Ante las próximas elecciones presidenciales, los principales grupos empresarios que operan en Brasil, tanto locales como multinacionales, se pronunciaron por la continuidad del modelo económico de Lula y le brindaron su apoyo a la candidata de su partido.
El próximo 3 de octubre habrá elecciones en Brasil para definir un nuevo presidente. Los dos principales candidatos son Dilma Rousseff, por el Partido de los Trabajadores (PT) y José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Los comicios serán, de todas formas, según auguran todos los analistas locales, una mera formalidad, debido a que la candidata oficial tiene garantizado, ya sea en primera o segunda vuelta, su triunfo.
Lula, ex dirigente metalúrgico y uno de los fundadores del PT, asumió en 2003 con el apoyo de una buena parte de la izquierda tanto local, como extranjera. Y su modelo, el de dirigente sindical devenido en dirigente de un partido patronal que accedió a la presidencia, es el que guía a una parte no menor de la burocracia sindical argentina, como Hugo Moyano, en la CGT, o Víctor De Gennaro, en la CTA.
En sus casi ocho años al frente de Brasil, Lula ha continuado con el modelo económico organizado por su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, haciendo de su país un verdadero paraíso para los capitalistas. Cientos de empresas multinacionales se radicaron aprovechando las oportunidades que la mano de obra barata y relativamente calificada les brindaba para conseguir millonarias ganancias. La satisfacción de la clase capitalista con la gestión de Lula es tal que un bloque conformado por grandes bancos, empresas multinacionales, como automotrices, tecnológicas o alimenticias, la bolsa de San Pablo y exportadores de recursos naturales, le ha brindado su apoyo a la candidata de su partido, que, desde luego, ha basado toda su campaña en las promesas de continuidad.
Como una demostración de este apoyo al gobierno del PT, ya en el mes de febrero, el Grupo de Líderes Empresariales (LIDE) de Brasil, reuniendo a más de 300 empresarios, acudió a una reunión con el ministro de Hacienda, Guido Mantega, y el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, para explicitarle su apoyo al gobierno. Entre los presentes en aquella oportunidad (el grupo LIDE sólo permite el ingreso a empresas locales y extranjeras que facturen más de 100 millones de dólares anuales) estuvieron, entre otros, los representantes de las multinacionales Nestlé, Unilever, Whirpool y Tetra Pak. “La acción del presidente, de Meirelles y de Mantega permitió que Brasil saliera del pozo mucho mejor que el resto de mundo”, fue uno de los elogios que el gobierno del PT recibió de uno de los magnates presentes.
Con respecto a las políticas sociales de su gobierno, Lula combinó una serie de medidas asistencialistas que no han modificado en lo sustancial las desiguales y la extrema pobreza presente en Brasil, con una brutal política represiva, que incluyó un permanente accionar de tropas policiales o de elite en los barrios pobres o favelas, en una situación de creciente militarización(1).
En el plano internacional, más allá de que en algunas oportunidades ha intentado mostrarse como un “independiente”, jugando el rol de negociador en conflictos como el colombiano o el venezolano, o discutiendo y entablando relaciones comerciales con gobiernos como el de Irán, lo cierto es que Lula ha sido desde siempre un importante aliado de la política de EEUU en el continente. Así lo demuestra su relación actual con Obama, como anteriormente con Bush, cuando llegó a ser calificado por la secretaria de estado, Condoleezza Rice, como el “maravilloso amigo de los EEUU”.
Como sus pares latinoamericanos de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, entre otros, Lula ha colaborado con tropas en la invasión yanqui a Haití, confirmando, nuevamente, su rol proimperialista.
Tras dos mandatos de Lula, y con la continuidad de su gente en el gobierno casi asegurada, como en 2002, los trabajadores y el pueblo brasileño no tienen nada que esperar del PT, más que explotación, miseria y represión.
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NOTAS:
1) Para más información sobre el avance represivo del gobierno de Lula, ver “América Latina: la socialdemocracia blindada” en ER N°24, de mayo de 2007.