientras tanto, también se están flexibilizando las relaciones laborales para quienes permanecen en el sector público, como se evidencia con la continuidad del sistema de “pago por resultados” que se viene impulsando desde 2008.
Y a estas medidas hay que sumar, además, el recorte de beneficios sociales que incluye la “…eliminación progresiva de distintas subvenciones: supresión de los comedores en las empresas del estado, disminución de las becas y reducción del número de inscripciones universitarias, aumento en cinco años de la edad jubilatoria y anuncio de la posible eliminación de la libreta de racionamiento”.(2)
Todas estas medidas, bajo la consigna de la “lucha contra el igualitarismo”, vienen siendo impulsadas por la máxima dirigencia cubana y defendidas por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Los cambios que en este sentido venía promoviendo Fidel Castro fueron profundizados desde laasunción de su hermano Raúl, quien viene hablando desde entonces de la necesidad de cambios “estructurales” y había dado algunos pasos en este sentido con la entrega de 920.000 hectáreas de tierra a particulares para incentivar la iniciativa privada. De hecho, hace tres meses planteó públicamente que había que poner fin a la idea de que “Cuba es el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar”. Ninguno de estos pasos podría darlos si no contara con el aval de Fidel Castro, máximo líder de la revolución, quien, al correrse de la primera magistratura se reubicó como asesor de los actuales dirigentes. En este sentido parecen estériles los intentos de reinterpretar las palabras de Fidel Castro al decir que “el modelo cubano ya no funciona”, cuando son las medidas las que están marcando el rumbo concreto de la dirigencia cubana. Por su parte, la CTC, apoyando el nuevo plan, afirmó que hay que “reducir los abultados gastos sociales y eliminar gratuidades indebidas” lo que implica afectar “subsidios excesivos, el estudio como fuente de empleo y la jubilación anticipada”.
La orientación aperturista de las medidas actuales fue festejada, en primer lugar, por los más abiertos enemigos de la revolución cubana, y junto a ellos, por un coro de demócratas fervientemente pro-capitalistas. Así pues, en EEUU, lo que algunos tecnócratas denominaron “cambios serios que van a ampliar el sector privado en Cuba”(3), fue señalado por diarios de primera línea como un “giro hacia el capitalismo”(4) y por los funcionarios gubernamentales como demostrativo del “fracaso del sistema”(5). Y consecuentemente, un diario bien representativo de la socialdemocracia como es Le Monde Diplomatique festejó el retroceso revolucionario titulando en su edición de octubre: “Cuba asume el fracaso del socialismo real” y afirmando en su editorial que la orientación hacia el capitalismo constituye el “despertar del sueño igualitario”.
Exactamente a la inversa que todos estos defensores del capitalismo, sabemos que, como nos lo enseñó la misma revolución cubana, es con la defensa y la lucha para el avance del socialismo como se defienden los intereses de los trabajadores. Es claro que, en el caso de Cuba, será el pueblo cubano el que buscará la forma de defender las conquistas que obtuvo con la revolución. Por nuestro parte, consideramos a la revolución cubana y su experiencia socialista como un ejemplo fundamental que pone en evidencia la capacidad de la clase trabajadora para acabar con el dominio de la burguesía y forjar una nueva sociedad sin explotación. Su enorme ejemplo de lucha e incluso el reconocimiento de sus contradicciones y retrocesos constituyen una enseñanza fundamental para todos los que luchamos por acabar con el capitalismo y conquistar un gobierno de los trabajadores.

NOTAS:
1) No es posible abordar en esta nota el marco social, político y económico ni el proceso atravesado por la revolución cubana para llegar a este punto. Para profundizar al respecto se pude leer: “Cuba. Contra la restauración capitalista: vigencia del pensamiento de Guevara” y “Contra el capitalismo y el imperialismo: defensa de la revolución cubana y las conquistas de la clase obrera”, Revista El Revolucionario Nº1, 2008, disponible en http://blog-otr.blogspot.com.
2) J. Habel, “Cambio de rumbo en Cuba”, en Le Monde Diplomatique, Octubre 2010.
3) Declaraciones de Phill Peters, del Instituto Lexington de Virginia, EEUU.
4) The Wall Street Journal, 14/09/10
5) Declaraciones de Arturo Valenzuela, subsecretario de estado para América Latina de EEUU.