Pasaron
casi ocho meses. Después de iniciada la invasión sobre Libia, el 31 de marzo, la OTAN , que inicialmente había
anunciado una operación de tres meses, no paró de bombardear hasta la reciente
caída del régimen de Kadafi. El 27 de octubre, ya asesinado el mandatario, dio
formalmente por terminada su misión militar, teniendo por cumplida la tarea de
formar un régimen títere.
De
todas formas, cabe aclarar que aunque la OTAN aseguró que la organización no planea tener
bases ni involucrarse en el país, es seguro que tendrán una presencia
importante, sosteniendo, por ejemplo, el patrullaje de sus aviones de guerra y
la preparación de las FFAA por parte de entrenadores de la
OTAN. El mismo ex -presidente del Consejo Nacional
de Transición (CNT) en Trípoli, Mustafa Abdul-Jallil, pidió a la OTAN que continúe sus
actividades en Libia “por lo menos hasta
fin de año”. Pero además, la actual reorganización, se hace en base al
previo reparto de las riquezas y los negocios que fueron a buscar las potencias
Europeas y EEUU en Libia, que ya ha dado lugar a la promesa por parte del CNT
de entregar el 35% del petróleo de su país a Francia.
El
CNT, integrado por burgueses opositores y también ex funcionarios kadafistas,
encabeza ese gobierno títere, base de una suerte de nuevo protectorado de la OTAN. Luego del
asesinato de Kadafi, el 31 de octubre, el recambio dentro del CNT llevó a
revistar como nuevo jefe de estado a Abdelrahim Elkib, político formado en
Estados Unidos, conocido “hombre de negocios” en el sector petrolero y ex
consultor de empresas estadounidenses como Alabama Power Company (APCO) y
Southern Company (SC). Los cambios fueron saludados directamente por
Washington, que, por boca de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, salió a
hablar de “una nueva era democrática” para Libia.
Como
ya hemos señalado, es claro que “el
heterogéneo campo de los ‘rebeldes’ libios se enmarcó muy pronto en la línea
del imperialismo, que buscaba el desplazamiento de Khadafi para poder ampliar
aún más sus negocios y que fue el principal sostén de esa lucha a la que otorgó
no sólo el respaldo militar (con la entrega de armas, el entrenamiento y el
ataque aéreo) sino también, como empezará a verse ahora cada vez más, la
dirección política y económica para hacer de Libia un auténtico servidor de los
grandes intereses imperialistas”(1). Así, la operación del
imperialismo contó con una base social significativa, aprovechando la ola de
movilización en el norte de África y la crítica existente a la opresión
kadafista para montarse sobre sectores prooccidentales e islamistas e impulsar
una campaña “por la libertad” que tiene como claro objetivo el saqueo y la
sumisión.
En
este marco, la autodefensa del ex dictador, se fundió pronto con una lucha de resistencia
contra la ocupación imperialista, que contó con una actividad importante de
sectores populares. El genuino odio a la invasión imperialista, y las masacres
perpetradas ahora por las fuerzas dirigidas por el CNT y la OTAN , reforzaron en sectores
de masas su lugar de confrontación, aún después de asesinado el antiguo
presidente.
El
problema de la dirección y orientación política de estos movimientos es un
punto clave del proceso. Si la movilización, en algunos casos espontánea y en
otros estimulada directamente por las fuerzas que hoy encabezan el CNT, carece
de cualquier sentido progresivo, y es en cambio una base de apoyo de la OTAN , es, justamente, porque
esos “rebeldes”, se someten claramente a la dirección imperialista y son hoy la
guardia de defensa del nuevo régimen. Por el contrario, las luchas iniciadas
como autodefensa interna (antes de la injerencia abierta de la OTAN ) de un régimen represivo
encabezado por un magnate multimillonario, fueron adoptando el carácter de
resistencia contra la invasión, los bombardeos y el saqueo perpetrado por las
fuerzas de ocupación y sus aliados locales dirigidos por el CNT.
Las
visiones impresionistas del proceso han llevado a planteos espeluznantes sobre
la situación libia que prescinden, juntamente, de este problema central: el de
la dirección política que demarca la perspectiva de estos movimientos con base
de masas.
Algunos
sectores de la izquierda, siguen viendo en todo movimiento con base de masas
una supuesta revolución, sin tomar en cuenta su orientación y dirección
política. Así, han considerado, por ejemplo, que la consolidación del gobierno
títere dirigido por la OTAN
constituye el “triunfo de una revolución democrática”. Repiten de este modo, en
la clave de lectura de Nahuel Moreno, la caracterización que señala como
“progresivos” a una larga lista de movimientos con posiciones retrógradas, como
sucedió con los movimientos de masas que dieron cierre a la existencia de la URSS y abrieron la plena
restauración capitalista.
Pero
también al revés, el reconocimiento de que el ataque a Libia es dirigido por el
imperialismo y que, consecuentemente, es absolutamente justo un movimiento de
resistencia que merece el apoyo generalizado, ha sido la base para que otros
planteen lavarle la cara al magnate libio, considerando a Kadafi, como dijo
Chávez, como un “mártir de la lucha
antiimperialista”. Es el discurso de toda una parte de la izquierda que, o
bien nunca ha sostenido posiciones de independencia de clase, o bien, considera
que es preciso dejarlas de lado en momentos de “lucha antiimperialista”,
haciendo una operación que, mágicamente, transforma la defensa del derecho a la
resistencia, en apología y defensa de Kadafi, un multimillonario capitalista
que viene de ser socio de las más grandes potencias.
Sin
embargo, no hay necesidad de salir a defender los proyectos de la burguesía
libia ni al régimen del magnate Kadafi, como requisito para oponerse y
denunciar el rol de la campaña imperialista de la OTAN y apoyar a quienes, con
toda justeza, se oponen a la ocupación y al gobierno servil del CNT. Los que
toman esta posición lo harán porque esos son sus proyectos: el de la burguesía
nacional, el de la supuesta “independencia” que mantiene la explotación
capitalista.
Nosotros
defendemos, en cambio, el derecho y la necesidad de las masas de armarse y
luchar contra la opresión e invasión, porque es justo y necesario defenderse
contra los ataques de los más poderosos, y porque, además, el camino de la
lucha en manos del pueblo trabajador, y no ya en la de sus caudillos burgueses,
es el único que abrirá las puertas para un cambio de fondo, revolucionario.
…
NOTAS:
1)
El imperialismo organiza sus negocios en Libia, ER Nº72